Reflexiones sobre el tema del aborto
Por Dr. José Eduardo Hadad

El aborto es un tema eminentemente humano y es necesario tratarlo sin preconceptos ni consignas de carácter ideológico, político o religioso.

Es fácil advertir que hay dos posiciones opuestas en este tema: una, la de los que apuestan fuertemente a la defensa de la vida en todo momento y en toda circunstancia, tanto para la mujer embarazada como para la vida en curso (antiabortistas) y la otra, la de los que apuestan fuertemente a la defensa de la vida de la mujer a expensas de la vida en curso (proabortistas).>

Es un hecho científicamente comprobado que desde la concepción están presentes todas las propiedades biológicas y genéticas de un nuevo ser humano, o sea, desde la concepción está en curso una nueva vida y su interrupción es un crimen, ya que el derecho a la vida es el primero y el más esencial de los derechos humanos.>

En numerosas ocasiones los proabortistas rotulan de "hipócritas" a los 'antiabortistas y refieren que a éstos "no les interesa la vida" de las numerosas mujeres que mueren o quedan estériles a consecuencia de un aborto provocado en malas condiciones y que hay "discriminación hacia las mujeres más pobres", porque no pueden pagarse un aborto en un sanatorio privado. La explicación es simple: interesa la vida siempre y en toda circunstancia, tanto de la mujer embarazada como la de la vida en gestación, porque el derecho a la vida es el primer derecho humano, reconocido en todo el mundo, y es un valor inviolable que sustenta la dignidad de todo ser humano y es el fundante de todos los demás derechos. El aborto siempre es un crimen, porque termina con una vida inocente que no pidió venir al mundo, cometido tanto por una mujer pobre como por una mujer rica, se realice donde se realice.>

También se dice que la mujer tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo, el derecho a la libre decisión. Hay que recordar que la libertad no es un principio absoluto creador de normas, sino una determinación personal y voluntaria que debe reconocer, y éste es su límite, los derechos que emanan del otro o de un ordenamiento jurídico. Nadie tiene derecho a agredir su propio cuerpo y menos aún, decidir sobre la vida de otra persona, como es el caso de una gestación. La genética demuestra que la nueva vida en curso tiene un ADN propio distinto al ADN de la madre y del padre.>

Por lo expuesto, en los dos últimos párrafos resulta evidente que la posición de los proabortistas es parcializada, puesto que contempla sólo una parte de la realidad: la de la embarazada y desconoce la otra parte, la del derecho a la vida del niño por nacer. O sea que para solucionar el "problema" de la embarazada proponen matar sistemáticamente la vida que se ha engendrado.>

El nudo gordiano de la cuestión radica en que los proabortistas relativizan la vida del niño por nacer y hablan incluso del "derecho al aborto". Se sabe que uno de los avances más importantes de los últimos tiempos ha sido el logro de los Derechos Humanos: a la vida, a la salud, a la educación, a la niñez, a la ancianidad, etc. Pretender equiparar estos derechos al "derecho" al aborto, o sea, el derecho a matar, está evidenciando la degradación moral de la sociedad.>

Natalio Botana, en una entrevista publicada en este diario hace unos días (09.09.06), expresó: "Yo participo de la idea de que aquí se está viviendo y padeciendo un largo proceso de declinación, que ya va para medio siglo y tiene referentes en las distintas dimensiones de la actividad humana". Por otra parte, el lúcido pensador español Julián Marías sostuvo que "la aceptación social del aborto y considerarlo un derecho, es el hecho más grave que ha acontecido en este siglo".>

Lamentablemente estamos viviendo una cultura "light" que se caracteriza por el utilitarismo, la persona vale no por sí misma, sino sólo como factor de producción; el relativismo verdadero es el que produce los resultados buscados con o sin respeto al ser de las cosas; el subjetivismo importa lo que satisface mis necesidades y emociones; el genitalismo, sexualidad desenfrenada, caracterizada por las relaciones sexuales "a microondas": poco tiempo y mucha intensidad, y la carencia de valores. En este contexto, el ser humano en la búsqueda de su felicidad, todo lo reduce a lo que es útil y satisface inmediatamente. El pretendido "derecho al aborto" es totalmente funcional a esta cultura, porque libera a la futura madre de las responsabilidades correspondientes.>

Por otra parte, se sabe que numerosas jóvenes lo realizan por egoísmo, comodidad o para no entorpecer su futuro. Es obvio pensar que logrado este derecho, no habría inconvenientes para lograr otro "derecho", el de la eutanasia.>

El aborto, por sus secuelas biológicas, psicológicas y sociales produce un trauma en todas las mujeres que lo realizan. Además está estadísticamente demostrado que en los países que han despenalizado el aborto, éste crece continuamente. Como en todos los problemas de la vida, no se debe actuar sobre las consecuencias sino sobre las causas. La solución de este problema no puede ser nunca privarle la vida a un inocente, sería legalizar (o despenalizar) lo que es malo en sí mismo.>

Entonces, �cuáles serían las soluciones?: a) antes de la concepción: la solución está en la prevención, una fuerte apuesta a la educación, integral y no sólo sexual, centrada en la educación para el amor y a la generación de trabajos dignos, ya que en una sociedad fragmentada, con tanta exclusión, la cuestión social supera ampliamente la educación; b) luego de la concepción: hay instituciones, como Grávida, que se dedican a la contención psicológica, social y económica de la embarazada "en riesgo", y c) luego del parto, si se decide no hacerse cargo de la criatura, hay numerosas familias que están esperando fervientemente adoptar un hijo.>

El editorial de La Nación del 17.09.06 sostiene que si se despenaliza el aborto: "La Nación estaría declarando institucionalmente que determinadas vidas humanas no merecen gozar de la debida protección jurídica". Efectivamente, la vida humana, que todos recorremos, tiene dos fases: una, desde la concepción hasta el parto (intrauterina) y otra, desde el parto hasta la muerte (extrauterina). En este proceso es humanamente inconcebible desconocer la primera fase.>