CULTURA
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El último fileteador
Peco es un apasionado de ese arte popular. Tiene un taller en Sargento Cabral y un puesto en la Costanera. Los colectivos de antaño paseaban sus pinceladas. Aquí, unas líneas adornadas.TEXTOS Y FOTOS. NICOLÁS LOYARTE.
Es la siesta del domingo y parece faltar el aire en la Costanera Oeste de nuestra ciudad. Los árboles, inmóviles, apenas atenúan el abraso del sol. Entre los puestos de artesanías instalados en forma de una larga hilera junto a la vereda del paseo ribereño se distingue uno cargado de carteles, espejos, mates y cuadros, todos fileteados, expuestos sobre las tablas con prolija estética. Es el puesto de Oscar Enrique Pecorari (56 años), conocido por su apodo, Peco.
A escasos metros de allí, sobre las dársenas de estacionamiento, Peco estaciona su Renault 18 marrón que lleva un cartelón montado sobre el techo con el nombre de su sueño hecho realidad: “Filetes Peco”. Junto al cartel flamea una bandera argentina.
Los puesteros esperan desde temprano a turistas por la mañana, y a vecinos de la ciudad por la tarde -según los hábitos de paseo de cada uno-, para ofrecerles sus artesanías y productos. Algunos “cortan” al mediodía y retoman el trabajo por la tarde. Este domingo Peco descansó un rato, pero son las tres de la tarde y ya está allí para recibirnos, mientras otros comienzan con el armado de sus puestos.
Mientras conversamos, aparecen los primeros paseantes que se animaron a salir a caminar por la Costanera, mate en mano, a pesar del sol. El puesto de Peco cobra curiosidad. La gente se detiene un buen rato a observar las artesanías. Uno de los “anzuelos” que tiene a la venta allí son los cuadros de Colón y Unión, entre otros equipos nacionales. También abundan los filetes sacro, con imágenes del Padre Pío o una Virgen, entre otros. “Es que es lo que a uno le gusta”, comenta Peco.
-¿Cómo nace la pasión por el filete?
- Mirá, eso es algo que lo traigo desde que nací. Desde que me acuerdo, mi papá me llevaba a los tirones porque yo me quedaba mirando cuando veía algún carro o camión fileteado. Cuando era chico no se fileteaban los colectivos porque eran de la Municipalidad y recién cuando los privatizaron comenzaron a hacerlo.
- ¿Hiciste otra cosa antes de ser fileteador?
- Me recibí en la antigua ENET Dr. Nicolás Avellaneda como Técnico Mecánico, con 7,65 de promedio general de todos los años. Te preguntarás cómo, siendo técnico mecánico, terminé siendo fileteador. Bueno, porque lo del filete siempre me llamó la atención. Ya desde chico me quedaba mirando cómo un fileteador trabajaba en un taller cerca de mi casa, donde reparaban colectivos. Antes de contarte la historia de cómo empecé a filetear te cuento que cuando salí del Servicio Militar y quise incursionar en el fileteado de colectivos y camiones nadie me daba trabajo, porque cada taller ya tenía el suyo y eran como una marca registrada. Además yo tenía cara de pibe y la idea, por entonces, era que el filete sólo lo podía pintar una persona mayor.
POR TODOS LOS RUMBOS
Peco continúa: “Como no conseguía trabajo como fileteador tuve que sacar mi título del cajón y presentarlo en San Martín del Tabacal, un ingenio azucarero de Salta que necesitaba técnicos. Lo más gracioso es que necesitaban técnicos en automotores y yo no sabía nada, pero a mí siempre me gustaron los fierros, y me tomaron igual. Eso fue en el ‘74. En el ‘75 nos casamos con mi mujer, María Beatríz, y en el ‘76 nos fuimos a Misiones, donde conseguí trabajo en Celulosa Argentina Puerto Piray. Estuvimos allí hasta principios del ‘79, hasta que decidí volver, porque las cosas en Misiones se habían puesto difíciles y yo quería dedicarme al fileteado”.
- Ya en Santa Fe, ¿conseguiste filetear colectivos?
- En Santa Fe el filete que se hacía era el de los camiones y los colectivos, muy poco filete porteño; alguna carrocería de camión del mercado, algún carro o sulqui. Tampoco había quién lo enseñe. Sólo había un fileteador en el Mercado de Abasto, llamado Carlitos Bellodi, quien pintaba filete porteño. Era una persona muy bohemia, no se preocupaba por progresar, sino que vivía con lo que tenía. Fileteaba una barbaridad. Entonces, cuando volví de Misiones, en el ‘79, tropecé otra vez con el tema de la edad y con que cada taller tenía su fileteador. Aunque yo tenía experiencia y sabía pintar, porque antes de hacer el Servicio Militar había trabajado como ayudante de un fileteador muy bueno, un tal Mai, que se dedicaba más al colectivo y al camión. Con él estuve dos años y cuando mi padre le pidió que me pagara por mis trabajos, Mai le dijo que no podía, y mi padre no me dejó que siga con él. Yo me las rebuscaba pintando retoques de filetes en los colectivos cuando los chocaban.
