SOCIEDAD
Tapando agujeros del alma
Enfermedades de la vida moderna.

Nuevas patologías y reacciones alérgicas causadas por la polución. Adicción a medicamentos y alucinógenos. Adicción a Internet. Desolación. Soledad. Desesperanza. Familias sin sostén afectivo. Éste parece ser el precio de vivir en un mundo que avanza a velocidad constante. Y así, casi sin darnos cuenta, comprobamos que el crecimiento económico de una sociedad moderna es directamente proporcional al deterioro de las relaciones humanas y al incremento sostenido de la soledad.

En el seno de las sociedades desarrolladas son cada día más habituales los rasgos adictivos y de enfermedades mentales. Hoy vamos a conocer a los reyes del caos. Ellos padecen del "síndrome messie", una distorsión psicológica en lo que se refiere a captar el mundo que los rodea y en su capacidad de entender qué sirve y qué no; de comprender qué es basura y qué forma parte del entorno natural del individuo.

Se trata de una enfermedad relativamente nueva, que es casi en sí misma un símbolo del aislamiento que se vive en las sociedades más avanzadas. ¿De verdad avanzan? ¿Hacia dónde?>

En un intento por cubrir vacíos espirituales y ausencias afectivas, millones de personas se aferran a adicciones nuevas y viejas, con la esperanza de poder, así, tapar esos agujeros que tanto duelen en lo más profundo del alma y que ningún elemento material puede cubrir.>

Desde el año 1985, esta enfermedad comienza a advertirse cada vez con mayor frecuencia en el centro y norte de Europa, así como en algunos sectores de la sociedad norteamericana.>

La llegada de este fenómeno se arraiga principalmente en Alemania, Francia, Bélgica, Holanda y Dinamarca. Se trata de un grito desesperado pidiendo auxilio a una sociedad que, al parecer, permanece sorda.>

La basura como muro

Según cálculos realizados por el grupo de autoayuda de la ciudad alemana de Munich, tan sólo en Alemania 1 millón 800 mil personas viven bajo los síntomas de esta enfermedad mental y existen 120 centros de autoayuda o los llamados "Messies Anónimos".

Bajo el término alemán Vermüllungssyndrom -que, traducido al español, sería algo así como: "síndrome de embasuramiento", si nuestro idioma nos permitiera decirlo así- se define con claridad este fenómeno, que lleva a ciertos individuos a experimentar la irrefrenable necesidad de acumular basura, hasta sentirse, literalmente, tapados por ella.>

Se lo conoce comúnmente como "Síndrome Messie", que proviene del término inglés: mess, que significa caos, desorden o dificultad. Es conocido también como "Síndrome de Diógenes", con referencia al filósofo griego que deambulaba por las calles pregonando el despojo de todo tipo de valores y objetos materiales.>

En realidad, no se conoce ningún nombre científico que lo defina, ni método de tratamiento que lo cure o controle. La medicación, como la Metilfenidatamina, está todavía en proceso de experimentación. Sin embargo, los grupos de autoayuda trabajan arduamente acompañando y apoyando tanto a los familiares como al propio enfermo que lo padece.>

Quienes sufren esta adicción sienten mucha vergüenza del desorden y la suciedad en la que viven, así que es muy difícil llegar a ellos para ayudarlos. Los acompañantes terapéuticos, cuando logran entrar a la casa de un "messie", jamás tocan nada del desorden, ni siquiera limpian -a pesar del olor nauseabundo característico de la enfermedad-, porque los adictos entrarían en crisis. Así es como se limitan a estimularlos a que ellos mismos deshagan lentamente el caos que durante años fueron acumulando a su alrededor.>

Adicción y aislamiento

Básicamente, podemos decir que los "messies" intentan tapar con la acumulación de residuos y de basura inservible los sentimientos de soledad y de impotencia frente a la realidad.

El fenómeno "messie" tiene connotaciones adictivas compulsivas. Se trata de adictos a la basura. Juntan diarios, envases de yogures y de mermeladas, cajas de pizza con restos adentro, cáscaras de naranja y banana. Pan viejo, restos comidos de manzanas, bolsitas usadas de té, latas de conservas ya vacías. Ropa apolillada. Zapatos descosidos. Acumulan restos de aparatos eléctricos, motores en desuso, maderas rotas y latas de cerveza. Juntan todo y de todo, amontonan sin cesar cuanta basura pueden, y así inundan de residuos su cama, la mesada de la cocina, la mesa del comedor, el suelo, las sillas... y sus vidas.>

En su mayoría, se trata de personas de entre 40 y 60 años. Aunque en el 80 % de los casos son mujeres, en el año 2001 se pudo observar por primera vez en hombres.>

Lentamente, pero sin duda alguna, la enfermedad los aleja de los hábitos de higiene y de cuidado personal, y los excluye de la sociedad hasta recluirlos en el más absoluto aislamiento. Es el perfecto círculo vicioso. Suelen ser pulcros, prolijos, ordenados; cumplen sus funciones laborales meticulosamente; personas de quienes jamás se sospecharía que son invadidos por la impotencia que les provoca la presión de tener que tomar la iniciativa de limpiar u ordenar su casa.>

La decisión de lavar una taza, que para cualquiera de nosotros es un simple hábito que repetimos a diario, se convierte para un "messie" en una decisión imposible de tomar.>

Los psicólogos que dirigen los grupos de autoayuda aseguran que, con la acción de acumular basura, intentan -simbólicamente- aferrarse al mundo que los rodea. Lo que ellos van perdiendo en cordura mental y en el aspecto emocional de sus vidas se materializa en la basura acumulada.>

Es la enfermedad del aislamiento por excelencia. Nace y se desarrolla en la más absoluta soledad.>

Una forma de comprender esta enfermedad es ver que el miedo extremo al contacto con el prójimo es el punto de partida hacia el aislamiento y es lo que los impulsa a levantar enormes montañas de basura, que los "protegen" del mundo exterior.>

En el caos soy el rey

Quienes casi no tienen contacto con familiares, ni vida social, suelen vivir sólo de los recuerdos; así es como comienzan a acumular casi compulsivamente fotos, cartas, ropa, envoltorios, envases, etcétera, que los alejan del enorme vacío que los envuelve. Así, al menos tienen la basura para aferrarse a ella, ya que no encuentran el camino de regreso a la vida social y afectiva.

