Un maravilloso poder que resiste el olvido

"Mercado paraguayo", óleo, de César Fernández Navarro.. 

Hay un espejo para verse el alma. Está en Santa Fe, y la entrada no cuesta nada. Cualquiera que se anime puede mirarse en él. Hay quien puede no verse reflejado, pero el que observa con atención, algo descubrirá. textos de Ignacio Hintermeister.

No importa cuán ignorante se pueda ser del arte. No hace falta ilustración alguna; sólo se requiere apelar a la sensibilidad propia de la condición humana -de la que nadie está exento- para dejar que los ojos descubran. El aburrimiento siempre es un riesgo, pero el deslumbramiento es una posibilidad, una tentación que bien vale el intento.

Más aún si esa tentación tiene forma de mujer. "Jamás se inventará nada mejor que la mujer desnuda", dijo Auguste Renoir.

El viaje que se requiere es corto. Sólo hace falta llegar hasta el museo Rosa Galisteo de Rodríguez, despojarse de prejuicios y disponerse en el silencio para apreciar.

Mirar a los ojos a Rosina, Sira y Gianina, observar el torso de una mujer desnuda, descubrir una boca sensual debajo de un velo negro, espiar a una isleña en su tocador, imaginar elucubraciones detrás de una máscara y una sonrisa sugestivas, adivinar pensamientos, admirar manos marcadas.

Las pinturas hablan de la condición humana, de la mujer. Están el artista que alguna vez, hace tiempo, hizo su trabajo. Está la obra, que tiene su propia identidad, y está cada uno descubriendo lo que con su propia mirada quiere o puede ver.

Hay que pararse frente a la pintura para dejar surgir el sentimiento propio. Quien pueda apreciar la técnica, bien; pero lo importante son los colores, las formas, las luces y las sombras, las texturas y todo lo que cada uno deje surgir en sí mismo frente a la obra de arte.

"Los espejos se emplean para verse la cara; el arte para verse el alma", dice George Bernard Shaw desde el logrado catálogo de la muestra "Más Rosa que nunca", la primera que el noble Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez ofrece en sus renovadas salas.

¿Alguien puede abstraerse de la tentación de verse el alma?

-íPasen y vean, señoras y señores! íDescubran con sus propios ojos el espejo que desnuda sus almas!

Si un maestro de ceremonias -con moño y galera- vociferara tal consigna desde un carromato, un sábado a la mañana en la peatonal San Martín, con música circense, rodeado de leones y acróbatas, conseguiría seguramente a muchos incautos dispuestos a pagar una entrada. La del museo no es una promesa vana, y además no hay que pagar nada.

Belleza, frustración, deseo, sufrimiento, incertidumbre, morbo, risa, sublimación, degradación, liberación, represión, vida, muerte... todo está allí, en uno, convocado por las pinceladas.

Para celebrar

¿Cuánto tiempo estuvieron esas pinturas encerradas en una bodega? Un agudo observador acertó en comentar que por suerte los amigos de lo ajeno no saben apreciarlas.

A ellas, a las pinturas, no les importa el reloj. Están más allá de torpezas, olvidos o imbecilidades, y sólo necesitan algunas buenas voluntades para salir y deslumbrar con todo su poder.

El tiempo transcurrido no las afecta. En todo caso empobrece a quienes por anemia, amnesia y anomia se fueron quedando sin la ocasión de poder apreciarlas. Ahora salen a la luz en un nuevo escenario, y la ciudad lo debe celebrar.

No importa que alguna autoridad sostenga su pretensión de identidad sólo en un género musical por el simple hecho de ser masivo y por tanto pasible de especulación electoral. Tampoco es cuestión de confrontar lo masivo con las bellas artes. Nada de eso tiene sentido.

Desde que el hombre del paleolítico plasmó sus pinturas rupestres en las cavernas, nació la polémica. ¿Eran cazadores o ya gozaban del ocio que requiere la práctica del arte, mientras otros trabajan para procurarle el sustento?

De la prehistoria hacia acá, la relación entre artista y mecenas (príncipes, reyes, papas) reforzó la idea elitista de un arte superior. Y con el Estado Moderno, fue la burguesía la encarnó el rol del malo de la película.

Mientras políticos, historiadores, sociólogos y críticos discuten posiciones intelectualizadas, el Rosa Galisteo invita a una experiencia que no reconoce distinciones. Las pinturas expuestas recorren a la mujer en su piel, en su tiempo y en sus circunstancias, desde la estética, el sentimiento, el alma y también desde la condición social.

La muestra es un espacio abierto que promete renovarse con las obras del patrimonio propio, y que ahora -con el aporte de la Cervecería Santa Fe- tiene salas adecuadas para una digna exhibición.

¿Es esta una invitación burguesa? Posiblemente sea esa una pregunta extemporánea. Pero si alguien aún se la hace, no debe olvidar que la burguesía es la que instaló la idea de República, y en rigor supone un ideal de igualación hacia lo mejor.

Quienes conocen del tema, señalan que el patrimonio del Rosa Galisteo es uno de los más importantes del país. Posiblemente, con la iniciativa del grupo cervecero, otros actores privados -y públicos- descubran que bien vale hacer política con un cuadro, tal como sucede con un partido de fútbol o una carrera de autos. No en vano las grandes capitales del mundo invierten en bellas artes.

