Historias máximas
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Asesorados por el Programa Social Agropecuario, pequeños productores de Helvecia atravesaron el duro invierno sin mortandad de animales gracias a la técnica de pastoreo rotativo. Otros, además, desarrollan otro tipo de lechería: producen quesos con cinco vacas en dos hectáreas.

Juan Manuel Fernández[email protected]

Son pequeños productores pero cada uno tiene una gran historia que contar. Lejos de la escala y de las grandes inversiones, la mayoría son familias que pugnan por vivir "del campo y en el campo". Con la asistencia del Programa Social Agropecuario (PSA), que brinda capacitación técnica y recursos financieros, muchos logran el objetivo y hacen escuela. Este año, en Helvecia, superaron las gravísimas complicaciones del invierno sin sufrir pérdidas gracias a un planteo de pastoreo rotativo y suplementación alternativa para el rodeo bovino. Algunos, incluso, además se atreven a elaborar quesos con la producción de 5 vacas que pastan en sólo 2 hectáreas.

Un cambio de mentalidad

Siete años atrás, cuando el PSA hizo pie en la cabecera del departamento Garay, se sumaron 12 familias a sus propuestas. Hoy ya son 42 los grupos familiares que viven de los frutos de su tierra sin necesidad de migrar a centros urbanos ni depender del asistencialismo o la dádiva. En su mayoría son ganaderos que explotan de 1 a 10 hectáreas (aunque algunos, los pocos, llegan a tener hasta 100) y manejan entre 2 y 50 vacunos, tanto de cría como de razas lecheras. A ello le suman también el cultivo de hortalizas, frutales y la cría de animales de granja que destinan al autoconsumo y cuyos excedentes comercializan para ingresar dinero al hogar.

La instrucción es el pilar fundamental. Por ejemplo, se les provee información sobre conceptos como sanidad, nutrición y manejo animal, alimentación sana, agricultura o manufacturas artesanales. Además, reciben micro créditos para autoconsumo, infraestructura o capital.

Este año esa combinación de conocimiento y recursos les sirvió para sortear una seguidilla de complicaciones. Como se recordará, los pequeños ganaderos de la costa -que disponen de poca o ninguna tierra propia y explotan terrenos fiscales o bañados- fueron los más perjudicados por las inclemencias climáticas (crecida del Paraná, lluvias y heladas) que erradicaron el forraje y desencadenaron una gravísima mortandad de hacienda.

A los productores de Helvecia vinculados con el PSA, en cambio, no se les murió un solo animal de hambre. Gracias al manejo racional del pasto natural -ninguno siembra pastura ni grano forrajero- mediante el uso de boyero eléctrico y la rotación del rodeo por diferentes potreros llegaron hasta agosto con pasto en el campo. Y cuando el recurso finalmente se agotó, mantuvieron los animales suplementándolos con caña de azúcar que trajeron del norte.

La cultura, otro capital

"En la peor crisis, allá por junio, julio y agosto, los productores que nos animamos a hacer este tipo de rotación de pasturas pudimos salvar nuestros animales", se enorgullece Blanca Sonsogni, quien junto a su hermana Irma trabaja en condominio las 24 hectáreas que su padre les legó en el barrio Colonia Helvecia Oeste, en "Calle Ancha" y la ruta provincial 253.

Blanca es soltera, terminó sus estudios siendo mayor, vivió su etapa de asalariada en el pueblo hasta que la crisis la dejó sin trabajo y entonces volvió al campo. Hoy, además de contar con un rodeo de 25 vacunos (que trabaja en 8 hectáreas), es la representante zonal y provincial de los pequeños productores del PSA.

Irma, en cambio, vive con su marido y 3 hijos, nunca se distanció de las tareas rurales y en las 12 hectáreas que le tocan explota 3 vacas lecheras y 8 de cría, más unas terneras, algunas chanchas que les dan sus lechones y otras tantas gallinas que les proveen huevos. Sólo 7 hectáreas destina a la ganadería y en 3 hectáreas cultiva zapallito, repollo, arveja y lechuga que sirven para el consumo familiar y cuyo excedente también comercializa (aunque nunca reciba los grandes precios que llegan a pagarse en la ciudad).

¿Cómo se hace ganadería en tan poco terreno? "Con pastoreos rotativos; tenemos todo dividido con boyero en parcelitas chicas y todos los días cambiamos los animales para que se vaya reponiendo el pasto donde comieron", dice Irma y agrega que "la vuelta" del rodeo por todos los potreros (tienen aproximadamente 20 por 30 metros) les lleva un mes.

Otra lechería intensiva

A pocas cuadras del campo de las hermanas Sonsogni, otra familia se gana la vida sólo con el producto su tierra. Son 5 y con apenas un puñado de hectáreas poco a poco van edificando un negocio interesante: la elaboración de quesos artesanales.

Al frente están Raquel Baumgartner (4° generación en el país de inmigrantes suizos alemanes) y su hija Guadalupe Marchi, encargadas de trabajar el campo. Completan la familia Ernesto Marchi, jubilado a la fuerza de las labores agrícolas; y con Sergio (que trabaja con su padre), de cuyo matrimonio con Guadalupe nació Milagros, la joya de la casa.

