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Medio siglo de éxitos y fracasos
La Nasa cumple 50 años de liderazgo en el espacio
Edwin Aldrin posa junto a la bandera de Estados Unidos, plantada en suelo lunar, durante la misión Apolo XI. La fotografía fue obtenida por el primer hombre que pisó el satélite terrestre, Neil Armstrong. El alunizaje fue la mayor hazaña de la Nasa en sus 50 años de existencia. Foto: Archivo El Litoral

Creada en julio de 1958 durante la presidencia Dwight Eisenhower, su modesto propósito originario era competir con la Unión Soviética, que en 1957 había lanzado su primer Sputnik. John Kennedy la dotó de un gran presupuesto y anunció el propósito de llevar el hombre a la Luna, lo que finalmente se logró en 1969 y fue la mayor hazaña de la agencia. El plan actual es volver antes de 2020.

Orlando Lizama (EFE)

La Nasa cumple hoy 50 años con la mira puesta en volver a poner un hombre en la Luna en los próximos años, llevarlo a Marte y más allá, antes de llegar al siglo de existencia.

Los planes para lograrlo están en marcha, pese a limitaciones presupuestarias y desastres que no han impedido a la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) mantener el liderazgo de la exploración espacial.

El 29 de julio de 1958, el presidente Dwight Eisenhower promulgó la Ley de Aeronáutica y del Espacio, que creó la Nasa, en respuesta al lanzamiento del satélite soviético Sputnik en octubre de 1957.

En plena Guerra Fría, la proeza soviética generó en EE.UU. el temor a perder su liderazgo tecnológico logrado tras la II Guerra Mundial.

Aun así, la iniciativa del general Eisenhower fue modesta en sus inicios y la Nasa careció en sus primeros años del empuje que le darían después los presidentes John F. Kennedy y George W. Bush.

Pese a su título rimbombante, la Nasa tenía sólo cuatro laboratorios y 80 empleados bajo la dirección de Werner von Braun, un científico que ayudó a Adolfo Hitler a desarrollar los cohetes que llovieron sobre Londres durante la II Guerra Mundial.

Pero esa austeridad duró poco y en 1961 el presidente Kennedy pidió al Congreso la entonces enorme suma de 1.700 millones de dólares destinados a un proyecto para muchos irrealizable: llevar al hombre a la Luna antes de 1970.

Pese a los fracasos iniciales, en mayo de 1961 Alan Shepard se convirtió en el primer astronauta en llegar al espacio. Su vuelo suborbital fue de apenas 15 minutos, pero en menos de un año era seguido por John Glenn, quien, en febrero de 1962, fue el primer estadounidense en completar una órbita terrestre.

Para los expertos, el viaje solitario de Glenn por la ingravidez puso fin a la amenaza soviética e instaló a EE.UU. en el liderazgo.

En los años siguientes, los astronautas estadounidenses efectuaron sus primeras caminatas espaciales, hicieron experimentos científicos y estudiaron los efectos sobre el hombre de la virtual ingravidez.

Al mismo tiempo, uno tras otro, los cohetes mejorados de la Nasa ponían en órbita satélites de comunicación televisiva, de transmisiones telefónicas, meteorológicos y hasta satélites espías.

El sueño de Kennedy se cumplió en 1969 y, bajo el programa Apolo, la Nasa llevó a la Luna a Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la superficie del satélite natural de la Tierra.

Los viajes lunares fueron seguidos por la construcción del Skylab, una estación espacial que giró en órbita terrestre desde 1973 hasta 1979 cuando cayó sobre el océano Pacífico.

En esos momentos, la Nasa concluía la construcción de una flotilla de transbordadores que durante más de 25 años pusieron en órbita el telescopio Hubble y ayudaron a montar la Estación Espacial Internacional (EEI), una empresa en la que participan 16 países, incluyendo los de la Agencia Espacial Europea (ESA).

Pero esos triunfos estadounidenses en la exploración espacial también fueron signados por la tragedia.

En 1967, murieron tres astronautas de la Apolo 1 cuando se incendió el módulo de comando durante un ejercicio.

En 1986, el transbordador Challenger estalló tras el despegue y, en 2003, el Columbia se desintegró cuando finalizaba una misión científica. Murieron los siete tripulantes de cada nave.

Esta última tragedia no arredró al presidente Bush quien, el 14 de enero de 2004, anunció su Visión para la Exploración Espacial, que propone el retorno del hombre a la Luna para 2018 (ahora para 2020), a fin de crear una plataforma para los viajes tripulados a Marte.

"Construiremos nuevas naves para llevar al hombre más allá en el Universo, para poner un nuevo pie en la Luna y preparar nuevos viajes a mundos más allá del nuestro", dijo Bush.

Habló de su visión días después de que un vehículo explorador de la Nasa, el Spirit, comenzara a recorrer la superficie de Marte, seguido por el Opportunity días después.

Nuevas misiones de la Nasa exploraban otros planetas, hacían impacto en cometas y abandonaban los extramuros de la galaxia.

El 50 aniversario, celebrado en las instalaciones que la Nasa tiene en casi todos los Estados del país, sorprende a la agencia espacial en pleno desarrollo de su programa Constellation.

Constellation usará cohetes recuperables Ares y sus naves serán similares a las cápsulas Apolo, aunque tendrán mayor capacidad.

Ese programa sustituirá a los transbordadores que serán retirados en 2010, cuando la Nasa y sus socios esperan haber concluido la Estación Espacial Internacional.

Preparando el alunizaje

El programa Gemini de la Nasa comenzó con el Gemini 3 el 21 de marzo de 1965 y acabó con el Gemini 12 el 11 de noviembre de 1966. Edward White, quien posteriormente murió en el accidente del Apollo 1, hizo con el Gemini 4 el 3 de junio de 1965 la primera caminata espacial de un estadounidense. El 15 de diciembre de 1965 los Gemini 6 y 7, tripulados por dos astronautas cada uno, hicieron su primera cita espacial aproximando las naves hasta 1,8 m. El vuelo del Gemini 7 tuvo una duración de dos semanas, tiempo que se estimó necesario para las misiones Apollo. El 16 de marzo de 1966 la nave Gemini 8 tripulada por David Scott y Neil Armstrong, que luego sería el primer hombre en pisar la Luna, atracaron su nave al cohete Agena 8 preparando la maniobra de atraque entre el módulo lunar y la nave Apollo.