Lisandro de la Torre y Alfredo Palacios
Por Salvador García

El doctor Lisandro de la Torre nació en Rosario el 8 de diciembre de 1869. Su padre se dedicaba a las tareas rurales y su madre estaba emparentada con los Sáenz y los Gutiérrez, médicos, políticos y escritores de reconocido prestigio. El doctor Palacios, el 10 de diciembre de 1878 en Buenos Aires, octavo hijo varón de una humilde familia, que había dejado Montevideo en busca de mejores horizontes.

Terminados sus estudios secundarios, ambos eligieron la carrera de abogacía. La tesis presentada por el doctor De la Torre sobre "El régimen municipal" fue aprobada por el jurado, al igual que la del doctor Palacios sobre "Quiebras", la segunda, ya que la primera que tituló "La pobreza" fue rechazada por los términos injuriosos que contenía, y en especial porque afirmaba que la democracia en el país solamente se conoce de nombre, ya que está gobernado por la oligarquía.

Los dos eran de mediana estatura, la que el doctor Palacios disimulaba con el uso de tacones altos. El sombrero mosquetero, la abundante melena y los profusos bigotes afinados en las puntas contribuyeron a que su figura no pasara inadvertida. El doctor De la Torre vestía impecablemente y a la moda, y una pequeña barba recortada cubría su mentón, la que se fue encaneciendo con el tiempo. Fueron grandes oradores, tanto en la tribuna callejera como en el Parlamento, aunque De la Torre prefería que lo llamaran polemista. Galante con las damas, el doctor Palacios y hasta mujeriego, al doctor De la Torre sólo se le conoció una corta convivencia con una mujer, durante su permanencia en su estancia de Pinas, dentro de la mayor discreción.

En cuanto a la religión, el doctor De la Torre se confesó ateo y en su carta póstuma encargó a sus amigos que después de muerto no hubiera ceremonia religiosa alguna. En su juventud, el doctor Palacios se hallaba vinculado con la iglesia de su barrio, hasta que un día el sacerdote dijo que Jesús murió por todos y él manifestó que murió por los pobres y repitió esa afirmación, lo que ocasionó la desconfianza del Clero, el apartamiento de la fe y su paso a la incredulidad.

Al poco tiempo de recibirse, el doctor De la Torre abandonó la profesión de abogado para dedicarse a las tareas agropecuarias. En cambio, el doctor Palacios abrió su estudio en los altos de un conventillo de La Boca, en una pieza a la que se debía llegar por una larga escalera, en cuyo frente se leía: "Dr. Palacios, abogado, atiende gratuitamente a los pobres".

El ingreso a la política del doctor De la Torre se debió a la admiración que sentía por el doctor Leandro N. Alem -presidente del Partido Unión Cívica Radical, formado después de la Revolución del Parque-, quien reconociendo los valores del joven abogado, le encargó misiones importantes en la provincia de Santa Fe.

Como el doctor Palacios pronunciaba discursos durante las concentraciones, en una oportunidad en que los obreros de La Boca realizaban una, al advertir su presencia pidieron que hablara "El Melenudo", en el que fustigó severamente a la oligarquía, a la explotación patronal y al gobierno inclusive. El impacto que produjo, la popularidad con que contó y su preocupación por la pobreza indujeron a los vecinos de La Boca y al Partido Socialista a ofrecerle la candidatura a diputado nacional en las siguientes elecciones, la que aceptó sin pertenecer a partido alguno.

La propaganda fue intensa. Un joven llamado Benito Quinquela Martín, que posteriormente llegó a ser un gran pintor, llenó las paredes con la leyenda "Vote al doctor Palacios", y los vecinos que hicieron lo suyo, lo llevaron al triunfo. Al día siguiente, el periodista Florencio Sánchez escribió en el diario La Tribuna: "A La Boca le salieron los dientes"; y una viejecita se acercó al doctor Palacios para decirle que había pasado toda la noche rogándole a la Virgen de Luján para que ganara, y él le respondió: "Entonces, madre, no podía perder".

Por sus condiciones morales, culturales e intelectuales, ambos ocuparon bancas en el Congreso Nacional. Los conceptos que vertieron en cada una de las sesiones y sus dotes oratorias hicieron que el recinto destinado al público se viera colmado, sobre todo de jóvenes y estudiantes. El doctor Palacios respaldó los proyectos que presentó con libros y fotografías especialmente seleccionados para cada caso. El doctor De la Torre se sirvió de su extraordinaria memoria y de unas pocas anotaciones que llevaba para hablar algunas veces, hasta cuatro horas seguidas, sin que se sintiera el cansancio en los oyentes.

Durante sus actuaciones en el Congreso Nacional, al doctor Palacios le preocuparon la pobreza y el dolor humano, y por ello presentó proyectos que fueron aprobados sobre el descanso hebdomadario, el trabajo de las mujeres y de los niños, accidentes de trabajo, inembargabilidad de los sueldos pequeños y préstamos a empleados, seguro de maternidad, hogares-escuela, despido por causa de matrimonio, trata de blancas, asistencia médico-escolar, lactarios, inembargabilidad del lecho, ropa, muebles e instrumentos de trabajo, etc. Por su parte, el doctor De la Torre se ocupó del federalismo que debió llegar hasta la comuna con autonomía y autarquía propias, prescindiendo de la política partidaria y de Consejos Escolares de Distrito; combatió la oligarquía financiera, protegió a los frigoríficos argentinos de la voracidad de los monopolios extranjeros, defendió la democracia, fustigó al totalitarismo, etc.

Lisandro de la Torre y Alfredo Palacios, dos políticos argentinos que llenaron con su accionar una buena parte de la vida del país. Al primero se lo conoció como "El fiscal de la patria", y el segundo merece el de "Creador de la justicia social", la verdadera, sin recompensa alguna, porque es un derecho que otorga al necesitado la Constitución Nacional, que el Estado debe cumplir.