Entrevista a Horacio Rosatti

La Constitución, la ciudad y los hombres

 Horacio Rosatti,al igual que otros investigadores, reconstruyó la historia menuda.Foto: Guillermo Di Salvatore.. 

El 1° de mayo de 1853 se sancionó en Santa Fe la Constitución Nacional. Pero para eso, un grupo de hombres convivió durante meses con los lugareños, compartiendo costumbres sencillas e incertidumbre. Y protagonizando una historia que, aferrada a testimonios fragmentarios y huidizos, busca trascender los nombres de las calles y recordar a los santafesinos algunas de sus marcas de identidad.

A mediados de 1852, la aldeana ciudad de Santa Fe se vio completamente revolucionada por el arribo de un contingente de notables, cuya misión fue dejar sentadas las bases para la institucionalización argentina. Sus nombres quedaron registrados en la historia grande del país y hoy jalonan el trazado vial urbano, uno al lado del otro. Por entonces, sus huellas sólo se advertían en las calles arenosas, y se perdían entre las de perros y caballos que pululaban por el caserío. Pero si el ritmo pueblerino se vio convulsionado, también los visitantes tuvieron que adaptarse al calor, la austeridad, las escasas diversiones, las comidas pesadas y las siestas largas. Y tanto, que algunos se quedaron.

Un puñado de testimonios y unos pocos objetos dejan constancia de lo que ocurría cotidianamente en la Santa Fe de ese particular período histórico. Horacio Rosatti -que hoy se declara dedicado por completo a la actividad académica y profesional, y no a la política- tomó la posta de destacados historiadores, rastreó durante años voces y documentos, y los volcó en "El molde y la receta", subtitulado "La novela de la Constitución".

