Invento santafesino

Con sólo soplar, una computadora escribe


Estudiantes de la escuela técnica N° 478 de nuestra ciudad desarrollaron un proyecto que beneficia a personas parapléjicas o impedidas de manejar sus miembros superiores. Se trata, básicamente, de un dispositivo que cambia aire en movimiento (un soplido que se inyecta a una boquilla) en energía eléctrica y un software informático que detecta esa señal y la lee como una orden mediante la cual se seleccionan letras y se van armando palabras.

Cuando el ingenio de los jóvenes se agudiza para ayudar a los demás pueden conseguirse resultados increíbles. Dos estudiantes de la escuela técnica N° 478 Nicolás Avellaneda diseñaron un programa y un dispositivo mecánico que permiten ingresar palabras a una computadora con sólo soplar.

Todo surgió a partir de la consigna que el profesor Eduardo Brédice propuso a sus alumnos de cuarto año, segunda división, del TTP en Informática. A principios de año, los desafió a desarrollar un hardware o software para ser usado por alguien que sólo pudiera soplar.

Carlos Candioti y Francisco Lechman, de 18 años, empezaron a investigar y a entusiasmarse con el diseño del programa, al punto de dedicarle varias horas fuera del horario escolar.

También hubo otros estudiantes que participaron en la primera fase de investigación y recopilación de antecedentes: Darío Avarese, Juan Acosta, Gustavo Morales, Ignacio Muro, Nahuel Reyes y David Blanco.

El sistema cuenta de dos partes: una de hardware, compuesta de un dispositivo mecánico denominado transductor que convierte el aire en movimiento (un soplido) en energía eléctrica que se registra en la computadora.

La otra parte, que requirió de mucha inventiva por parte de los jóvenes, fue el diseño del programa informático (software) que detecta esa señal eléctrica en el puerto de entrada y la convierte en una orden.

En la pantalla de la PC, se puede ver una casilla donde van pasando cada escasos segundos grupos de 3 letras acompañadas por un número. Con un soplido introducido en una boquilla, se seleccionará el grupo deseado e inmediatamente empiezan a aparecer las letras de una por vez.

Con otro soplo, se introducirá el carácter elegido que se posiciona en el cuadro de al lado, denominado "casilla de estado". Así se va formando la palabra deseada que, con un Enter (introducido con aire), se eleva a la parte superior de la pantalla donde comienza a cobrar forma el texto.

Por ahora, el dispositivo permite guardar la información en un disquete, aunque Francisco y Carlos pretenden avanzar hasta que el programa también le permita a la persona imprimir el texto mediante otra orden seleccionada con un soplido.

De ahora en más

Las posibilidades, a partir de este primer diseño, son amplias. Incluso podría -con un desarrollo más complejo- brindarle la posibilidad a un parapléjico de enviar un mail por Internet o hasta incluso chatear.

Por eso, los estudiantes están entusiasmados con las oportunidades que se pueden abrir de ahora en más. "Estamos emocionados por toda la repercusión que tuvo el proyecto. Ni nos imaginábamos esto, porque habíamos pensado en el dispositivo para ayudar a personas discapacitadas, nada más", dijeron los jóvenes.

El proyecto tomó estado público cuando se presentó en la Feria Regional de Ciencia y Tecnología Juvenil que se llevó a cabo esta semana en la escuela Grilli. Si bien no quedaron seleccionados entre los ganadores, ya recibieron una invitación del Ministerio de la Producción de la provincia para participar de una muestra tecnológica en Buenos Aires.

También se contactó con la escuela el Lic. Miguel Paulón, presidente de la filial Santa Fe de la Fundación Argentina para Personas con Discapacidad, que se mostró interesado.

El profesor Brédice remarcó que en la zona no hay precedentes de algo parecido. "El único antecedente que encontramos fue el que hizo en La Plata un ingeniero egresado de la Tecnológica", contó.

Salvo los archivos que se necesitaron para manejar el puerto de entrada del dispositivo mecánico, todo fue creación de los alumnos. Es decir, el costo de inversión -si quiere ponerse en esos términos- fueron los años de formación que recibieron los estudiantes en una escuela técnica pública. El resto, pura materia gris.

Comprometidos con lo social

El profesor Eduardo Brédice -que colaboró con el proyecto-, junto a Gabriel Asinari, coordinador del TTP de Informática de la escuela Avellaneda, destacó que sus alumnos "ya superaron el entusiasmo por armar programas informáticos de juegos. Ahora se prenden más por lo social, por cómo poder ayudar mediante los recursos técnicos e informáticos a personas que lo necesitan".

De hecho, ambos recordaron haber diseñado, hace 10 años, un teclado especial para una nena que sufría problemas de espasticidad y Parkinson. "Desde entonces, la escuela no paró de buscar soluciones a distintas limitaciones físicas a través de la técnica", comentaron. Este año, se trabajó, en ese sentido, con varias instituciones, como la escuela Sara Faisal, la Monteagudo, la Almirante Brown de la Costanera.

Oscar Leibovich, director de la Avellaneda, indicó que una de las críticas que se le hace a la escuela técnica es que no forma en valores. "Todo este trabajo da cuenta de lo contrario: la escuela técnica está muy comprometida con lo social", retrucó.

Como ejemplo, señaló que los alumnos han reciclado material informático en desuso donado por Red Megatone y han armado computadoras que fueron donadas a la Cárcel de Mujeres, entre otras instituciones.