Ricardo Daniel Altamirano habló como nunca lo había hecho...
"Cobré el primer sueldo y mi vieja me dijo: ¿No estarás robando vos?"
Nació en Laguna Paiva. Siendo muy joven llegó a Santa Fe para jugar en Unión, luego lo hizo en Independiente, River y la Selección Argentina. Sin embargo, el "Negro" se quedó con las ganas de participar en un mundial.

Con 41 años, a Ricardo Altamirano se lo ve físicamente casi igual a cuando se desplazaba raudamente por los laterales de las canchas de fútbol nacionales e internacionales.

Y así lo expresó su amigo Gustavo Nepote mientras se fundían en un abrazo en el bar La Citi, lugar perfecto para compartir un refresco mientras el "Negro" se entregaba a la charla planteada de antemano con El Litoral.

-¿Estás en contacto con Unión? -Hacía mucho que no venía, pero desde hace dos meses uno de mis hijos está entrenando en Unión, así que por lo menos hasta que empiecen las clases voy a acompañarlo. Si le va bien, vendré seguido a Santa Fe. Si no, seguiré viviendo como hasta ahora, más pegado a Laguna Paiva que a esta ciudad. -Te habrás encontrado con muchos conocidos...-Estuve en la presentación de los entrenadores de todas las inferiores y me encontré con el "Pelado" Centurión, la "Pepa" Armando, el "Corcho" Lerman y muchos otros ex compañeros míos que están trabajando en el club, Me comentaron que están bien ordenados en todo el fútbol amateur, algo que me reconforta y me alegra mucho. -¿Cuál es tu opinión sobre la actualidad de Unión?-La verdad es que no puedo criticar o dar mi punto de vista en lo futbolístico porque soy un unionista más, mi opinión no es muy imparcial. Calculá que con Craviotto compartimos distintos planteles, así que se me hace difícil hablar, pero lo que deseo es que le vaya bien y que pueda ascender este año, el nivel es muy parejo, la clave está en ganar de local. -¿Qué recordás de Craviotto? -En principio, es un tipo honesto y, además, muy trabajador. Me acuerdo de que en su habitación anotaba todos los trabajos que hacíamos cada día. Sin ser un obsesivo, no deja nada librado al azar, eso a la larga da sus frutos. Sería importante que lo banquen y que no pierda la confianza, como tampoco los jugadores, pero depende también del clima periodístico que haya para con él. -¿Cómo llegaste a Unión?-Fue de casualidad, lo acompañé a Ariel Catinot a una prueba que le consiguió su cuñado. En ese tiempo yo vivía en Santa Fe con Luis, uno de mis hermanos. No me acuerdo si trabajaba en una carnicería o como peón de albañil, porque había dejado la escuela y mi viejo me había sentenciado: "Si no estudiás, vas a trabajar", porque en ese tiempo era así. La cuestión es que yo llegaba del trabajo todos los días como a las dos de la tarde y un día me encuentro con un par de botines en casa que me había dejado Raúl, otro de mis hermanos. Entonces, me dice Luis: "A las tres tenés que ir a practicar a Unión". Yo tenía un sueño bárbaro pero igual agarré los botines, me tomé el colectivo y fui. -¿Con qué te encontraste cuando llegaste? -Estaban el "Negro" Sauco (que era el coordinador de divisiones inferiores) y Ramón Zanabria. íMe temblaban las piernas!, hasta que lo vi a Ariel (quien estaba igual que yo) y nos tranquilizamos un poco. Fuimos a la cancha auxiliar y nos fue bastante bien, vine como marcador central, después fui de cuatro. Íbamos todos los días hasta que nos citaron para firmar en el club. Al final, terminé jugando de tres. Me acuerdo de que en esa camada estaban el "Flaco" Passet, Marcelo López; al año siguiente llegó el "Beto" Acosta.

El "Negro" se hizo "diablo"

Tras el ascenso logrado con su querido Unión en el '89, que lo tuvo como uno de los goleadores en la primera final contra Colón. Con 24 años Altamirano emigró a Buenos Aires para incorporarse a Independiente. Así cuenta las peripecias de su llegada: "A Buenos Aires fui solo. Me acuerdo de que llegué un domingo a la noche y tenía que ir al hotel Salles, donde concentraba Independiente. Yo no tenía la menor idea de dónde quedaba; además, no me esperaba nadie. Cuando pude encontrar el hotel, me instalé y estuve solo hasta el martes a la noche. La verdad es que todavía no sé como no volví a Santa Fe ahí mismo. Pienso que son esas decisiones a las cuales les tenés que estar agradecido toda tu vida. No te imaginás lo que era estar dentro del cuarto horas y horas, no se me pasaba nunca el tiempo.

-¿Cómo fue tu primer encuentro con tus compañeros? -Nunca me voy a olvidar de la primera vez que los vi. Pasó a buscarme el micro por el hotel para ir a la práctica. Allí iban Insúa, Giusti, el arquero Pereira, el paraguayo Delgado, Monzón, Alfaro Moreno, unos nenes bárbaros. "¿Con quién hablo?", pensaba yo. Y ellos, íni bola me dieron! -¿Quién era el técnico de ese equipo?-El "Indio" Solari, quien tampoco tenía mucho diálogo con los jugadores. Fijate que a Independiente también llegué un poco por casualidad. Resulta que con Unión vamos a la cancha de Platense a jugar contra Italiano y estaba Salvador Capitano. Yo jugaba de cuatro y Horacio Humoller era el tres. Anduve muy bien, por lo que me recomendó para ir a Independiente. Una vez me dijo: "Póngase las pilas porque al que fui a ver en ese partido es a Humoller, no a usted".

