Un joven fanático del ferrocarril en la era de Internet

Sangre nueva en viejas vías

Con 20 años, Ismael Mahfoud es un apasionado de los trenes y creador de espacios online para la difusión y defensa de este histórico medio de transporte. Tradición y nuevas tecnologías se cruzan en su mundo, como vías en una playa de maniobras.

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Viajero. A su gusto por las travesías le suma cuando puede la opción de hacerlo sobre rieles.

Foto: Néstor Gallegos

Ignacio Andrés Amarillo

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Ismael Mahfoud tiene 20 años, es estudiante de diseño gráfico en la Fadu (“lo llevo medio lento a eso”, confiesa) y se desempeña como camarógrafo en una productora de televisión, trabajo al que llegó por su habilidad en la fotografía, una de sus pasiones.

Pero en sus ratos libres, Ismael se dedica a aprender sobre una de sus grandes pasiones: el ferrocarril; un interés poco habitual en una persona de su edad. Y fue esa inquietud la que lo lleva a sostener un blog y un fotolog, en los que aprovecha para mostrar sus descubrimientos y experiencias, mediante imágenes y relatos: historias del pasado de gloria de ese medio de transporte y del presente de aquellos lugares donde las vías no han sido tapadas por la maleza.

En virtud de eso, El Litoral aprovechó para conversar con él sobre este gusto por rieles y durmientes.

—¿Por qué ese fanatismo por el tren?

—Yo me pregunto lo mismo (risas). Me fui interesando; acá en Santa Fe es algo que no se conoce: los jóvenes nunca vimos de un tren más que el carguero. A uno nunca le contaron, quizás algún abuelo que suela contar; pero no se habla mucho. Un día agarré, me puse a investigar y me di cuenta de lo que era: un transporte noble, súper rentable, y que acá no está. Entonces dije: bueno, me voy a poner a ver, a conocer; y a medida que fui conociendo, en estos espacios míos, personales, fui mostrando, porque me gustaba que la gente también se dé cuenta de lo que yo también me daba cuenta. Me sorprendía a mí mismo, y al mismo tiempo lo iba mostrando en los blogs.

—¿Cuándo fue el momento en que dijiste: “Voy a crear los blogs”?

—No fue un momento, fue gradual. En mi fotolog, al principio había “giladas”, no tenía nada que ver; el nombre nomás, que creo que enmarca cuándo me empieza a interesar. Después sí, ya me fui interesando en la cuestión más técnica, más histórica. Y a medida de eso fui viendo para dónde iban las vías que tenemos en la ciudad, qué máquinas, todo el sistema; me fui metiendo.

—No tenés ningún pariente ferroviario...

—No, no tengo ningún ferroviario en la familia, y eso es lo que capaz que extraña. El antecedente que me acuerdo es mi abuelo, que tenía el mayorista en 4 de Enero y Mariano Comas, siempre me gustó acordarme de eso: le bajaban la mercadería directamente en las vías que están atrás.

—Habrás viajado después en tren...

—Sí, el año pasado me mandé para Buenos Aires (yo digo “exilio”) para viajar en tren, porque acá no se puede (risas). Allá es un paraíso para mí: viajé hasta en el tranvía histórico, en tren, en subte... En el espacio en Internet me gusta ir contando las vivencias en los trenes.

—¿Hay algo que te haya llamado la atención cuando empezaste a meterte en el tema?

—Todo me sorprendió, porque cuando sos chico ves las vías y no te significan nada. Y después vas viendo toda la historia que tienen esos rieles, todo lo que pasó por ahí. La ciudad nació y se desarrolló a partir de eso: Las Flores antes no era nada, era una parada del ferrocarril solamente; lo mismo con Monte Vera. Saber eso tiene un valor impresionante.

Yo con mis amigos voy a veces caminando por Bulevar y 25, y tenemos las diagonales que marcan la estación de servicio, el shopping Estación Recoleta, y les digo “por acá pasaba el tren”, y ya me miran con cara de odio (risas).

—¿Qué repercusiones tuviste con los espacios en Internet?

—Bastantes; de Santa Fe no tanto, pero del interior de Buenos Aires, de Tucumán; en los últimos lugares por donde anduvo el ferrocarril. En el interior de Buenos Aires, anduvo hasta hace poco, y la gente se conmueve de las cosas que cuento de cuando voy allá. Pero en Santa Fe poco.

