Detectaron cuatro casos en un año y medio

Las redes de prostitución infantil operan en la ciudad de Santa Fe

Las niñas sufren maltrato físico, sexual y psicológico. Salir de ese infierno no resulta sencillo. Foto: Archivo El Litoral. 

En general, las niñas o adolescentes son llevadas al interior o a provincias como Buenos Aires, Córdoba y Entre Ríos. Por ahora no existe un registro único de menores desaparecidos.

La entregaron como a una esclava, a cambio de dinero y un automóvil. Soportó el terror de los golpes y las vejaciones. La obligaron a prostituirse, cuando tenía apenas 13 años.

La historia es real y su protagonista, santafesina. En 2001, mientras el país se sumía en el caos político, social y económico, comenzaba a escribirse esta historia, que al fin de cuentas demuestra que las sospechas acerca de verdaderas redes de prostitución infantil son fundadas.

El 25 de junio de 2003 se inició el final de esta pesadilla, cuando la niña -convertida en una adolescente de 15 años- logró escapar del burdel que la había aprisionado durante tanto tiempo en la ciudad de Las Varillas, provincia de Córdoba. Hace apenas dos semanas, narró su calvario ante un juez en los Tribunales locales.

Más allá de la crudeza de la historia, el caso de esta chica no parece ser aislado. De hecho, la desaparición de menores es casi una noticia cotidiana en Santa Fe.

Desde mediados del año pasado, la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia recibió 23 denuncias por desapariciones de niñas y adolescentes en esta ciudad. Todas provenían de barrios marginales y tenían entre 12 y 18 años.

Del total, 22 fueron encontradas. Cuando aparecieron, cuatro de ellas ya se hallaban inmersas en redes de prostitución infantil, mientras que otras estaban a punto de ingresar a ese infierno del que siempre resulta difícil salir (ver nota aparte).

La detección de estas niñas o adolescentes se produjo en el interior santafesino, o en provincias como Córdoba, Entre Ríos y Buenos Aires. Sin embargo, los que registra la Secretaría de Derechos Humanos no son los únicos casos que se producen en la ciudad.

Ingreso involuntario

Según la directora provincial de Implementación de Programas de este organismo, Grisel Jeanney, "es un error creer que estas chicas ingresan al mundo de la prostitución infantil porque lo desean".

En general, enfrentan conflictos familiares o con su entorno. Algunas sufren violencia, abandono y vejaciones. Pero en otros casos atraviesan problemas que no revisten demasiada gravedad, aunque para ellas representan verdaderas crisis típicas de la adolescencia. "Pensemos que a esas edades no se tiene plena conciencia de qué problemas son realmente importantes", insistió.

Desde el Centro de Asistencia a la Víctima del Delito de la Defensoría del Pueblo, la psicóloga Laura Mazi coincidió en que estas chicas son engañadas por personas mayores, que les prometen apoyo, solución a sus problemas y una vida mejor.

Especialmente en los barrios marginales, existen hombres que mantienen una actitud de alerta para detectar a chicas vulnerables. En general las enamoran o se presentan como un referente protector, en quien pueden confiar y apoyarse.

Sin embargo, el final de este tortuoso camino suele ser la prostitución y, cuando las niñas o adolescentes toman conciencia de lo que les pasa, es demasiado tarde.

Horas decisivas

Las primeras horas luego de la ausencia de la menor son clave para que existan posibilidades ciertas de recuperarla. Hasta hace poco tiempo, la policía sólo tomaba este tipo de denuncias una vez que habían transcurrido dos días desde la desaparición de la niña (o el niño).

Sin embargo, actualmente y gracias a la participación de distintos organismos vinculados con la problemática, las seccionales policiales tienen la orden de recibir los casos e informar inmediatamente a otras dependencias para que se pongan en marcha los mecanismos de búsqueda.

Las estadísticas nacionales e internacionales revelan que recuperar a estas menores suele demorar en promedio cuatro o cinco meses aunque, algunas, jamás aparecen.

De todos modos, el sistema de localización sigue siendo precario. Si bien a nivel nacional existe un registro de chicos desaparecidos, en la provincia de Santa Fe no funciona ningún tipo de mecanismo que permita centralizar esa información.

Desde Derechos Humanos elevaron recientemente un proyecto de ley para crear este registro provincial. El objetivo es que, por medio de una red informática, se pueda acceder a la misma información desde cada uno de los organismos que trabajan en el tema.

"Es llamativa la velocidad con que estas personas se mueven de una provincia a otra, por lo que resulta imprescindible que cada región del país cuente con un registro centralizado de información", remarcó Jeanney.

Desde Derechos Humanos, se informó que el objetivo en el corto y mediano plazo apunta a crear redes barriales que sean útiles para detectar casos vulnerables, además de educar y concientizar a los vecinos sobre este problema.

Según Grisel Jeanney, "hay muchas familias en las que la ausencia de un chico por muchas horas está naturalizada, porque suelen permanecer gran parte del día en las calles".

Los datos son contundentes. Las redes de prostitución infantil existen y, en la ciudad de Santa Fe, miles de niñas y adolescentes presentan condiciones de vulnerabilidad para caer en ellas. Las acciones y herramientas tendientes a enfrentar este flagelo recién están en sus primeros pasos.

Ayuda

Las personas que tengan necesidad de denunciar la desaparición de un menor deben hacerlo en forma inmediata en la seccional más cercana. Además, pueden comunicarse al 0800-5553348, perteneciente a la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia (Saavedra 2059). Otra alternativa es llamar al Centro de Asistencia a la Víctima del Delito: 457-2993. También pueden dejar asentado el caso en los Juzgados de Menores o en Tribunales.

Un quiebre en la personalidad

Son muchas las niñas y adolescentes que presentan las condiciones de vulnerabilidad necesarias como para ingresar a las redes de prostitución. Sin embargo, salir de este infierno no resulta sencillo.

Según la psicóloga Laura Manzi, del Centro de Asistencia a la Víctima del Delito, "estas chicas reciben un tratamiento similar al de un campo de concentración. Sufren situaciones traumáticas, iniciaciones sexuales violentas, aislamientos, malos tratos físicos y amenazas, hasta que se logra el quiebre de la identidad de la persona".

"Esta suerte de despersonalización -explicó la profesional- genera la pérdida del control de sus cuerpos y de sus vidas, que se transforma en una sensación de que ya no son dueñas de su destino. Caen en una pasividad profunda, están atemorizadas a tal punto que sienten no tener derecho a nada. Pierden la dignidad, se sienten diferentes al resto y asumen el discurso de que, si no permanecen donde están, les puede ir peor. Llega un momento, en que bajan los brazos".

José Curiotto