-�Qué encontraron los convencionales de 1853 cuando llegaron a Santa Fe?.-Una comunidad de unos 6 mil habitantes, con calles de arena, mucha vegetación y muchos animales. Poco urbanizada, salvo en la zona de la plaza matriz y las cuadrículas que rodean a las iglesias. Casas de adobe crudo, la mayoría sin blanquear. Unos pocos lugares para tomar algo, como el local de Merengo, que era una especie de almacén de ramos generales, donde vendían confituras y servían caña y aguardiente. -Y tuvo un papel importante en esta historia.-Claro. Los convencionales empezaron a llegar durante el segundo semestre de 1852. La comitiva en la que vino Urquiza y los representantes que tuvieron mayor protagonismo -fundamentalmente Juan María Gutiérrez y José Benjamín Gorostiaga- viajaron en vapor, remontando el río Paraná. Llegaron el 12 de setiembre, desembarcaron y después fueron en un lanchón a lo que hoy sería Puerto Piojo, que en ese momento era nada más que una barranca. Urquiza esa noche la pasó en lo que hoy es el Archivo Histórico, donde estuvo la casa del brigadier López. Y Gorostiaga y Gutiérrez durmieron en los altos de Merengo, que era en la esquina frente a Tribunales y Casa de Gobierno, donde hoy hay un café. -No había lugares especiales de alojamiento...-No, no había. En el caso de Merengo, en la planta baja estaba el negocio y la parte donde él vivía. Y la planta alta se las alquiló a Gorostiaga y a Gutiérrez. Otros convencionales pararon con los jesuitas, en el Colegio Inmaculada, y algún otro en el Convento de San Francisco. Algunos dicen que como Gorostiaga era una persona con ideas más seculares, no quiso parar en un convento. Además, uno de los temas que más se discutió es si debía haber una religión del Estado o libertad de cultos, y él era partidario de esto último. -Gorostiaga fue una de las figuras más destacadas de este proceso.-Es la persona que más trabajó en el texto de la Constitución, la persona más concentrada. Porque, como en ese momento se produjo el enfrentamiento con Buenos Aires, Urquiza tuvo que volver ahí. Y acá quedó una especie de tiempo muerto, desde septiembre hasta casi diciembre de 1852, en que los convencionales todavía no constituyeron el congreso. Es decir que trabajaban poco y estaban expectantes de lo que pasaba en Buenos Aires. Porque si la Confederación no triunfaba, todo el proyecto se desmoronaba. -�Y qué hacían en todo ese tiempo?-Dormir la siesta, por empezar. Bañarse en el río, hacer visitas. Algunos, relaciones sociales. Y ahí vinieron los noviazgos, Juan María Gutiérrez conoce a Geromita Cullen, con quien después se va a casar, lo mismo que Salustiano Zavalía con Emilia López y Luciano Torrent, con Severa Zavalla. Gorostiaga no. El escribía, leía, y fue el que redactó el proyecto constitucional. Es a quien Urquiza confió la cuestión técnica. Y el texto constitucional fue volcado en el molde de la Constitución de Estados Unidos, que era el único modelo de federalismo y presidencialismo que había. -De ahí viene lo de "el molde y la receta".-Claro, porque mientras Gorostiaga plasmaba esto en la planta alta de Merengo, en la planta baja se construía algo también muy importante para los argentinos, que es el alfajor con dulce de leche. Donde también se aplica lo del molde y la receta porque, a estar de los dichos de López Rosas y otros historiadores, el molde del alfajor es de Merengo, que es como llamaban a Hermenegildo Zubiría -no se sabe si porque tenía el delantal blanco, o porque se disfrazaba de oso blanco en los carnavales, como dicen otros. Pero la receta del dulce de leche es de unas viejas Piedrabuena que, según pude averiguar, resultaron ser tías abuelas de mi bisabuelo Joaquín. -No son muchos los testimonios que quedaron de la época.-Es que, como Urquiza se fue a Buenos Aires, todo el foco de la atención de los cronistas se desplazó allá. Y como no quedaron muchos testimonios materiales, hay que reconstruir todo a partir de retazos, de pequeños objetos. Y algunas cosas que uno ha escuchado de gente mayor, que a su vez ha escuchado de sus abuelos y así. En esa época hay una anécdota, que saqué de un libro de Aldao -y algo me contó Reynoso Aldao-, que me pareció muy interesante, porque aparentemente involucra a los dos convencionales por Santa Fe, Manuel Leiva y Seguí. Y fue que una noche, cuando Gorostiaga fue a subir a su dormitorio, se encontró con que le habían embardunado la baranda con materia fecal. Entonces, algunos dicen que pudo haber sido Seguí, porque era muy bromista -solía llevar lagartijas en el bolsillo para cuando le daba la mano a alguien, por ejemplo. Era una persona muy capaz, incluso con una intervención muy importante en la sesión donde se decidió sancionar la constitución, pero muy bromista. Otros dicen que podría ser Leiva, porque estaba en favor de un estado confesional. Pero no da el tipo, porque Leiva era muy serio. Así que uno tenía el motivo, pero no la personalidad; y otro la personalidad, pero aparentemente no el motivo. Pero los dos conocían la escalera. -Y les quedaba tiempo para ese tipo de cosas.-Hay un texto muy crítico de José María Rosa que dice que se trabajó muy poco, y que fueron muy pocos los que trabajaron, que copiaron y demás. Lo cierto es que las actas de la convención son muy escuetas. Solamente registran discusiones en cuatro o cinco temas: si debía o no sancionarse la Constitución, la cuestión religiosa, la cuestión tributaria. Se aprobó el 30 de abril y esa noche, hasta el 1° de mayo, Juan del Campillo la pasó a mano, en un libro de contabilidad, que ahora está en exhibición en el Senado. Yo encontré sus anteojos -con los que probablemente caligrafió la Constitución- en la casa de Pedro Frías, en Córdoba, cuando los estaba usando para buscar un número en la guía; porque su mujer es tataranieta de Juan del Campillo. Le insistí tanto que al final me los dio, así que le mandé otro par para reponerlos. Es uno de los pocos objetos que han quedado. -Que tuvieron que ser rastreados por los investigadores.-Claro, porque el Cabildo fue demolido en 1907. Gracias a Clementino Paredes, por ejemplo, tenemos en el Museo Histórico el escudo que estaba en el Cabildo. También quedó el sello que se usó para lacrar el texto final, la mesa que -según se cree- fue la utilizada, aunque le cortaron una parte y le agregaron un cajón. Hoy está en el Arzobispado y se puede ver que tiene bordes redondeados. Pero, por ejemplo, cuando Antonio Alice pintó el cuadro, que le llevó 12 años de trabajo e investigación, no sabía cómo era. Por eso la pintó cubierta. -�No había más muebles en el Cabildo?-Es que estaba decorado con muebles prestados por algunas familias, y otros enviados por Urquiza desde San Nicolás, que se usaron cuando se firmó el Acuerdo. De todos modos era una ciudad pobre, muy austera en esa época. Así que mucho no había. Y el Cabildo fue sede del Pacto Federal, después de la reforma del '60. Es decir, acontecimientos históricos importantísimos. Pero lamentablemente en 1907 fue demolido para dar paso a la Casa de Gobierno. -�Qué aspecto tenía esa plaza matriz, con el Cabildo?-Bueno, el Cabildo era un edificio más pequeño que la actual Casa de Gobierno, más bajo. Ocupaba la mitad de la calle, en el centro. Y a los costados había otras construcciones, casas de familia. Al frente estaban los naranjos, que tanto llamaron la atención de los visitantes y algunos de cuyos parientes hoy están en el patio de la Inmaculada. En la acuarela de Matthis se ve cómo era la plaza en ese momento. De arena, dominada por estas construcciones, la iglesia de los jesuitas, la construcción un poco derruida de la Inmaculada -porque los jesuitas habían sido echados-, bastante derruido el Convento de San Francisco, la iglesia matriz y los dominicos. Y dicen que se veía el Paraná, enfrente. -Volvamos a la vida cotidiana. Se dice que el calor produjo un impacto importante en los visitantes.-Sí, y no sólo el calor, por lo que se cuenta. Por un lado, es cierto, venían con levita, frac, zapatos cerrados y tuvieron que desprenderse de todo eso, para adaptarse al clima. Pero también parece que quedaron muy impresionados con las chicas santafesinas, que se ve que, según se comenta, eran muy lindas. Por ejemplo, lo dice Juan María Gutiérrez y menciona como un atractivo particular la forma de caminar, muy ondulante, aparentemente producto de caminar descalzas en la arena. -�Cuáles eran las actividades cotidianas de hombres y mujeres?-Los roles estaban bien divididos. Los hombres explotaban la leña, el carbón, actividades portuarias. Las mujeres se ocupaban de los quehaceres domésticos, misa por la mañana, preparación de la comida. Y por la tarde, baño en el río, visitas. Las mujeres viejas fumaban cigarros artesanales. Y como entretenimiento, carreras cuadreras, riñas de gallos, pesca. A veces bailes, pero todo en un marco de mucha austeridad. Y así fue con los convencionales, también, al punto que algunos tuvieron que ser mantenidos por familias de aquí, porque no siempre les llegaba dinero. Algo muy digno y muy destacable, si uno toma en cuenta mucho de lo que vino después.

