TEMA CENTRAL / DÍA DEL NIÑO
Las abuelas cuentacuentos renuevan el hechizo
Vení que te cuento. En Resistencia (Chaco), la Fundación Mempo Giardinelli puso en marcha una iniciativa que busca mejorar la calidad de vida de las personas. Las Abuelas Cuentacuentos comparten historias en voz alta con niños, en hogares, escuelas y comedores. Se formará un grupo en Santa Fe.

"Leer cuentos a los chicos es uno de los actos más hermosos que una abuela puede experimentar. Es una oportunidad única para promover el desarrollo de su imaginación, creatividad e inteligencia, y es la herramienta ideal para fortalecer los lazos con los niños, transmitir buenos valores, alegría, diversión y proponer nuevos cuentos para el siguiente encuentro", explica María Inés Carena, que vive en Rafaela y está recientemente jubilada de la docencia.

A mitad del año pasado, María Inés leyó una nota que publicaba uno de los diarios locales sobre la propuesta de una librería, de crear un grupo de personas que pudieran destinar algún tiempo libre a la lectura de cuentos para niños. En un principio la idea le sorprendió, pero después decidió sumarse porque disfruta mucho de estar en contacto con los chicos. Fue así como, con su aporte y el de otras tantas rafaelinas, surgió un nuevo grupo de Abuelas Cuentacuentos.

La propuesta original se inició en el año 2001 en Resistencia (Chaco) a partir de la Fundación Mempo Giardinelli, y actualmente se está diseminando por gran cantidad de ciudades argentinas, entre ellas -próximamente- Santa Fe y Rosario.

Natalia Porta López es la vicepresidenta de la Fundación Mempo Giardinelli, de Resistencia (www.fundamgiardinelli.org.ar), y es la encargada de coordinar el Programa de Abuelas Cuentacuentos. En diálogo telefónico con Nosotros desde la capital chaqueña, recordó que la idea de formar estos grupos surgió del escritor nacido en esas tierras, Mempo Giardinelli, autor de varias novelas, libros de cuentos y ensayos (www.mempogiardinelli.com). "Mempo Giardinelli vio en Alemania a mujeres leyendo para enfermos terminales y, en lugar de ayudar a bien morir, él decidió que si podíamos lo íbamos a implementar acá para bien vivir. Por eso se apuntó a los chicos, que tienen toda la vida por delante", contó.

Buenos resultados

El programa empezó en Resistencia en 2001, con una prueba piloto con seis abuelas que -libro en mano y en voz alta- comenzaron a contar los primeros cuentos a los chicos. Como funcionó muy bien, se decidió sistematizar la experiencia, llevar registros de cada lectura y organizar bien el trabajo. En 2002 ya se había conseguido reunir a 14 abuelas, las que actualmente llegan a ser 60.

El programa hoy consiguió extenderse a otras 31 ciudades del país, entre las que se cuentan Rafaela y Vila, en nuestra provincia. En Santa Fe y en Rosario existen algunas voluntarias que quieren empezar con esta actividad que fomenta la lectura y el intercambio intergeneracional, y vienen organizándose para iniciarla en el corto plazo.

La coordinadora del programa aclaró que "las voluntarias lectoras no necesariamente tienen que ser abuelas, sino que Abuelas Cuentacuentos es el nombre de quien ejerce ese rol. Puede ser cualquier persona, de cualquier sexo y edad. La mayor parte son personas que están recién retiradas y quieren hacer algo con su vida, y encuentran en esto realmente una actividad muy linda".

Aseguró que se consigue una resignificación del rol de estas abuelas, incluso social. "Se produce un empoderamiento de la persona, porque nosotros les damos total libertad para que, en nombre de la Fundación, genere una relación con una institución importante para su comunidad local, como -por ejemplo- la escuela. Se convierten realmente en líderes de procesos de fomento de lectura en ese ámbito. Después que aparece la abuela, las docentes generalmente quieren tomar un curso, se acercan a la Fundación, buscan material para acompañar ese proceso que empieza cuando la abuela llega. Hay algunas que llevan leyendo cinco años para los mismos chicos y pueden ver ahora claramente los resultados", opinó.

Un plus personal

Las voluntarias lectoras reciben una capacitación previa al inicio de la lectura en las escuelas o instituciones seleccionadas. Son sólo unas pocas indicaciones de la metodología de trabajo, ya que el resto es libre.

"El programa pretende que se reproduzca ese momento de intimidad y de belleza que surge cuando el adulto se sienta a leer en la cama de un chico, para lo cual no se necesita capacitación", admitió Natalia Porta López.

