Cartas a la Dirección
La educación de los hijos

Señores directores: Según pasan los años comprendemos mejor que la familia debe ocupar un lugar preferente entre las cosas que más nos importan porque además de ser refugio es fuente de amor y de amistad. Comprendemos también que necesitamos del otro para formarla, de la persona que elegimos como pareja para transitar el camino de la vida y compartir la existencia junto con los hijos con que Dios nos bendiga.

En un mundo socialmente difícil, la familia -especialmente en su concepción cristiana- está sufriendo agresiones de corrientes seculares que la desmerecen, y por su carácter de institución esencial convoca para que la defendamos y colaboremos con los padres en su función de formar bien la personalidad de sus hijos.>

Prueba de ese maltrato lo brindan algunos medios de comunicación, porque si bien sus mensajes tienen efectos transparentes cuando no dejan huella, en general no es así, porque prevalecen los que producen efecto reflejo, impactando la mente de sus destinatarios, como muchos programas televisivos.>

Al dar entrada a la TV en el hogar como elemento de distracción, luego puede transformarse en algo perturbador si emite programas tipo chatarra, vulgares y groseros, como los que tratan al matrimonio, la familia y la sexualidad en forma desprejuiciada y carente de valores, usándolos como temas de risa o mezclados con escenas de violencia y refinadas torturas.>

Esto se agrava porque no difunden como deberían conductas útiles para modelar pensamientos y sentimientos en forma positiva y humanistas.>

La importancia de la institución familia se acentúa por ser el lugar de formación de los hijos, para enriquecerlos en el conocimiento y educarlos con valores esenciales, para que adopten una actitud sana que les sirva de guía y alumbre su futuro. Es la institución vital sobre la que se apoya la sociedad y en la cual la personalidad de los hijos se nutre de la formación cultural de los padres y de su manera de pensar y de sentir.>

Sin desconocer otras opciones para relacionarse afectivamente, se comparte con los pastores de la iglesia concebir la familia basada en la unión del uno con la otra realizada con la pretensión de permanecer en común y en criar y educar sus hijos, o los que en su caso adopten, asegurando su apropiado crecimiento. En esta forma de ver la familia, los hijos son consecuencia del acoplamiento natural de personas iguales pero de sexo diferente, que se unen para complementarse y dar nueva vida, buscando a través de ella sentirse más unidos, siendo la excepción adoptar con igual propósito, los de otros, ayudando en uno como en otro caso a perpetuar la especie humana.>

Tito L. Rocchetti. Ciudad.