Después de que volví, desde el ‘79 hasta el 2006, llegué a filetear casi todos los colectivos de todas las líneas de Santa Fe. Incluso viajaba a Paraná, donde también fileteé muchos coches. También fileteé coches para Mendoza, Resistencia (Chaco), Posadas (Misiones), y Gral. Rodríguez (Bs. As.).
- ¿Esa fue la época dorada?
- Como todas las cosas, todo tiene un final. En el 2006 terminé de filetear los últimos coches de las dos únicas empresas que habían quedado como independientes en Santa Fe, la Línea 18 y la empresa L bis, de Santo Tomé.
- ¿Y qué sucedió entonces con tu oficio?
ENTRELÍNEAS
- Al principio quedarme sin trabajo fue un golpe muy fuerte. Pero a su vez sirvió para que pudiera realmente dedicarme a lo que siempre me gustó y quise hacer, que es pintar filetes porteños. Comencé a pintar cosas, cuadritos, muebles, y también empecé a ir todos los domingos a la Costanera, a lo que llamábamos el Paseo de la Costanera. En paralelo, buscando en Internet, logré contactarme con un maestro fileteador de Buenos Aires: Elvio Gervasi. Para mí es el mejor fileteador y una excelente persona. Mediante fotos y consejos me enseñó lo que me faltaba. Todo lo que me decía yo lo ponía en práctica, y así hasta llegué a ganarme un premio en Buenos Aires, en un concurso federal de filete porteño.
OFICIOS PERDIDOS
“Aquí, en Santa Fe, no quedó ningún fileteador aparte de mí. Y estoy tratando de que no se pierda el oficio, pero las personas que se acercaron a mi taller no perduraron”, cuenta.
Peco es hoy quizá el único fileteador de nuestra ciudad. Desde las escuelas de arte hay quienes consideran que el filete no es arte y no se capacita a los jóvenes en el oficio. Tampoco los hijos de Peco heredaron el oficio. Matías, de 28 años, está a punto de ser un profesional, y Noelia, de 21, estudia Literatura en la UNL. El único lugar de la ciudad donde todos los días los pinceles dibujan letras e imágenes fundidas sobre chapas o madera es en el taller de Peco, ubicado en Sarmiento 5430 de barrio Sargento Cabral. Hasta allí nos trasladamos. La casa se distingue del resto de la cuadra por sus filetes pintados sobre la fachada, el verde del jardín al frente y la galería, desde donde se accede primero al salón de exposición atiborrado de objetos fileteados, y más atrás al taller donde Peco trabaja sobre una mesa invadida por pinceles y pinturas, y sobre un atril.
Este artesano del pincel no tiene pinta de tal. No usa pelo largo, ni viste desarreglado. Su corrección al dialogar y su imagen prolija denotan un orden que parece prolongarse hacia todas las manifestaciones de su vida. Peco camina unas pocas cuadras desde su casa, sobre Las Heras al 5600, para llegar a su taller. Vive junto a su esposa, María Beatriz Infante, con quien está casado desde hace 35 años y sus dos hijos. “Tenemos una perra de dos años mezcla de cocker con bretón, una gata de la calle que adoptó mi esposa pero que ya está bastante viejita, y una tortuga que no sabemos cuantos años tiene por que nos la regalaron hace más de 15 años”, describe.
En el taller tiene a mano un cuadro que dice “Tango club”, fileteado y obsequiado por su maestro y amigo, Elvio Gervasi. Entre los objetos preciados hay una guitarra, una silla y una cajita fileteadas que atesora como recuerdos de sus seres queridos, y un cartel con la frase: “Es preferible luchar para morir luchando, que dejarse estar para vivir muriendo”.
“Al principio quedarme sin trabajo fue un golpe muy fuerte. Pero a su vez sirvió para que pudiera realmente dedicarme a lo que siempre me gustó y quise hacer, que es pintar filetes porteños”.
Oscar Enrique Pecorari.

Como la de León Gieco, esta guitarra fue fileteada por Peco.

El puesto de Peco está los domingos sobre la Costanera Oeste.
ARTESANOS AMBULANTES
Peco, junto a otros artesanos y muralistas, integra la Feria de los Artesanos Ambulantes. Junto a la Asociación de Amigos de la Plaza 9 de Julio, una vez al mes exponen en distintas plazas de la ciudad.
Los Artesanos Ambulantes fueron declarados de Interés Municipal, por decreto del DMM (Nº01288), Secretaría de Gobierno, el año pasado.
En la actualidad, Peco expone sus artesanías fileteadas todos los domingos de 10 a 22 en el Paseo de la Costanera Oeste, frente al Auditorium de la Tecnológica.
ADEMÁS
Para comunicarse con Peco: [email protected]. Por el momento no tiene página web.

Uno de los últimos colectivos de nuestra ciudad que fueron fileteados. A éste lo fileteó Peco.