Opinión: OPIN-07 Ex Banco Provincial de Santa Fe

Señores directores: Me permito exponer por este intermedio al Sr. gobernador de la provincia de Santa Fe, Dr. Hermes Binner, una serie de consideraciones con respecto a la próxima caducidad del convenio como agente financiero de la "invencible provincia de Santa Fe" con el actual Nuevo Banco de Santa Fe.

Soy un ex bancario transferido a la administración pública, con los trámites previsionales ya iniciados para acogerme a los beneficios de la jubilación ordinaria y no me anima ningún reclamo personal.

Cuando el 26 de julio de 1996 la legislatura aprobó y sancionó la ley Nº 11.387 que instituía la privatización del "poderoso" Banco Provincial de Santa Fe, el pueblo de la provincia asistía a uno de sus días más aciagos de esta endeble democracia, en detrimento de aquellos que aún confiábamos en ella y en sus intérpretes (los políticos). Se terminaba de consumar el despojo de una de las más prestigiosas y auténticas instituciones de la provincia de Santa Fe y con ello el descreimiento e indiferencia de los ciudadanos hacia la privilegiada "clase política".

Es por eso que humildemente me permito sugerirle poner todo su esfuerzo para que el actual agente financiero siga siéndolo por un período que no vaya más allá de lo que demande el estudio de las posibilidades y su posterior concreción de reestatización, para que la provincia cuente con una herramienta financiera apta y acorde a sus necesidades, usufructuando de esta manera la infraestructura edilicia, técnica y moderna con que actualmente cuenta el NBSP.

De tal situación, los actuales agentes del NBSF pasarían a depender pura y exclusivamente del gobierno provincial sin estar pensando que de la noche a la mañana les pueda ocurrir lo que a muchos ex colegas de varios bancos nacionales e internacionales que cerraron sus puertas huyendo con el producto de esfuerzos y ahorros de mucha gente (hay varios antecedentes) quedando los empleados sin amparo gubernamental ni judicial, con familias ya formadas y edades que tornaban casi imposible su inserción en otro ámbito laboral.

De prosperar esta posibilidad, los nuevos empleados provinciales del banco sentirían cómo sentíamos nosotros un enorme orgullo de pertenecer a la institución y, por qué no, sentirla su segunda casa, como nos ocurría a los que hoy peinamos algunas canas.