Jánuca y Navidad, las fiestas de la luz

Federico Surijon (*)

1.jpg

Una feliz coincidencia se da este año: la simultaneidad de los festejos de la Navidad cristiana y de la Jánuca judía.

Foto: EFE

Este año el calendario nos brinda una interesante coincidencia. La festividad judía llamada Jánuca y la Navidad cristiana, serán celebradas simultáneamente. Más precisamente, el sexto día de Jánuca coincidirá con la Nochebuena. Candelabros de ocho brazos y árboles navideños convivirán llenado nuestras calles y nuestros hogares de luz, alegría, diversión y religiosidad.

Cuando ocurren coincidencias de este tipo, en donde festividades de diferentes credos acaecen en una misma fecha, es común que las personas curiosas, con ansias de conocimientos y de develar extraños misterios, se acerquen a los líderes religiosos de sus respectivas comunidades y los interroguen sobre estas casualidades que se han repetido en ocasiones innumerables a lo largo de la historia humana. Es por esto, que creo propicio analizar los aspectos comunes de ambas celebraciones.

Para aquellos que suponían que estas festividades tenían mucho en común, lamento decepcionarlos. En realidad sus orígenes y significados son muy distintos.

Siendo ampliamente conocidos los orígenes del festejo navideño, sólo voy a extenderme en la explicación de Jánuca.

Jánuca llamada “la Fiesta de las Luminarias”, es una festividad judía que se celebra por ocho días y comienza en el día 25 de kislev según el calendario hebreo. El vocablo hebreo “Jánuca” significa “inauguración” o “dedicación” y tiene la misma raíz hebrea que “Jinuj” (educación). En esta festividad de origen talmúdico el pueblo judío recuerda los siguientes sucesos: cuando es coronado Antíoco IV Epífanes (175 y 164 antes de la era común) como emperador de Antioquía (Siria), éste decide helenizar al pueblo de Israel, prohibiéndoles a los judíos poder seguir sus tradiciones y costumbres, tales como el Brit Mila (la circuncisión religiosa), la observancia del Shabat (el día séptimo consagrado a Dios), la lectura de la Torá (libro de la ley o Pentateuco), etcétera. Un grupo de judíos conocido como los Macabeos, comandados por Matitiau, provenientes de la zona de Modiín, comenzaron a rebelarse contra los soldados griegos, ya que se negaban a hacer actos que iban en contra de sus creencias religiosas. Tuvieron una lucha difícil, y eran una minoría combatiendo contra el ejército griego; sin embargo sus estrategias, su decisión y fe los llevaron al éxito. Pero el heroísmo militar, por sí mismo, no es motivo suficiente para que el pueblo judío, que posee una experiencia histórica milenaria, cree una celebración. En realidad la tradición habla de un milagro. Cuando termina la guerra, los Macabeos ingresan al Gran Templo de Jerusalén que había sido profanado y saqueado por los griegos. Allí encuentran la Menorá (candelabro de siete brazos) apagado, y aceite para encenderlo un solo día. Tardarían ocho días en tener listo más aceite apto, lo que le imposibilitaría cumplir con el precepto de encenderlo cada día. Sin embargo ese poquito aceite que tenían, milagrosamente mantuvo prendida la Menorá durante los ocho días.

Es por esto que durante esta festividad se prende una januquiá o candelabro de ocho brazos, más uno mayor (conocido como Shamash o vela piloto) con el que se enciende el resto de las velas. En la primera noche únicamente se prende el brazo mayor y una vela, y cada noche se va agregando una, hasta el último día en el que todo el candelabro se enciende completo, conmemorando el milagro del aceite.

En esta festividad se acostumbra a comer alimentos fritos en aceite en recuerdo del milagro, como los ladkes (croquetas saladas de papa y huevo) y sufganiot (donas dulces). Es costumbre que los niños jueguen con un sevivón o perinola. Esta perinola de Jánuca tiene cuatro caras, cada una de ellas con un letra en hebreo: las cuatro letras son las siglas de Nes gadol haia sham, lo que quiere decir, “un gran milagro ocurrió allá”. En Israel: Nes gadol haia po, lo cual se traduce a “Un gran milagro ocurrió acá”.

En algunas comunidades se mantiene la costumbre de hacerles regalos a los niños celebrando la alegría de la festividad.

Como vemos, los significados y orígenes de Jánuca y Navidad son muy distintos. Sin embargo, estas festividades tienen en común, la época en que se celebran. También, ambas festividades, presentan una característica familiar. Los ocho días de duración de la festividad hebrea, es coincidente con los ocho días de intervalo entre la Navidad y el Año Nuevo cristiano. En las dos fiestas, se reparten regalos y es obligatorio mostrar el símbolo de la festividad en lugares visibles para todos. Pero lo más importante, la luz es un elemento fundamental y necesario en ambas celebraciones.

Indaguemos sobre el significado de la luz. Hoy en día tenemos la posibilidad del usufructo de la luz eléctrica, por lo que pocas veces reparamos en su importancia (excepto cuando los aires acondicionados y ventiladores de las casas santafecinas funcionando al mismo tiempo, en estaciones calurosas, generan cortes del suministro). Pero en la época donde ambas festividades tuvieron su origen, la luz, era realmente un bien preciado, no se podía oprimir el interruptor y listo. De hecho, en el hemisferio norte, donde se concibieron ambas tradiciones, es época invernal, cuando las noches son las más largas del año.

Dice la tradición judaica, que un haz de luz tiene el poder de disipar una enorme oscuridad. En el libro de Génesis se nos relata que la primera creación después de los cielos y la tierra fue la luz. El profeta Isaías señala que en los tiempos por venir “la luz de la Luna será como la luz del Sol, y la luz del Sol será sextuplicada como la luz de siete días” (Isaías XXX, 26). Y de acuerdo con la Kabalá, el ser humano guarda en sí, una chispa de aquella luz primigenia que emanaba directamente del Creador y con la cual se mantiene la supervivencia del mundo.

Jánuca y Navidad colman nuestras calles, hogares y almas principalmente de luz, pues ésta es símbolo de vida, de unidad, de educación, de amor. Es por esto, que como firme creyente que soy, sólo puedo suponer que esta maravillosa coincidencia, no es otra cosa que la presencia del Eterno en éste, su mundo, exhortando a sus criaturas a que busquemos lo mejor de nosotros mismos, llamándonos a la convivencia y a un mayor compromiso con el prójimo, sobre todo con aquellos que más nos necesitan, con los que menos tienen. Que la luz de estas fiestas nos convoque a todos, más allá del credo que profesemos, a experimentar un renacimiento espiritual, para lograr generar un mundo mejor y más justo para nosotros y las generaciones que vendrán. Jag Sameaj Leculam: felices fiestas para todos.

(*) Jazán de la Comunidad Israelita de Santa Fe.

Jánuca, llamada “la Fiesta de las Luminarias”, es una celebración judía que se realiza durante ocho días y comienza en el 25 de kislev, según el calendario hebreo. El vocablo Jánuca significa “inauguración” o “dedicación”.

Durante esta festividad, se prende una januquiá o candelabro de ocho brazos, más uno mayor, con el cual se enciende el resto de las velas. En la primera noche, únicamente se prende el brazo mayor y una vela, y cada noche se va agregando una.