EDITORIAL

Terrorismo  en la India

Los operativos terroristas perpetrados por el fundamentalismo musulmán en la India fueron los más duros de los últimos años, pero para muchos observadores los más previsibles. Desde hacía meses los servicios de inteligencia indios tenían información de una probable operación de estas características. Sin embargo, la capacidad de prevención falló y los dispositivos de respuesta no pudieron impedir un alto costo en víctimas.

El golpe de los terroristas islámicos estuvo orientado contra uno de los sectores económicos que más divisas recauda en la economía nacional: el turismo. La mayoría de los muertos son turistas, en particular occidentales y, muy en particular, judíos. En este sentido, los terroristas musulmanes nunca se equivocan.

Las autoridades indias han responsabilizado a Pakistán por lo sucedido. Por su parte, el gobierno de este país ha rechazado la imputación y ofrecido la colaboración de sus servicios de inteligencia para investigar lo ocurrido. La primera pregunta que correspondería hacer en estos casos, sobre todo conociendo los antecedentes de la India y Pakistán, refiere a quién investiga o, por lo menos, a quién controla a los servicios de inteligencia de estos países, infiltrados hasta la médula por operadores dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de conseguir sus objetivos.

Como se recordará, la India y Pakistán mantienen históricas diferencias que se remontan al origen de su constitución como naciones. Inmediatamente de producida su independencia de Gran Bretaña, la India debió admitir la partición territorial para dar lugar al nacimiento de Pakistán, con mayoría musulmana. El acuerdo no fue pacífico, por el contrario, se derramó mucha sangre, y en la mayoría de los casos la religiosidad fue la máscara ideológica a la que recurrieron las partes para justificar sus actos.

Desde entonces ha transcurrido más de medio siglo y, lamentablemente, para importantes sectores sociales de la India y Pakistán el odio religioso se mantiene intacto. Los atentados terroristas están a la orden del día, aunque está claro que los máximos niveles de agresividad los lleva adelante el fundamentalismo musulmán. Se podrá discutir si el gobierno de Pakistán lo ampara, aunque es bien sabido que para el propio Pakistán el terrorismo musulmán es un problema serio, como lo han demostrado las acciones terroristas sufridas por esta nación en los últimos meses.

A los tradicionales problemas entre Islamabad y Nueva Delhi se suma la disputa por Cachemira, un territorio cuya soberanía ambas naciones reclaman, en tanto que en la propia Cachemira existe un fuerte movimiento independentista. Las dos últimas guerras entre la India y Pakistán se originaron como consecuencia de estas pretensiones de soberanía territorial. Cabe recordar por fin que ambos países disponen de arsenales nucleares, lo cual le agrega al conflicto un carácter de inusitada gravedad.