Por la vuelta

—¿Viste la película de Pino Solanas?

—Ese movimiento es buenísimo. Me junté con los chicos de Tren para Todos y los estoy ayudando. Está buenísimo eso, porque hasta hace un tiempo yo me veía solo hablando del tren, acá nadie hablaba, un par de años atrás. Después los encontré a los chicos que están con lo de Pino Solanas, despertó mucho interés, y nació esto de Tren para Todos: es como que pone el tema en debate, se vuelve a hablar de eso.

—¿Cómo ves el hecho de que las estaciones del Mitre y el Belgrano sean usadas para otros fines?

—Es re loco, uno piensa: ya tenés las estaciones, las vías, todo eso funcionaba; así que más que arreglarlo y ponerlo a andar... Se necesita esa inversión (es una inversión, justamente). La verdad es que no lo entiendo.

—Qué raro, porque acá está lleno de marcas del ferrocarril.

—Sí, me divierte mucho andar en la calle y fijarme en esas marcas: las del tranvía, que son los “baches buenos” -digo yo-, porque son los que dejan ver las vías. Son una muestra de que anduvo, que estuvo ahí, y que hasta se podría (con alguna buena intención) volver a funcionar.

—En Rosario están hablando de que vuelva el tranvía...

—Es un medio que conviene. Implica una transformación enorme en la ciudad, pero si se planifica y se llega con una buena política... Capaz que ahora con las calles chiquitas que tenemos en el centro no, pero en Aristóbulo del Valle que tenés canteros... Ahora está lleno de árboles, pero pasaba el tranvía por ahí, y capaz que estaría buenísimo tener el tranvía y hacer algo turístico.

—Ahora quieren reactivar el ramal a Recreo...

—Despertaría una parte de la ciudad: ahora no tenés las estaciones, no tenés las vías, y es como que falta una parte de la ciudad. Donde hay tren tenés dos o tres alternativas de transporte: acá solamente tenés el colectivo, o un taxi.

—¿Qué cosa te gustaría hacer en ese sentido?

—Más allá de mostrar y seguir aprendiendo... A mí lo que me gusta es eso: aprender, mostrar lo que sé y esperar que la gente se interese y pueda aprender también. Para el que no conoce es como si no estuvieran las cosas ahí: si pasás por las vías y no sabés qué ferrocarril anduvo por ahí, a dónde te llevó, y que lo hicieron tus abuelos, te da lo mismo. Conocer es poner en valor. Y seguir viajando, conociendo en otros lugares: me gustaría ir a Entre Ríos y viajar en el ferrocarril nuevo que restablecieron ahí.

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ADEMÁS

Así escribe

Viaje fugaz a Buenos Aires y Rosario Noviembre 2008.

Pasaje Nro. 5: Pasando José Clemente Paz.

Entre las vías del Urquiza y sobre las vías de ex Ferrocarril Pacífico, rodamos decididamente con el destino final en Pilar. La estación San Miguel es una gran feria de los más distintos comercios, situación que se repetía en varios otros puntos del trayecto hacia Pilar. José C. Paz era claramente uno de los nodos principales de este ramal; un tren en sentido contrario al nuestro paró al mismo tiempo que nuestra formación, del otro lado del andén-isla que tiene ésta estación. (...) Y sin mucha pausa ni mucho pensamiento seguimos el rumbo, sentados en los pequeños, ergonómicos y plásticos asientos tipo colectivo marca Grammer. Cuando uno hace tramos tan largos, a veces anhela que los hagan con apoyacabezas.

Era sábado 15 de noviembre del 2008; el día del 435º aniversario de la fundación de mi ciudad, Santa Fe de la Vera Cruz. Y yo haciendo de forastero, atravesando ciudades ajenas a través de los rieles; actividad que quizás impotentemente, mi ciudad natal no puede ofrecerme hoy en día.

Evadiendo este pensamiento, me recluía en la vista de un paisaje que no se quedaba quieto, e iba prestándome una mirada cada vez más rural. Así pasamos por las nuevas estaciones Sol y Verde (donde había bastante verde pero poquito sol), y Puente Derqui (donde no había ningún puente). Después, Villa Astolfi de por medio, llegaríamos a Pilar.