Cicerón filósofo

Por Silvio Cornú

Marco Tulio Cicerón (Arpinum, 106 a.C.-Formia, 43 a.C.) encauzó su formación ecléctica hacia la conveniencia de que la retórica (la oratoria no sólo en la práctica forense sino en la más amplia praxis política y pública) estuviese sustentada por una sapiencia ético-política que sólo la filosofía podía brindar.

Las obras filosóficas de Cicerón tienen un doble interés: el intrínseco, no carente de rasgos originales, y el histórico-literario, ya que Cicerón tuvo un rol de primerísimo orden en la difusión de la filosofía griega en la cultura romana, con informaciones sobre el pensamiento estoico, epicúreo y neoacadémico, lo cual implicó la transposición, adaptación y versión de conceptos del pensamiento griego que enriquecieron para siempre al latín.

Se ha convenido en que la historia de la literatura latina comienza con Livio Andrónico, en el 240 a.C., cuando lleva a la escena su primer drama, reelaboración de una obra teatral griega. Pero el verdadero aporte de Livio Andrónico fue la traducción de la "Odisea" de Homero, logrando hacer comprensibles y cercanas las alusiones y referencias del texto para acercarlo a los lectores latinos.

Cicerón sigue en esa tradición de "traducciones artísticas" y las licencias que se permite al resumir, transformar o acentuar tonos declamatorios no lo desvían nunca de una sustancial fidelidad a las fuentes griegas. Al extremo de que su obra más meritoria en el campo poético sea probablemente su "Carmina Aratea", primera traducción latina del poema astronómico griego, en la que Cicerón se aleja del original para crear una nueva composición, atada a los modelos del pasado pero preanunciando en latencia la gran literatura latina del futuro, influenciando a Lucrecio, a Virgilio y a los escritores latinos que les sucedieron.

La edición bilingüe de "Tratados filosóficos I" que acaba de presentar Losada incluye tres textos: "Lelio o sobre la Amistad"; "Catón el Mayor o sobre la Vejez" y "El sueño de Escipión".

Como nota Alain Michel, Cicerón utiliza el expediente de comenzar sus obras filosóficas cediendo la palabra a otro, ciertamente con el afán de apoyarse en autoridades de firme prestigio. Pero a continuación, como señala Jorge Mainero en la introducción de estos "Tratados filosóficos I" "al retornar al tratamiento de un determinado tema o disciplina en nuevas obras, es el propio Cicerón el que asume el protagonismo, aislándose en una meditación personal, en la que sin embargo se cifra la Urbe de la que él es portavoz".

"Laelius de Amicitia" es, junto con "De Officiis" ("Sobre los deberes"), la última obra de Cicerón. En ella, Cayo Lelio dialoga con sus dos yernos, y expone la grandeza, las razones y los fundamentos de la amistad, que exhorta a preferir sobre todas las otras pasiones humanas. La amistad se basa en la virtud y la verdad compartida, sin la posibilidad de que incluya sentimientos unilaterales, diferencias, traiciones o ausencia de afectos, que sí pueden intervenir en las relaciones amorosas o de parentesco. "Cato Maior de Senectute" da la palabra a un venerable anciano, quien explica a Escipión Emiliano y a Lelio, las posibilidades de que la vejez se transforme en una edad del hombre tan rica y plena como pueden serlo la infancia, la juventud o la madurez. Lo hace discutiendo y demostrando la falacia de las cuatro causas por las cuales la vejez es juzgada desafortunada: porque nos apartaría de los asuntos que deben atenderse; porque volvería más débil el cuerpo; porque nos privaría casi de todos los placeres, y porque no distaría demasiado de la muerte. "Somnium Scipionis" pertenece a la primera etapa de los escritos filosóficos de Cicerón. Es un fragmento de "De Re Publica" ("Sobre la República"), texto que originariamente conformaba seis libros, de los cuales se conservan los dos primeros y parte del sexto, al que pertenece precisamente "El sueño de Escipión". El general y estadista Escipión Emiliano, rodeado de amigos, cuenta un sueño en el cual su abuelo adoptivo, Escipión el Africano, le revela el destino de inmortalidad que está reservado para los virtuosos y para los bienhechores de la patria, estableciendo que en el alma reside la verdadera esencia de la humanidad, y que habrá un premio de veloz vuelo hacia la morada celeste para quienes ejercitaron una vida noble, mientras que quienes se entregaron como esclavos a los placeres del cuerpo y violaron las leyes humanas y divinas, tendrán un alma que deberá deslizarse fuera de los cuerpos y vagabundear dando vueltas por la tierra, atormentada durante muchos siglos, antes de elevarse.