"La ostomía significa abocación de una víscera al exterior, que se hace por diferentes diagnósticos o patologías. Puede ser de intestino grueso -colostomía-, de intestino delgado -ileostomía- o de los uréteres - urostomías. Cuando el paciente se despierta de la cirugía se encuentra con una situación totalmente nueva que produce cambios en su vida. Pierde la capacidad de continencia y tiene que recurrir a un sistema de bolsas para poder realizar sus necesidades fisiológicas", explica Nicolás Fernández, del Centro de Apoyo al Ostomizado, único en la ciudad.

En este sentido, remarca la necesidad de que estos pacientes reciban una "atención psicológica antes y después de la operación, buena calidad de bolsas y asistencia en todo lo que pueden ser complicaciones, como irritaciones de la piel, alrededor del ostoma".

"Por año tenemos unos 30, 40 nuevos ostomizados, algunos son temporarios, pero otros son definitivos. Es importante entender que estos pacientes tienen una serie de cambios, que requieren una nueva adaptación a su entorno", remarcó el especialista al tiempo que señaló la "importancia de la prevención, como por ejemplo el cáncer de colon".

Sin una buena atención y contención, los cambios higiénicos, dietéticos y de pérdida de control de esfínteres pueden afectar la percepción que tiene el paciente de su propia imagen, pudiendo incluso tener dificultades de integración y reinserción a su vida laboral y social.