SURGIMIENTO. “Primero hubo una posibilidad de probarme en San Lorenzo y luego apareció esta chance del fútbol mexicano, cuando estaba jugando en Sagrado Corazón de Rosario. Un compañero iba a ir también pero tuvo problemas con el pasaporte. Entonces me preguntaron si me interesaba viajar solo, y dije que sí. Acepté y al cabo de unos días, me fui”.

PRIMERA IMPRESIÓN. “Llegué a Toluca, que es el lugar más alto de México, entonces me costó un poco la adaptación. El primer mes y medio es el más difícil, tanto por la altura como por las comidas, pero después te adaptás. El lugar es muy lindo, montañoso, de mucho tráfico por ser la capital de la provincia. Me siento muy cómodo, estoy cerca de donde nos entrenamos. El club me ubicó en una casa de tres pisos, dividida con algunos chicos que van a jugar a ese equipo provenientes del interior de Toluca; yo estoy solo en una habitación”.

EXPERIENCIA. “Me encanta lo que estoy viviendo allá. Es algo que esperé siempre, porque me gusta. Y que haya sido algo tan inesperado para mí fue increíble, porque me agarró de sorpresa. Desde el 5 de junio del año pasado que estoy en México”.

SU FÚTBOL. “Hay diferencias que uno nota en cuanto a la estética entre las principales categorías. En Primera, el fútbol es mucho más lindo, trabajado. En la Segunda, se ven algunas carencias en ese aspecto, pero igualmente está en avance. El fútbol mexicano tomó mucho protagonismo en los últimos años y la gente lo consume bastante. Lógicamente que los equipos de Argentina, Brasil y Uruguay, por ejemplo, están primeros en las competencias internacionales”.

PARTICULARIDAD. “En las inferiores, se maneja distinto que acá. Al haber menos clubes, la mayoría tiene equipos en las diferentes divisiones. En el caso de Pachuca, por ejemplo, tiene su equipo principal en Primera y dos más en Segunda. Entonces, el trabajo de inferiores se va tratando de mejorar y, a medida que uno progresa, también pasa de división. Mi equipo, los Potros, sería uno de los clásicos rivales del Toluca. Dentro de la cancha es bastante parecido el juego que hacía acá con lo que hago ahora allá. Y nunca traté de cambiar, sino de perfeccionar el estilo. Además, lo mío es simple, sin nada raro”.

UNIÓN. “Jugué hasta el 2005 en el club. Me encantó estar en Unión, incluso toda mi familia es hincha del Tate. Pero pasa lo mismo tanto en Unión como en Colón: hay muchos jugadores. Entonces, uno queda tapado y se le complica. Me hubiese gustado seguir, pero preferí tener continuidad en otro lado. Me encantaría volver a tener una chance en Unión, aunque primero quiero crecer futbolísticamente allá. Tengo como una revancha, pero sana, nada malo. Ojalá se pueda dar”.

A FUTURO. “Decidí cumplir el contrato, que termina en abril de este año. Durante este tiempo estuve hablando con gente que se vincula al fútbol mexicano de Primera; incluso estuvo cerca alguna posibilidad de ir a Colima y Cruz Azul, pero son cosas que se hablan nomás. Quisiera seguir en México, después vamos a ver qué es lo mejor. Allá me junté mucho con Martín Romagnoli —ex Colón— y Hernán Cristante, con quienes generamos una amistad muy linda. Ellos me dieron muchos consejos y yo trato de tener en cuenta un montón de cosas que ellos me dijeron que hiciera, porque al no estar muy metido en el ambiente es como que surgen cosas nuevas en todo momento, y hay que estar preparado. He aprendido un montón de cosas, incluso con otros jugadores argentinos también hablo seguido”.

DESPEGUE. “En Argentina, todo cuesta un poco más porque los jugadores se van cuando son muy jóvenes o, si no debutan en la primera del club, van quedando relegados. En México tenés un par de años más para mostrarte. Pero a la edad que tengo, me parece que es el momento ideal para tomar la decisión de seguir o no jugando al fútbol. Si uno tiene metas a largo plazo, con trabajo seguramente las cumplirá”.