El "Negro" se hizo "gallina"

Jugó tres años en Independiente y, aunque en lo futbolístico su paso por el club de Avellaneda fue positivo, institucionalmente el rojo tenía muchos problemas: "Los dos últimos años los jugué sin contrato y por el 20 por ciento. La verdad es que el club era un desastre, no le pagaban a nadie, arreglaban con los jugadores de más trayectoria y los demás teníamos que agachar la cabeza. Por eso, una vez que quedo libre, me habla Passarella para ir a River, incluso Basile ya me había citado para la selección, eso te da otra chapa. Además, a esa altura, Buenos Aires era como mi casa y yo ya era un jugador reconocido. Aparte, andaba bien, manteniendo la buena conducta, no salía nunca, terminaba el entrenamiento y me iba a dormir al departamento que compartía con uno de mis hermanos".

-¿Qué pasó por tu cabeza cuando llegaste a River?-De lo primero que me di cuenta es que es un club mucho más grande que Independiente. Yo ya no era el que alguna vez había venido de Unión de Santa Fe a Buenos Aires, llegaba con más antecedentes. Me acuerdo de que, en una de las primeras prácticas en Ezeiza, en una jugada lo "corto" a Ortega, que era un pibe, enseguida viene Passarella y me dice: "Tené cuidado, Ricardo, que el pibe es la joyita del club. Me gusta que juegues así pero no me lo vayas a lastimar". íQué lo voy a lastimar, si ya se había ido para la otra punta! -En esos tiempos River era una aplanadora...-Yo llegué en el '92, pero fue a partir del año siguiente que empezamos a ganar cosas. A fines del '94 Passarella fue a la selección y llegó Gallego, con quien salimos campeones invictos. Luego vino Babington, pero por seis meses solamente. Hasta que llegó Ramón Díaz, con quien ganamos todo, menos la Intercontinental, por ir demasiado confiados. Había unos jugadores impresionantes: Francescoli, Gallardo, Salas, Sorín, Astrada, Crespo, Ortega, Trotta, Hernán Díaz, Bonano. La temporada '96/'97 fue bárbara, me acuerdo de que era cuestión de pasar por el club todas las semanas a cobrar.

Lo que el fútbol le dejó

-¿Quiénes son tus amigos del fútbol?

-Ariel Catinot, sin dudas, aunque nos conocíamos desde antes. Empezamos en Unión en el año 1982, hicimos las inferiores y llegamos a primera los dos juntos hasta que en el '89 nos separamos, pero nunca perdimos el contacto. Nos veíamos en todas las vacaciones y todavía seguimos haciéndolo, a pesar de que él vive en Nelson.

-¿Qué jugadores recordás que te hayan marcado fuera de lo futbolístico?-Uno fue Roberto Pasucci, pero el que me dijo algo una vez y que no voy a olvidar nunca es el "Perro" Killer. Yo era muy joven y había cobrado mi primer sueldo. Ya con la plata en el bolsillo me dice: "Empezá a comprar ladrillitos y no gastés en boludeces porque esto dura poco". Igualmente pasé por la terminal y me compré un reloj. No te imaginás cuando llegué a mi casa y mi viejo me vio la plata y el reloj, "No estarás robando vos, ¿no?", fue lo primero que me dijo. -¿Y a tus hijos qué les decís?-No, yo a mis hijos les digo que estudien porque sé que les va a hacer falta y que tomen al fútbol como una diversión, porque no deja de ser eso. Además, la carrera de un jugador de fútbol profesional es corta y llegar a serlo se ha vuelto una lucha encarnizada: hoy en día, de cien chicos llegan dos como mucho.

Lo que Domingo le llevó

-¿Hiciste buena diferencia económica, Ricardo?-Sí, hasta que me agarró el corralito. Menos mal que no soy de hacerme muchos problemas; lo sufrí en su momento pero no le di más importancia de la que merecía. Soy una persona optimista, siempre veo el lado positivo y me consolaba escuchando al gerente del banco diciendo que a él también le había pasado lo mismo. -Pero la bronca después de tanto sacrificio se siente...-Por supuesto, pero realmente yo no me había dado cuenta o no entendía muy bien la gravedad del problema, hasta que tuve que ir al banco todas las semanas para que me den los trecientos pesos estipulados, recién ahí empecé a putearlo a Cavallo, porque decía: "El que depositó dólares recibirá dólares", pero a mí me daban pesos. Igualmente nunca me quejé. Además, supe hacer algunas inversiones mientras estaba en actividad. -¿No te pasa por la cabeza hacer algo ligado al fútbol?-Sí, cómo no... Me gustaría algún día poder dirigir a Unión, pero primero tengo que ser director técnico. Lástima que existe otro problema con los equipos de Santa Fe, el técnico que quiera dirigirlos tiene que trabajar primero en Buenos Aires para que después lo llamen. -¿No tuviste ninguna propuesta todavía?-La Comisión Directiva anterior me propuso dirigir la cuarta división, algo que no me entusiasmó del todo, por eso les dije: "Para que me echen de la cuarta, mejor dénme la primera y si me va mal, échenme", total, es mejor que te echen de la primera y no de la cuarta. -Según vos, ¿cuáles fueron tus cualidades para llegar adonde llegaste?-Laburé muchísimo y nadie me regaló nada. ¿Qué más se puede pedir?

Alberto Sánchez[email protected]