Escenarios & Sociedad: SOCI-01
RODOLFO MEDEROS
El otro camino
Mederos pondrá música el 23 de abril a la entrega del Premio Cervantes a su compatriota Juan Gelman, en Madrid. A sus 68 años participa en un montón de proyectos con su trío, su orquesta y su quinteto. Foto: ARCHIVO EL LITORAL. 

El bandoneonista argentino habló de su arte en Lérida, Cataluña, donde el viernes presentó un documental en la XIV Mostra de Cine Latinoamericano. "El arte debe ser una cosa más comunitaria, debe provocar encuentros entre la gente, abrir conciencias, ayudar a la reflexión. El arte debe ser pedagógico, tiene que enseñar, ser estimulante para la búsqueda de nuevas sensaciones", afirmó el músico, leyenda viva en el mundo del tango.

El arte "debe ser una cosa más comunitaria", dijo el bandoneonista argentino Rodolfo Mederos, en una entrevista en Lérida (Cataluña, noreste), donde el viernes presentó el documental "El otro camino" en la XIV Mostra de Cine Latinoamericano.

"Más que un músico soy un militante" porque "creo que ninguna acción por sí misma se sustenta. Cualquier acción del ser humano tiene un sustrato ideológico" ya que "todos hacemos lo que hacemos respondiendo a una ideología", afirmó.

"Si no tuviese una actitud consciente militante, si simplemente me subiese al escenario pare recibir aplausos, sonrisas de bellas mujeres y algún dinero, parecería que es lo mismo; sin embargo, el sustentar una ética me parece que me hace sentir más útil", explica.

Leyenda viva en Argentina, donde el tango es casi religión, Mederos es -tras la desaparición de Astor Piazzola- el más emblemático y genuino representante de esa particular y armoniosa manera de entender la vida a través de la música y del bandoneón.

Porque, según él, "el arte no es solamente una manifestación de la individualidad de alguien, a la que los demás deben quedarse pasivamente absorbiendo eso y aplaudiendo".

"El arte debe ser una cosa más comunitaria, debe provocar encuentros entre la gente, abrir consciencias, ayudar a la reflexión. El arte debe ser pedagógico, tiene que enseñar, ser estimulante para la búsqueda de nuevas sensaciones", afirma este músico, que allí donde actúa llena de gente y entusiasmo las salas.

ARTE ENGAÑOSO

Mederos lamentó que "estemos inmersos en un mundo donde el arte es engañoso. En un mundo 'macdonalizado', eso es moneda corriente y quizás los quijotes seamos los que estamos del otro lado, los militantes".

Pero también lamenta que a esos quijotes "a veces nos dicen románticos, soñadores... Jesús también lo fue; el Che, Einsten también lo fueron. Ser romántico hoy es un calificativo peyorativo", advierte.

En el documental presentado el viernes se plasma todo su pensamiento y recuerda cómo llegó el bandoneón a sus manos, cuando sólo tenía cinco años.

A pesar de tanta actividad "en ningún caso me caotizo. Tengo una tendencia organizativa, en general construyo mi vida como una partitura, de manera que nunca dejo que una idea desplace a otra, salvo que justifique que es mejor", explicó.

Cuando Mederos construye un año de trabajo "lo hago combinando lo que me gusta hacer con lo que puedo hacer. Apartarme y avanzar a campo traviesa no es mi estilo, y aún cuando aparentemente pudiera estar embarcado en varios proyectos, que en muchos casos son simultáneos, no hay incompatibilidad", aseguró.

En su militancia, Mederos planta batalla contra "lo mediocre, lo mediático, la industria del espectáculo, la indiferencia, la insensibilización, la metamorfosis de los gustos" porque "los gustos de la gente se han metamorfoseado, han cambiado su rumbo", dice aceptando ser 'discepoliano' (de Discépolo, autor de las letras de tango más pesimistas).

"El hombre perdió su capacidad de decisión. Hoy desde la música hasta la ropa, de las comidas hasta los hábitos y hasta las religiones se venden como envasadas. Nos han impuesto gustos que no tienen que ver con nuestra historia, con nuestra sensibilidad... se creó un gusto un poco neutro, globalizado", lamentó.

"Yo pertenezco a una generación donde estas cosas eran tan diferentes que sigo con una inercia y no me resulta difícil", concluyó.

Marcelo Aparicio (AFP)