Deportes: DEPO-15
A tres años de la muerte de Nicolino Locche, un grande del boxeo argentino
Sólo el cigarrillo pudo darle un golpe de nocaut al "Intocable"
El domingo se cumplirán tres años de la muerte de Nicolino Locche, y el recuerdo viene a cuento porque este año se cumplirán 40 de aquella famosa exhibición de boxeo, cuando destronó en Tokio a Paul Fuji.

El 7 de setiembre de 2005, a los 66 años, víctima de un paro cardíaco, murió Nicolino Felipe Locche, el "Intocable", el ídolo más grande del boxeo argentino de todos los tiempos, tal vez, el único boxeador que logró conquistar un título del mundo esquivando golpes, sin golpear a su rival. Un fenómeno inigualable.

Conoció la pobreza digna de la mayoría de aquellas infancias; supo de la riqueza del nuevo campeón y de la dureza y la ruina de la caída de los ídolos. Necesitó cosas simples para levantarse; tranquilidad, una compañía fiel, su segunda esposa (María Rosa); sus hijas (Ana María y Nancy); su yerno (Laurente) y sus amigas (Karina y Katy).

En la pobreza

Jamás don Felipe y doña Nicolina Devenedetti se imaginaron que el sexto hijo del humilde matrimonio de los Locche Äque huyeron de su patria italiana por la Segunda Guerra MundialÄ que nacía el 2 de setiembre de 1939, en el pueblo de los Campos de Los Andes, en el departamento de Tunuyán, sería con el paso de los años, un símbolo del boxeo argentino, junto a otro mendocino Pascualito Pérez, y al santafesino Carlos Monzón.

Nicolino, tomado de la mano de su madre, ingresó por primera vez al gimnasio Julio Mocoroa Boxing Club, de don Paco Bermúdez, cuando contaba ocho años, muchos años más tarde se convirtió en un personaje sin igual en el pugilismo argentino.

Locche fue el último ídolo del boxeo argentino; el público le dio todo, desde la ovación ante su arte; de esquive, visteo, de defensa notable y contragolpe justo. También el perdón popular cuando la falta de preparación y profesionalismo lidió con Nicolino, en momentos clave de sus peleas.

La campaña

Su primer encuentro en el campo aficionado fue con casi 16 años y 42 kilogramos. Tras 127 combates (sólo cinco derrotas), debutó como profesional el 11 de diciembre de 1958 noqueando en dos asaltos al sanjuanino Luis García.

Los primeros pasos en el estadio de Corrientes y Bouchard fueron como "soporte" de su compañero de equipo: Luis Cirilo Gil, el "gentleman del Luna Park", en sus tiempos de gloria como campeón argentino y sudamericano de la categoría welter.

El invicto lo perdió Nicolino en su décima pelea frente al experimentado boxeador porteño Vicente Milán Derado, por puntos, en Mendoza, el 26 de febrero de 1960.

Nicolino dio el gran golpe, hasta entonces, al batir por puntos al chaqueño (radicado en Córdoba desde los cinco años) Jaime Guillermo Juan Manuel Giné, titular de esa división, quebrándole un invicto de seis años y 86 peleas sin reveses.

Se proyectó así como fondista del "Palacio de los Deportes", arrebatándole el título nacional a Giné; luego fue monarca sudamericano, venciendo dos veces al preferido del público porteño: Abel Ricardo Laudonio (había perdido una vez con éste), siempre con el Luna Park lleno.

La popularidad del "Intocable" comenzó a crecer, en el '68 llegó el auge de su carrera deportiva cuando se consagró campeón mundial de los welter juniors, al vencer en Tokio al hawaiano Paul T. Fuji por KOT y conmover al mundo oriental. En 2008 se cumplirán 40 años de aquella notable e inolvidable pelea.

Defendió su título seis veces ante Manuel Jack Hernández, Carlos "Morocho" Hernández, Joao Enrique, Adolph Pruitt, Antonio Cervantes ("Kit Pambelé") y Domingo Barrera Corpas; el 10 de marzo de 1972 perdió la corona por puntos ante Alfonzo "Pepermint" Frazer. Un año después intentó recuperarla sin éxito y decidió retirarse en 1975.

El máximo ídolo del boxeo argentino tuvo un palmarés profesional de 103 victorias (14 antes del límite), cuatro derrotas y una sin decisión. Locche fue quien le quitó dramatismo a una de las más duras disciplinas deportivas.

"Un sábado más"

Las jornadas nocturnas de los sábados en Corrientes y Bouchard eran de múltiples emociones para la finta mayor en la historia del pugilismo argentino. "Total esta noche, minga de yirar, si hoy pelea Locche en el Luna Park", señala un pasaje del tango "Un sábado más", de Chico Novarro, que inmortalizó su nombre.

Si hasta parecía que se burlaba de sus oponentes cuando le ponía la cara, para luego hacerles errar de cuatro a cinco golpes, después, les palmeaba la cabeza como excusándose. Un artista, un genio, un mago del cuadrilátero.

En el 2003 ingresó al Salón Internacional de la Fama del Boxeo, en Canatosta, Nueva York, un lugar de privilegio junto a George Foreman y el jamaicano Mike McCallum, lugar que compartió también con Pascual Pérez, Carlos Monzón, Víctor Galíndez y Juan Carlos "Tito" Lectoure.

Reparación histórica

El 24 de agosto de 2004, recibió en su domicilio en Las Heras, Mendoza, a un emisario del CMB, donde éste le entregó el cinturón de campeón mundial que había ganado en Japón hace cerca de 40 años. Hasta entonces tenía una réplica.