Sin embargo, comentó que "esa situación se reproduce a una escala mayor de público (los grupos no son mayores a un aula) y generalmente las personas que se acercan al programa es porque saben leer, que tienen un plus en su lectura en voz alta. Son personas que realmente han amado la lectura y han tenido estas experiencias con los propios hijos o quizás con alumnos, y ahora tienen un rol nuevo, una manera nueva de ejercer un contacto con los más chicos".

"Las lecturas son generalmente cortas, de unos 20 minutos, porque la idea es dejarlos siempre con ganas y no aburridos de tanto leer. Cuando empiezan a pedir otro cuento, las abuelas tienen instrucciones para leer una adivinanza, un poema corto, una copla, o una nana (unos versos muy cortos que generalmente se usan para hacer dormir a los chicos). Es como un regalo que les dejan y que les dan ganas para un nuevo encuentro", explicó.

Material y destinatarios

En relación con los libros, precisó que son textos seleccionados, buena literatura, que las abuelas van rotando entre ellas para ofrecer diferentes lecturas a los chicos. Además, aclaró sobre los destinatarios: "Nosotros queríamos que la actividad fuera directamente a las escuelas, pero había abuelas que tenían otras ocasiones de lectura, por sus relaciones. Por ejemplo, querían leer en comedores, hospitales o parroquias. Por eso, la lección que tuvimos es que había que dejarlas y eso es lo que hacen las abuelas: cubren esas necesidades, que también son grandes. De esta manera, hay abuelas que leen en orfanatos o para otros abuelos en geriátricos, es decir, los públicos son múltiples y diversos".

Con esfuerzo, las abuelas van renovando sus lecturas "pero no son suficientes, nunca es suficiente el material -aseguró Porta López-, porque a pesar de que permanentemente están recibiendo donaciones, haciendo compras o actividades a beneficio para comprar más libros, los textos se van `consumiendo' rápidamente. En Resistencia utilizamos un texto por semana, por 60 abuelas, por lo cual siempre se necesitan más".

Trasciende las fronteras

Este año, el ministro de Educación de la Nación, Daniel Filmus, presentó la versión nacional de la idea. Apoyado por Pami y la Fundación YPF, el Programa de Abuelas Cuentacuentos se transformará en política del Estado argentino.

Por este motivo, los organizadores del programa en la Fundación Mempo Giardinelli capacitarán -a partir de septiembre- a coordinadores y voluntarios lectores de todo el país. Recibirán una edición especial de antologías de cuentos para niños, editada por la Campaña Nacional de Lectura.

Pero, además, ciudades como Ciudad Juárez y Monterrey (México), Lima (Perú), Derbyshire (Inglaterra), Richmond (USA) y Medellín (Colombia), Guatemala y Quito (Ecuador) también comenzaron la actividad, con el apoyo de la institución chaqueña.

Por otro lado, la Fundación Hábitat Colombia llevó al reciente World Urban Forum de Vancouver -organizado por Naciones Unidas Habitat-, la experiencia de la réplica del Programa de Abuelas Cuentacuentos de la Fundación Mempo Giardinelli en Medellín. Fue presentado por Lucelena Betancur, presidenta de esa entidad, como modelo de transferencia exitosa de buenas prácticas urbanas. Estas ideas, que contribuyen a mejorar la vida de las personas en un lugar de la comunidad internacional, está empeñada en demostrar que pueden ser implementadas y aprovechadas en otros espacios geográficos.

La experiencia en Rafaela

María Inés Carena está realmente complacida con la experiencia adquirida en este tiempo de actividad. Relató que "es una propuesta hermosa y placentera. Se trata de abuelas lectoras, pero no significa que tengan que ser abuelas sino que les guste el contacto con los chicos y que lean cuentos, con el libro en la mano, para transmitir su valor simbólico. El objetivo es fomentar la lectura desde la primera infancia. Se trata de un espacio de encuentro entre generaciones, en donde se crea un lazo muy gratificante y se hacen recíprocas las muestras de afecto".

A pesar de que advirtió que su experiencia como docente ayudó mucho en su nueva actividad voluntaria, dijo que la receptividad de los grupos de niños que ha tenido hasta el momento fue excelente. Por eso, sigue convencida de que "recuperar el placer de la lectura no es imposible" y por eso apuesta a esta iniciativa, que realiza con placer y gratificación.

Irene Berzero comparte el grupo de Abuelas Cuentacuentos con María Inés, en Rafaela. Se integró al grupo luego de haber escuchado a Mempo Giardinelli en un programa de televisión, unos 3 ó 4 años atrás. Opinó que "en lo referente a la cultura, me pareció un proyecto muy bueno, y cuando estuvo esta posibilidad en Rafaela no dudé en integrarme. Además, la actividad no es sistemática y uno maneja sus tiempos y los cumple, porque lo tomamos como un compromiso".