Política, se necesita

El arte educa, el arte cura, el arte alimenta. Quien no lo haya experimentado, puede intentar con cualquiera de sus manifestaciones. La pintura es una de sus expresiones sublimes.

No es lo mismo política que especulación electoral. La política no es mala palabra. El arte es parte necesaria de la política, y el Rosa Galisteo merece atención en una política de Estado.

El arquitecto Marcelo Olmos, director del Museo, sostiene desde la editorial del catálogo de la muestra que "una excelente colección, un buen equipo humano y una infraestructura de calidad son elementos imprescindibles para la tarea de un museo, y afortunadamente el Galisteo va completando estos requisitos con el aporte del gobierno y la comunidad santafesina, para disfrute de todos".

A ese concepto se debe añadir una mirada integradora -que no excluye pero que excede las competencias propias del director- que refuerce el sentido y sustento de las recorridas escolares, que difunda más y mejor el valor del patrimonio del museo, que promueva su existencia y multiplique su capital.

Fernando Sanchís, gerente de CCU Argentina -propietaria de Cervecería Santa Fe- ha ratificado su compromiso con la ciudad. Paola Massa y Analía Fouine aportaron su investigación a la organización de la muestra, que cuenta con el montaje de Guillermo Hoyos y es apoyada con textos de Juan Bautista Walpen. Marcela Casco y Gabriela Leiva sumaron los servicios educativos.

Los que conocen de bellas artes no necesitan invitación. Los que no, tienen una gran ocasión, la posibilidad de experimentar un poder que resiste el paso del tiempo.

Eterna musa inspiradora

LA MUJER

El catálogo de la muestra "Más Rosa que nunca" contempla las siguientes obras: "Rosina, Sira y Giannina", óleo de María Catalina Otero Lamas;

"Diálogo con el collar", óleo de César Herrero Miranda; "Torso de mujer", acuarela de Jorge Soto Acebal; "Fotografía de María Rossa", óleo de Emilio Pettoruti; "Descanso", óleo de Lino Enéas Spilimbergo; "La niña del vestido celeste", de Raúl Cipriano Soldi; "Torso", óleo de Fernando Fader; "Figura en el paisaje", óleo de Juan Carlos Castagnino; "El velo negro", óleo de Juan Carlos Alonso; "Comedia", óleo de Miguel Carlos Victorica; "Tocador isleño", óleo de Matías Molina; "Retrato", óleo de Savino Tofanari; "Desnudo", óleo sobre lienzo de Aldo Severi; "Desnudo", óleo de Emilio Caraffa; "Hermanas", óleo de Enrique Estrada Bello; "El palco", óleo de Enrique José Larrañaga; "Hilanderas catamarqueñas", óleo de Jorge Bermúdez; "Lectora", óleo de Gastón Jarry; "Figura símbolo", óleo sobre lienzo de Raquel Forner; "Maternidad", óleo de Ricardo Supisiche; "Mercado paraguayo", óleo de César Fernández Navarro; "El diván amarillo", óleo de Norah Borges; "La calle", óleo de Hércules Solari; "Retrato", óleo de Hildara Pérez de Llansó; "Desnudo", óleo de Ana Weiss de Rossi; "Mujeres en el maizal", óleo sobre tablas de Roberto Azzoni; "Miss L.T.", óleo sobre lienzo de Ernesto De La Cárcova; "La viejita", óleo sobre lienzo de Francisco Vidal; "Ensayo", óleo de José Domenechini; "Desnudo", óleo de Enrique Borla; "En el balcón", óleo de Francisco Vidal; "La carta", mixta de César López Claro; "Piel manzana", mixta de Miryan Robbiano; "La niña del ukelele", óleo de Marina Delia Bengoechea; "Figura", óleo de Antonio Berni; "Niña con paloma", óleo de Guido Goliardo Amicarelli; "Squieusses", óleo sobre lienzo de Francisco Pons Arnau; "Mujeres de Jujuy", óleo de Medardo Pantoja; "Una chica de mi barrio", óleo de Salvador Strigna y "Retrato de niña", óleo de Lia Correa Morales.

Visita guiada

El próximo miércoles 10 de mayo, el director del Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez, arquitecto Marcelo Olmos, realizará una visita guiada a la muestra "Más Rosa que nunca".

Para quienes quieran apreciar esta selección de obras con la mujer como eje temático, el horario es a las 19, y el acceso, libre y gratuito.

El patrimonio

"Todo museo tiene a su colección como el eje principal de su actividad y la razón de ser de su existencia. Ella marca la especificidad de la institución y ordena su accionar. Y el Galisteo no es una excepción. A partir de este año y gracias al auspicio de Cicsa, el Museo dedica las salas primitivas de la institución a la exhibición de obras de su colección, organizadas en ejes temáticos que permitan su apreciación y conocimiento", explica desde el catálogo el director del museo, Marcelo Olmos.

Los organizadores

La organización de esta muestra demandó el trabajo de varias personas. Investigación, textos y selección: Paola Massa y Analía Fouine; textos: Juan Bautista Walpen; montaje: Guillermo Hoyos y Servicios Educativos: Marcela Casco y Gabriela Leiva.