"Alquilones" y ex rosistas

-�Qué podemos decir de los convencionales? �Eran todas personas con algún desarrollo intelectual o algunos eran meros figurones?

-Había de todo. Lo que critica José María Rosa es que, en general, no hay mucha coincidencia entre el lugar de nacimiento o radicación del convencional y la provincia a la que representa. Y esto es cierto. Él habla de los convencionales "alquilones", porque se alquilaban para una provincia siendo de otra. Urquiza tuvo una incidencia importantísima en la designación de muchos. Pero estaba gente valiosa, como Pedro Ferré, Pedro Díaz Colodrero, Juan del Campillo, Manuel Leiva, Seguí, Lavaisse. Había clérigos, militares, gente con mucha experiencia política, literatos como Juan María Gutiérrez, estudiosos como Gorostiaga. Yo diría que era un nivel muy bueno.

-Podría decirse que eran representativos.-En general, se seguía el esquema de conformación del poder tradicional de Argentina después de la Revolución de Mayo. Y el choque más importante se dio entre un pensamiento más tradicional y otro más reformador. Pero creo que fue una convención en la que los convencionales estuvieron a la altura de las circunstancias. Con problemas de comunicación, incertidumbre política y un remarcable marco de austeridad. -�También jugaron intereses personales?-Se dice que algunos tenían aspiraciones, que después concretaron; que otros habían sido rosistas. Pero, bueno, todo eso es legítimo y es muy difícil encontrar ejemplos en la historia de la humanidad en que no haya sido así. Y yo creo que fue un acto que, lamentablemente, por la desaparición de los testimonios físicos, no tiene la relevancia que debería tener. Uno tiene el Cabildo de Buenos Aires, la Casa de Tucumán. Pero acá no quedó nada.

Otras celebridades

Urquiza y los representantes de las provincias no fueron las únicas figuras notables que se pudieron ver en Santa Fe por aquella época. De hecho, el propio Cabildo fue blanqueado por una impensada celebridad. Esa tarea que, según consigna Rosatti, bien pudo haber sido llevada a cabo por un preso -como era habitual en la época, máxime cuando había calabozos en el propio edificio- estuvo a cargo de Amadeo Gras, un concertista europeo que es también quien trajo al país la técnica del daguerrotipo. Y que, en años posteriores, se labró reputación retratando a toda la alta sociedad del virreinato.

También se recuerda a Bandurria Bustamante, quien fuera tambor de Belgrano en la batalla de Tucumán y aseguraba haber tomado parte en la resistencia a las Invasiones Inglesas. Bustamante solía tocar el tambor en el Cabildo y subsistía con una modesta pensión, consistente en cierta cantidad de carne por día. Murió en 1883, a los 92 años, casi ciego, enfermo y en la más completa miseria.

Emerio Agretti