Luis Angel Firpo fue la epopeya en los comienzos del siglo pasado; Justo Suárez (el "Torito de Mataderos") el prototipo del pibe bueno del barrio; José María "Mono" Gatica", la polémica y la rebeldía contra un destino ingrato. Carlitos Monzón, el hombre que paralizaba el país en cada defensa, el del gesto hosco y el poder indestructible y Oscar "Ringo" Bonavena, la exuberancia de la guapeza y la fanfarronada.

Nicolino (nadie se atrevería a llamarlo Locche a secas) fue la sonrisa; la humorada, la picardía de un deporte que no se juega, que es cosa seria porque está en disputa la vida detrás de cada golpe de puño que se da y se recibe; le hizo un guiño a la alegría.

El 11 de junio de 1960, tras destronar al púgil natural de Charata Jaime Giné del cetro sudamericano, Félix Daniel Frascara, prócer del periodismo, especialista del semanario deportivo El Gráfico, al borde del ring del Luna Park, lanzó una frase célebre, que ilustra al mendocino: "Esto es, el arte de no pegar sin dejarse pegar".

Daniel Guiñazú (Página 12) escribió que "El Intocable", mote con el que lo calificó otro periodista de Editorial Atlántica, Piri García, nació a la consideración popular tres años después, el 29 de junio, cuando el brasileño Sebastiao do Nascimento lo corrió 15 asaltos por el cuadrilátero sin poder aplicarle un solo golpe, ganando la faja sudamericana de los livianos.

El dueño del mayor talento defensivo que se haya contemplado alguna vez en los rings de la Argentina, ganó la corona de la Asociación Mundial de Boxeo, el 12 de diciembre de 1968, en el estadio Kuramae Sumo, en Japón, al kamikaze hawaiano Paul Takeshi Fujii, quien no salió a combatir en el décimo asalto, humillado por el argentino.

Al periodista nicaragüense Edgard Tijerino M., no le agradaba el estilo de Nicolino, aunque consideró que "el show de Locche, con poco sudor, sin sangre y sin lágrimas, hizo historia, era admirable, tal vez por eso se lo consideraba intocable".

Ernesto Cherquis Bialo explicaba que "Nicolino era demasiado mezquino, capaz de ganar una pelea sin lanzar golpe alguno, recurriendo a su extensa gama de recursos defensivos, esquivando las estocadas, desgastando al rival, congelando su furia y acertando lo necesario".

No le gustaba entrenarse

A Locche no le gustaba entrenarse, despilfarró, hizo malos negocios y perdió todo lo que había ganado en su extensa campaña. Además de su inagotable magia, era familiero, tenía códigos con los amigos y siempre lo acompañó el cigarrillo, desde los 13 años, traidor que le envenenó el cuerpo y le provocó afecciones pulmonares y problemas cardíacos desde siempre, aunque se dice que algunos olés futboleros se escuchan en los cuadriláteros celestiales.

Según Carlos Ferreira (Página 12) "mientras inventaba poemas encerrado en su cuadrilátero, miles y miles de admiradores festejaban sus hallazgos con largas ues, oes, sonrisas, risas, carcajadas y aplausos que muchas veces terminaban en ovaciones. El poeta solía agradecer tales efusiones con gestos amables, cabeceos, inclinaciones de cintura y algunos breves intercambios de pareceres con quienes se hallaban más cerca de él mientras creaba".

Tenía puños de algodón, vista de águila, reflejos de gato, cintura de bailarín clásico, los pies clavados en las 10 y 10 de cada día y cada noche, la boca más ancha que su anchísima nariz. Parecía flotar sobre una nube de humo de cigarrillo.

"Gracias a Dios, fue argentino"

Según Adrián Dottori, amigo personal de Nicolino Locche y autor del libro "La Leyenda Intocable" que recorrió las librerías de todo el mundo, era "el único boxeador en llevar cientos de mujeres y niños al Luna Park e inclusive a gente que negaba el boxeo. Sólo querían ver al Maestro mendocino, que fue el mimado del pueblo, que lo llegó a idolatrar como a un prócer".

Según Dottori para calificar a Locche como boxeador, "sólo puedo decir, gracias Maestro. Ejemplo a imitar de humanización deportiva. Gracias por todo lo que nos regalaste y gracias a Dios que fueras argentino...".

El escritor de dicha biografía, presentada por Cacho Fontana, siente que hace tres años perdió a su hermano mayor y a la persona más buena que haya conocido, no alcanza el lenguaje, ojalá hubiera una pantalla que pudiese mostrar el alma noble y pura de Nicolino, un campeón de la vida, un campeón de la verdadera amistad a la que le rendía un culto sagrado.

Expresó que Nicolino debe estar en algún cuadrilátero celestial rodeado de Tito Lectoure y don Paco Bermúdez, tratando de escaparse para fumarse un faso, tomándole la naranjada al periodista Jorge Mórtola ("Crónica") o haciéndole sus clásicas guiñadas al gran Osvaldo Caffarelli y a la noche seguro tango, con el "Gordo" Horacio García Blanco y Aníbal "Pichuco" Troilo.

Finalmente aseguró: "Querido amigo: te alejaste, porque los grandes nunca mueren, permanecen eternamente en nuestros corazones. Adiós señor Locche, hasta pronto Nicolino, chau hermano querido y gracias por todo lo que me diste a mí y al pueblo argentino", concluyó Dottori.

Tomás Rodríguez(Especial para El Litoral)