Al margen de la crónica

Paren de gritar

La violencia instalada desde hace varios años en la sociedad argentina sigue esparciéndose en todos los ámbitos de la vida. Se habla de la violencia como hecho policial, de la violencia en el deporte, de la violencia en las escuelas, pretendiendo que sean comportamientos estancos de una sociedad que no encuentra mejor manera de resolver sus conflictos que apelando a cualquier tipo de actitud.

La política no es ajena a este fenómeno y poco hace para bajar los decibeles y tratar de ser ejemplo para el resto de la ciudadanía. Discursos violentos, declaraciones ofensivas de uno y otro lado no hacen más que tensar a la sociedad.

Santa Fe tampoco es ajena a esta violencia. Amenazas a magistrados de la Justicia, agresiones a funcionarios de la Municipalidad de Arroyo Seco; asesinato en Vera del propio intendente; bomba a la casa del presidente comunal de Sancti Spiritu, son apenas algunas grageas de este nuevo panorama. Pero además la violencia en el discurso de los principales dirigentes de la vida institucional cruzándose declaraciones por lo no hecho o hecho en el pasado reciente y una Justicia ciega, sorda y muda cuando la causa alcanza a las llamadas primeras espadas de la política santafesina.

Esta falta de Justicia tal vez potencie gran parte del resto de la violencia social y devuelva a la sociedad a la necesidad de aplicar la Ley del Talión superada en gran parte del mundo hace ya dos mil años.

Un piquetero oficialista toma una comisaría y no hay sanción; primeras figuras nacionales dueñas de fortunas que no encuentran sustento matemático pero que ningún juez osa investigar; asesinatos en countrys que quedan impunes y olvidados después de algunas semanas de shows televisivos...

La rueda gira y gira por más que sigan incorporando personal a las fuerzas policiales y la seguridad privada ya es un ejército en el país.

Tal vez sea la hora de apaciguar los ánimos y hablar en lugar de gritar; buscar en una mesa principios de acuerdos para dar ejemplos, tal vez los gestos sirvan para apaciguar una sociedad que derrama sangre y bronca por los cuatro costados.