Ella -confesa interesada en la narrativa- eligió una escuela que le quedara cerca de su casa, de no muy altos recursos económicos, y al principio iba un día a la semana. Pero posteriormente se involucró más con el hecho de contar cuentos a los chicos, y este año ya tiene dos escuelas y varios cursos para hacerlo. Aseguró que en los comienzos se inició leyendo "los libros de cuentos de mis hijos, ya que todos se fueron de casa porque son grandes", pero después buscó otra bibliografía.

Un placer especial

Analía Faber es la coordinadora en Rafaela del Programa de Abuelas Cuentacuentos, que comenzó a trabajar en abril del año pasado. Actualmente, participan nueve voluntarias: Beatriz Duverne, Marta Poma, Irene Berzero, Isabel Gerez, Graciela Zanetti, Liliana Imoberdof, Elida García, María Inés Carena y Teresita Tosco.

La actividad se desarrolla en escuelas de EGB de distintos niveles socioculturales, entre las que se cuentan los establecimientos educativos Paul Harris (barrio marginal); Cristóbal Colón, Gabriela Mistral, Don Tomás y J.B. Langhier (nivel medio); Villa Podio (nivel bajo); y el Colegio Misericordia (privada de nivel medio-alto).

Analía insistió en que "la actividad debe representar un placer para las abuelas, quienes eligen la escuela a la que quieren ir, acomodan sus tiempos y deciden si van a leerles a niños más pequeños o a los más grandecitos. Este año, Isabel fue invitada por las docentes de una escuela especial para leerle a niños discapacitados, con motivo del Día del Libro. Nos contó que la experiencia fue maravillosa y es probable que continuemos allí. Nos reunimos cada 15 días, oportunidad en la que cada una cuenta su experiencia y elige los libros que luego van a ser leídos en las escuelas".

Un trabajo distinguido

PREMIOS PARA EL PROGRAMA

Desde su creación, el Programa de Abuelas Cuentacuentos recibió las siguientes distinciones:

  • Calificación Best Practice 2004, otorgado por Naciones Unidas Hábitat y la Municipalidad de Dubai.
  • Premio "Un mundo sin límites", otorgado en el año 2005 por Ilimita, Plan Iberoamericano de Lectura de la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos), el Cerlalc (Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, dependiente de la Unesco) y la Cámara Colombiana del Libro.
  • Premio "Medellín 2005" a la transferencia de Buenas Prácticas, otorgado por el Foro Iberoamericano de Buenas Prácticas (formado por Naciones Unidas Hábitat, Ministerio de Vivienda del Gobierno de España, Fundación Hábitat Colombia, Asociación Civil El Agora, Instituto Brasileño de Administración Municipal, Centro de la Vivienda y Estudios Urbanos) y la Municipalidad de Medellín.
  • Distinción "Harmony 2006", de Best Cultural Practices, otorgado por el Fondo Internacional para la Promoción de la Cultura de la Unesco y la Development Asset Management del grupo bancario francés Crédit Agricole. Recompensa prácticas ejemplares, que contribuyen a mejorar la calidad de vida desde propuestas culturales válidas para todo el mundo. Entre los criterios de selección que utilizó el jurado de Unesco este año, destaca la capacidad de aportar soluciones a problemas del mundo contemporáneo, la contribución a mantener un equilibrio armónico entre las comunidades y sus estilos de vida, y las posibilidades de transmisión, adaptación y reproducción.
  • Premio "Pregonero 2006", instituido como adhesión a la Feria del Libro Infantil y Juvenil, que se realizó recientemente en la Ciudad de Buenos Aires, que tiene como objetivo dar público reconocimiento a los difusores de la literatura infantil y juvenil argentina.
  • La Fundación

    Promover cultura

    La gestión de este voluntariado llamado Abuelas Cuentacuentos es una actividad emblemática de la Fundación Mempo Giardinelli, "que es una ONG que tiene por misión esencial la promoción y fomento de la lectura. Es una institución de índole educativa que desarrolla su acción y sus programas a través de un Centro de Estudios, y a la vez procura satisfacer la demanda de Cultura, presente y futura, en el Chaco y en todo el Nordeste Argentino".

    >Formarse

    Para contar

    A fines de este mes de agosto, las Abuelas Cuentacuentos de la región participarán de un encuentro con una especialista en literatura infantil y juvenil: la escritora Graciela Falbo.

    La charla se realizará en la Librería Faber, de Rafaela.

    Foro

    Experiencias compartidas

    Por otro lado, en el marco del Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura, se realizará una especie de encuentro nacional de Abuelas Cuentacuentos, que reunirá a quienes participan del programa en las diferentes ciudades, para compartir sus experiencias.

    Para ellas se ha programado un taller gratuito de Lectura en Voz Alta con la especialista en narración y lectura Ana Padovani y una videoconferencia con las Abuelas Cuentacuentos de Derbyshire (Inglaterra), organizada por el British Council.