Rubén Lo Vuolo, el economista de Carrió
"El sistema político saca ventajas de la Argentina desintegrada"
No cuestiona los números de la economía, pero sí advierte sobre la oportunidad perdida para igualar a la sociedad. Las similitudes del proceso actual con la convertibilidad de los 90.

Mario Cáffaro

Los números actuales de la economía hablan de crecimiento y no se observan nubarrones en el horizonte cercano. La afirmación es aceptada por la mayoría de los economistas; sin embargo, ante estos números, Rubén Lo Vuolo cuestiona que "no se haya aprovechado la crisis de 2001 para acordar políticamente distribuir con equidad". Esto le permite afirmar que "se cambió el régimen macroeconómico pero no la sociedad". Es más, sostiene que "la Argentina está desintegrada y el régimen político saca ventajas de ello", y agrega que "hacer política hoy en la Argentina es tener capacidad para repartir planes sociales".

Santafesino, director actual del Banco Ciudad, integrante del Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas (Ciepp), hombre de consulta de Lilita Carrió y de diputados del ARI, enseguida aclara que "mis opiniones no representan al ARI". Junto a Rubén Giustiniani, cerró las terceras jornadas interdisciplinarias de Ciencias Económicas organizadas por el Centro de Estudiantes de la facultad de Ciencias Económicas de la UNL y en el bar de la facultad fue entrevistado por El Litoral.>

-Con una economía en crecimiento, ¿por dónde pasan las preocupaciones o las diferencias?-La macroeconomía tiene hoy relaciones técnicas muy consistentes. Una economía con superávit en la balanza comercial, con superávit fiscal, crece a tasas altas y se muestra sólida en términos macro. Las discusiones pasan por dos frentes: correcta ponderación de las causas que llevaron a lograr este cambio de régimen macroeconómico y quiénes pagaron los costos, y el desaprovechamiento de esta excepcional etapa macroeconómica para provocar cambios profundos en el régimen de organización institucional y social del país. -Algún ejemplo concreto...-Cualquier tributarista reconoce que la estructura tributaria argentina es muy regresiva, muy procíclica. ¿Qué mejor que esta situación coyuntural, con los problemas de caja aliviados, para producir cambios? Hay un problema serio que por razones estrictamente político-ideológicos o de oportunidad no se encara. Se puede decir lo mismo sobre políticas que tiene que ver con la estructura del gasto, por ejemplo, el sistema de previsión social, de salud, educación y en cuestiones elementales como la discusión de la coparticipación federal. Estas son las instituciones que perduran, que definen un proyecto de país y que superan la situación coyuntural.Se tocan cosas muy marginales, y teniendo en cuenta la mayor o menor posibilidad de sacar réditos políticos inmediatos. La impresión generalizada es que se terminó con el régimen de convertibilidad, pero las instituciones que fueron construidas, el sistema social construido bajo el amparo de la convertibilidad, están absolutamente vigentes. Se puede decir que la maxidevaluación, la pesificación asimétrica, el default de la deuda, fueron para salvar el sistema institucional, que estaba al borde de la crisis total como resultado de la situación del año 2001. Al modificarse estas cuestiones y retomarse el crecimiento, ya no se habla, no se discute en profundidad la privatización de los servicios públicos, el régimen de políticas sociales, el sistema político, la concentración de poder, los superpoderes, una cantidad de cosas que son herencias de la década del 90 y que hacían al funcionamiento de ese régimen. En definitiva, lo que se cambió fue el régimen macroeconómico pero no la sociedad. -¿Por dónde pasa hoy la discusión?-No pasa por la macroeconomía, que parece sólida, sino por el uso que se está dando de la situación macroeconómica en términos de organización social.Las preguntas son: ¿se puede crecer cambiando el régimen heredado de la década del 90? ¿Se puede cambiar la estructura regresiva de los tributos? ¿Se puede tener un superávit fiscal menor, aumentar el gasto en políticas sociales y seguir creciendo, o el crecimiento depende de que se siga manteniendo este retraso en los salarios? -¿Cuál es su respuesta?-En economía uno puede especular hacia futuro. Creo que sí, pero para probar hay que cambiar. Y este gobierno no lo va a hacer porque la situación actual es funcional a su poder. La política social actual es la misma de los 90, pero más grande. En los 90, había algunos microemprendimientos; ahora, un programa masivo de microemprendimientos. En esencia, es lo mismo, una política en donde el ciudadano no tiene derecho a recibir beneficios sociales por el hecho de ser ciudadano, sino porque hay un político, un puntero, un burócrata que lo define como persona pobre que merece recibir un beneficio. Hoy, hacer política en la Argentina es tener capacidad de distribuir programas sociales. Cambiar implica modificar esta lógica política a la cual están sumados todos los funcionarios de todas las jurisdicciones de los gobiernos nacional, provincial y municipal. Esto genera un acostumbramiento social a la desigualdad y a la pobreza". -Cambiar, ¿implicaría romper esta lógica de poder?-Seguir así rompe la aspiración de la Argentina integrada. Se continúa con un país en donde los distintos grupos de la población viven en segmentos perfectamente diferenciados. Esto es en términos de hábitat, relaciones sociales, trabajo, cultura. Es una sociedad que continúa desintegrada y hay un sistema político que saca beneficios políticos de esa sociedad desintegrada y fragmentada. Esto no implica que sea una sociedad inestable. América latina está llena de sociedades muy desiguales y políticamente estables.Las comparaciones de los datos económicos se hacen con respecto al 2001. La sociedad va internalizando las crisis. La convertibilidad siempre se hablaba desde la hiperinflación. La sociedad va aceptando un nuevo piso de desigualdad y fragmentación que se naturaliza. Esto es tremendo.

Al revés

Lo Vuolo diferencia la salida argentina de la crisis de la europea tras la Segunda Guerra Mundial. "Los países europeos que debieron reconstruirse y llevar al Estado de bienestar, antes de retomar el crecimiento, lograron un consenso político y primero discutieron como distribuir el crecimiento. Así se construyó el Estado de bienestar en Europa. En la Argentina se hizo todo al revés. Se aprovechó la desigualdad, se concentró poder, se empezó a crecer y se montó la sociedad sobre la desigualdad. Ahora se dice que los beneficios del crecimiento van a ir derramándose y goteando. La secuencia era la otra y se desaprovechó la crisis para generar un consenso político para distribuir con equidad".

Sin grandes nubarrones

Lo Vuolo no observa grandes nubarrones en el corto plazo.

"Es evidente que hay elementos de la coyuntura internacional que favorecen. Como nubarrón no se sabe hasta cuándo la calma financiera internacional va a durar, más allá de que la Argentina hoy es mucho menos vulnerable. Me preocupa más el tema de las finanzas provinciales que ya tienen problemas que derivan de la lógica tributaria. Gran parte del superávit fiscal nacional obedece a nuevos impuestos que no se coparticipan y le dan margen para hacer políticas salariales a nivel nacional que después no pueden replicar las provincias, que son además las que tienen salud, educación y las políticas sociales. Hay un problema político, concreto. Son nubarrones que se pueden resolver con un trabajo de consenso entre los que tienen responsabilidades. Un país que se organizó en el 1853 y no puede tener ley demuestra el nivel de fragmentación y de conflicto entre el poder político. Los nubarrones van existir pero habría que anticiparse con las reformas que no se están haciendo porque es un país que históricamente le da a la coyuntura una importancia superlativa y tiene una fuerte incapacidad para pensarse en el mediano y largo plazo".