Sandra Felton, una profesora de Matemática nacida en Miami, Florida, quien durante 15 años fue víctima de este trastorno, es la fundadora del primer centro de encuentros de Messies Anónimos, y lleva escritos varios libros sobre el tema, como por ejemplo, "Dentro del caos florecen las rosas".>

Ella asegura que existen personalidades muy diversas dentro del mundo de los adictos a la basura. Pueden ser maestros, mozos, gerentes de empresas. Y, como es una enfermedad lenta y gradual, ellos continúan con su vida exterior casi sin cambios, hasta que el avance de la enfermedad los deteriora tanto en su aspecto exterior, que comienzan a aislarse para evitar ser juzgados por los demás. Así es como pierden sus trabajos, sus parejas, amigos, y caen en un juego circular de depresión y soledad, del cual, sin ayuda, no podrán salir.>

Además, agrega: "Las pequeñas decisiones de todos los días, normales para cualquier persona, como: `Voy a lavar los platos' o `Voy a ordenar mis papeles', resultan para el `messie' decisiones prácticamente imposibles de tomar. Parecen estar impulsados por la frase que dice: `Lo que no estoy preparado para lograr, entonces, mejor no comenzar'. Así es como se acumulan las tazas sin lavar, formando parte del círculo vicioso de la enfermedad".>

Caminos que pierden el rumbo

Existen muchos y muy diversos tipos de adicciones. A los psicofármacos, al alcohol, al juego, a los estupefacientes, a ciertas relaciones personales como parejas, al trabajo, al sexo, a la nicotina, a la comida, a comprar compulsivamente... y a juntar basura.

Ciertas adicciones son aplaudidas, casi impulsadas, por la sociedad. Todos lo quieren a Juancito en su fiesta porque, tras un par de copas, es el perfecto contador de cuentos. Todos se divierten yendo a comer con Pedrito para reírse de la cantidad de pizza que puede comer y gritarle: "íGordo, pará de engullir!". Pero cierto es que tanto Juan como Pedro entraron a un camino de autodestrucción que los llevará a la soledad y a perderlo todo, lentamente pero sin pausa...>

Al tabaquismo, por ejemplo, se lo vende desde los afiches y la publicidad televisiva como el camino seguro para conseguir un auto deportivo y la más exuberante de las mujeres. O el caso del juego, que nos promete la felicidad de poder obtener todo lo que nuestros sueños quieran alcanzar...>

Me pregunto si no será la hora de comenzar a llamar las cosas por su nombre. Así, una droga será lo que es, y una adicción, exactamente eso. Todas ellas constituyen un medio de escape de la realidad. Aislando, empujando a quien lo sufre hacia los peores rincones dentro de su mismo ser, desde donde saldrá únicamente pidiendo ayuda y comprensión. Nunca solos... Porque sólo el hombre puede salvar al hombre.>

Del infierno al cielo

CAÍDA Y RECUPERACIÓN

El Dr. M.M. Glatt, de The British Journal of Addiction, describió con gran precisión la curva de caída en la adicción y la curva ascendente que lleva a la recuperación total. Tomamos como ejemplo el alcoholismo.

Curva descendente hacia la adicción: alivio ocasional bebiendo. Mayor tolerancia al alcohol. Sensación de alivio al beber. Aumenta la dependencia al alcohol. Bebe a escondidas. Sentimientos de culpa. Urgencia en las primeras copas. Incapacidad para hablar del problema. Busca excusas para beber. Fracasa en el control de lo que bebe. Comienza la violencia. Fallan promesas y decisiones. Pérdida de otros intereses. Evita contacto con familiares y amigos. Comienzan los problemas laborales y de dinero. Mala alimentación. Pérdida de la fuerza de voluntad. Comienza el día bebiendo. Deterioro físico y de memoria. Decae la tolerancia alcohólica. Lapsos de intoxicaciones prolongadas. Deterioro moral. Obsesión por la bebida. Se agotan las coartadas. Se cae en un círculo vicioso. Se admite la derrota total frente a la bebida. Curva ascendente hacia la recuperación: sincero deseo de conseguir ayuda. Aprende que el alcoholismo es una enfermedad. Le enseñan que la adicción se puede detener. Deja de beber. Conoce a ex adictos con vidas felices. Se analizan necesidades médicas. Nace la esperanza. Comienza a alimentarse bien. Participa en terapias grupales. Recupera su autoestima. Sueño y descanso natural. Familia y amigos lo apoyan. Nuevo círculo de amistades. Recupera los valores perdidos. Se establece laboralmente. Satisfacción por la sobriedad lograda. Continúa con la terapia grupal. Conoce caminos de vida que lo llevan hacia niveles jamás soñados.En definitiva, según palabras de Erich Fromm en "El arte de amar": "Si un hombre es capaz de amar productivamente, debe amarse primero a sí mismo. Quien sólo sabe amar a los demás no sabe amar en absoluto".textos de Laura Aprozov