Acerca de los idiotas útiles

Silvia Villaggi de Vittori

En la comunicación diaria usamos una cantidad de valoraciones que creemos relativamente nuevas y que, sin embargo son más antiguas aún que los primeros registros que de ellos existen.

Tomemos por ejemplo, la locución “idiota útil” que aún no registra la Real Academia. Encontramos que es idiota quien padece de idiocia, o sea un trastorno caracterizado por una deficiencia profunda de las facultades mentales, congénita o adquirida en la primera etapa de su vida. Y de útil, dice el diccionario, que es aquello que produce provecho, que puede servir para algo.

Analizando la historia, la función del idiota útil existió desde los primeros pasos conocidos del hombre pero, la determinación conceptual de “idiota útil” como binomio, es atribuida a Lenin aún no habiendo pruebas contundentes que aseguren su autoría. Según las versiones, el líder comunista, lo usaba para describir a los simpatizantes de la URSS de países occidentales que, bien conducidos -o sea, con cerebros correctamente lavados-, apoyarían su política una vez regresados a su tierra de origen. Aunque la persona en cuestión tontamente se veía a sí misma como aliada de la URSS y de otros camaradas, en realidad era tratada peyorativamente, a la vez que era cínicamente utilizada.

Recién en 1948, la frase adjudicada al líder ruso, sería comentada por un medio estadounidense de gran circulación, al ser utilizada en un artículo del tradicional diario The New York Times.

Una concepción moderna del vocablo, se usa en la actualidad para describir a alguien que es manipulado por una corporación no necesariamente comunista y a veces, todo lo contrario.

Se define como “idiota útil” a un ignorante de los hechos, a tal punto que termina involuntariamente por favorecer el avance de una causa adversa a él, a la que obviamente, no apoyaría de otra manera.

El idiota útil existió antes de la eventual ocurrencia leninista, pero remozando el término, podemos descubrirlo en casi todos los ámbitos; en la política, la justicia, el gremialismo, el periodismo; ama la notoriedad y, no conforme con su destino, cree que nació en el lugar y el tiempo equivocados. Miserable en el estricto significado de la palabra, sueña con muchedumbres que aclamen su nombre, desconoce el funcionamiento de su psiquis e ignora que su esquema de conducta responde a la relación amo-esclavo. Se cree emancipado y líder de sus cruzadas, en tanto ignora que, debido a lo endeble de su personalidad, es rehén de un proyecto diseñado a su medida por alguien o algunos con inteligencia e intereses superiores. Es tan soberbio como le permite su estructura emocional, envidioso, incapaz de ejecutar un proyecto personal, narcisista, de intelecto inversamente proporcional a su enorme ambición, muy fácil de seducir. Sobran paradigmas para describir al idiota útil; es ése, capaz -por ejemplo- de luchar por revertir la desnutrición infantil en las ciudades pobres del país, al tiempo que no duda en compartir un banquete con alguien que contribuyó a que esos chicos no tengan acceso a los alimentos básicos, o capaz de vociferar en defensa de los derechos humanos avasallados por la dictadura y al mismo tiempo -o más tarde-, embanderarse con el mismo ímpetu, en las razones de un torturador.

Es un personaje todoterreno: tanto puede responder hoy a un interés, como mañana al opuesto; eso sí, siempre convencido de ser dueño de la razón y defensor persuadido de la verdad. Mercenario calificado, se vuelve peligroso cuando logra con su discurso o sus acciones atravesar el pensamiento ajeno, pero se convierte en polvo cuando su eco muere en el intento. Sin embargo, no se desanima, intentará ser escuchado, tenido en cuenta, pasar a la historia.

Mentiroso por naturaleza y bruto por aprendizaje deficiente, el idiota útil ignora que existe, en tanto y en cuanto sirva al proyecto de su mentor. Pero desconoce que a la menor señal de ineficiencia para alcanzar la meta, el maestro, por cuyos “principios” lucha, lo desechará como a papel higiénico y buscará a otro, tan idiota como él, pero que presuponga más útil. En tiempos volátiles, es bueno saber sobre ciertos términos que solemos usar con liviandad. Conocer los rasgos del idiota útil, su ADN, permite detectarlo y estar atentos para no comprarlo como un buen prototipo ya que vale poco porque es esencialmente anómalo.

a.jpg