También a base de pastoreo rotativo, las mujeres trabajan 22 hectáreas de forraje natural, en las que se alimentan unas 25 vacas, 15 lecheras y 10 de cría. Actualmente, cuentan con 5 vacas en ordeñe. Producen alrededor de 50 litros diarios de leche (sólo se ordeñan una vez porque en la otra mitad del día deben hacerse cargo de las tareas hogareñas) y elaboran entre 5 y 7 kilos de queso pasta semidura, que promedian unos 180 kilos al mes.

Para sacarle el máximo provecho al pasto se organizan pequeños potreros de 50 por 50 metros o de 40 por 40. "Cuanto más cuadrado, mejor", aseguran, y agregan que en espacios tan reducidos no hay actitudes dominantes entre los animales y se aprovecha mejor el alimento.

Las vacas en lactancia sólo ocupan 2 hectáreas fragmentadas en 20 potreros que a su vez se subdividen en 4, lo que arroja alrededor de 80 parcelas en total, que se pastorean de a una por día. Por recomendación de los técnicos del PSA, utilizan ejemplares cruza Holando-Jersey, de menores dimensiones, más fáciles de alimentar y con buena calidad de leche. "Antes del rotativo, dos años atrás, se sembraba en invierno una avena y en verano sorgo, pero era más caro porque también había que alquilar la maquinaria", comenta Guadalupe.

La vida digna

Toda la leche se transforma, a diario, en quesos semiduros de 1 o 1.2 kilos que encuentran mercado entre los mismos vecinos de Helvecia y entre los turistas que se alojan en las cabañas de la región.

Las instalaciones para la elaboración, certificadas por Bromatología, tienen tanto de higiene como de ingenio. En el cuarto, debidamente azulejado, un fuentón plástico hace las veces de pileta donde las 5 o 6 hormas diarias se sumergen en salmuera; un conjunto de "tapers" plásticos agujereados son los moldes en los que se prensa la pasta, y cada uno está acompañado de una botella plástica de lavandina cargada con agua a modo de prensa ("como son más fáciles de limpiar, me pareció que eran más higiénicas que una madera", comenta Raquel).

Con satisfacción, madre e hija recuerdan los comienzos en el 2000, cuando recibieron el primer crédito para autoconsumo del PSA por $200, al que luego le siguió otro de $800, con el que compraron la primera vaca y alambraron el campo. Más tarde, la producción de quesos creció hasta superar las necesidades familiares y entonces lo empezaron a comercializar entre los vecinos de Helvecia ("casa por casa") y en las cabañas turísticas de la zona. "Desde entonces, ganando un poquito fuimos comprando otra vaquita y así... con la constancia se llega lejos", resume Raquel, y -agradecida- reconoce que antes de capacitarse con el PSA "no sabía nada, ni de quesos ni de pastoreo, ni de nada".

Seguramente los Marchi y las hermanas Sonsogni reflejan el sentir de las demás familias rurales helvecianas vinculadas al programa. No les sobra nada, y muchas cosas seguro que todavía les hacen falta, pero viven su esfuerzo cotidiano con la satisfacción y la tranquilidad espiritual de saber que todo lo que tienen lo extraen ellos mismos, con su trabajo, de su propia tierra, sin deberle ningún favor a nadie.

Blanca lo resume de la siguiente manera: "el que nació en el campo sabe lo que da la naturaleza; si tenés trabajo bienvenido sea y si no vivís igual, porque tus padres te enseñaron a vivir dignamente con lo que tenés y siempre alternando cosas: una gallina, huevos, la vaca o la leche". Por eso, concluye, "no se me ocurre irme a vivir a la ciudad".

Reclamo de entidad

Los pequeños productores no reciben el mismo trato que los grandes. Ejemplo de ello es el desconocimiento del componente "Más terneros" del Plan Ganadero Nacional, que no contempla asistencia para aquellos que tengan 50 vacas o menos. También se plantean dificultades para la renovación del RENSPA (Registro Nacional Sanitario de Productores), ya que es requisito ser -como mínimo- monotributista. "No podés pedirle a un pequeño productor que tiene 5 o 10 vacas para autoconsumo que pague un monotributo que vale entre $60 y $90", criticó Blanca Sonsogni, y agregó que en la provincia "el monotributo social no llega a tiempo". De todo modos, aclaró: "nosotros no queremos trabajar en negro; queremos estar en regla, pero necesitamos las herramientas adecuadas".

Tampoco existen políticas habitacionales para el sector. "Cuando vas a gestionar una vivienda lo primero que te piden es ingresos demostrables y estables; el pequeño productor no los tiene, pero sí tiene la conducta del pago de una cuota", agregó la representante. A pesar de ello, y gracias al apoyo del presidente comunal Víctor Flores, hace un año el PSA inició la gestión de 3 viviendas rurales (y 4 urbanas) en Helvecia, en el marco de la emergencia habitacional en la provincia (resolución 2029), que todavía no consiguen autorización para construirse. "Desde el 28 de agosto están aprobadas; lamentablemente todavía no tenemos la firma del Director de Vivienda que diga `empiecen a construir' y nos den la plata", se lamentó Blanca. Serían las primeras viviendas rurales de la provincia.