Semana Mundial del Parto Respetado
Proponen que se termine con
las cesáreas innecesarias
El parto respetado es el proceso humano, fisiológico y absolutamente natural, en el que la mujer es la protagonista y puede elegir el tipo de atención que prefiere para tener a su hijo. Se debe garantizar un cuidado respetuoso y libre de discriminación.
Mariana Rivera
Sandra Soria y Patricia Maciel son dos rosarinas que experimentaron el nacimiento de sus hijos de manera diferente, humanizada, con privacidad y con todos los cuidados médicos que se exigen durante el trabajo de parto y el alumbramiento.
Luciano y Fiama nacieron -respectivamente- durante una cesárea necesaria humanizada -luego de que Sandra pasara por 43 infructuosas horas de trabajo de parto, en su casa, tras lo cual debió ser trasladada al sanatorio- y un parto vaginal, en el agua, también en su casa, a pesar de que Patricia había tenido sus dos hijos anteriores por cesárea.
“Habíamos planificado con mi ginecóloga, la neonatóloga y una enfermera el parto en mi casa, pero una semana antes de la fecha probable de parto rompí bolsa espontáneamente. Después de estar 30 horas en casa sin que el útero diera contracciones, decidieron llevarme al sanatorio para poner en marcha el plan B, que ya habíamos pensado”, comenzó a relatar Sandra.
La idea era que se le aplicara oxitocina, una hormona que agiliza las contracciones, “pero de manera lenta y suave, ya que si no las contracciones son muy violentas”, aclaró Sandra, ya que pretendía tener “un parto humanizado”. Éstas comenzaron a aparecer y ser rítmicas pero -tras 42 horas de trabajo de parto- las fuerzas de su cuerpo no acompañaron la voluntad que tenía de tener a su primer hijo de manera natural.
Así, decidieron realizarle una cesárea “pero humanizada”, aclaró, y explicó la diferencia de ésta con una cirugía mayor realizada de manera convencional: “Mi compañero entró al quirófano; la ginecóloga esperó unos minutos a que dejara de latir el cordón umbilical para cortarlo; le pasó a Luciano a la neonatóloga, quien me lo puso sobre el pecho, cruzado. Lo único que no pudieron hacer fue desatarme las manos para que abrazara a mi bebé, ya que -por protocolo- las tenía atadas”, contó gratificada.
Sin embargo, advirtió que “al bebé no lo vacunaron (lo hicimos luego), ni lo entubaron ni le colocaron la sonda anal. Le dimos la vitamina K en gotas para no invadirlo. Mi marido cambió al bebé, quien no pasó de mano en mano. Salí del quirófano con él prendido a la teta. Hoy Luciano tiene un año y medio y es supersano”.
El lema 2009
Ayer comenzó a conmemorarse la Semana Mundial por un Parto Respetado, que en nuestro país se celebrará hasta el 23 de mayo, bajo el lema “¡Por una urgente disminución de las cesáreas innecesarias!”.
Por este motivo, la Red Latinoamericana y del Caribe por la Humanización del Parto y Nacimiento (Relacahuapan) lanzó una campaña para alertar sobre la dramática situación de la epidemia de cesáreas en Latinoamérica y Caribe, así como en el resto del mundo.
Según explicó, la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda tener un índice menor al 10-15 % de cesáreas, pero hay instituciones que sobrepasan el 80 %, índice que se incrementa en las vísperas de feriados y en las Fiestas Navideñas y de Fin de Año.
La Red también advierte que la cesárea es una operación de cirugía mayor que conlleva más riesgos que un parto vaginal, tanto para la madre como para el bebé, al tiempo que asegura que nacer por cesárea es un motivo válido cuando está en riesgo la vida del bebé, de la madre o de ambos. Es decir, cuando es tomada como una “intervención de rescate”.
En este sentido, plantea que “el exceso de cesáreas se refiere a un exceso de patologías iatrogénicas (originadas en el abuso de intervención médica durante la gestación y el trabajo de parto), y a un grado de aceptación social con respecto a las técnicas quirúrgicas en general, que incluyen como variables centrales el ahorro de tiempo y supuestamente evitar el dolor”.
En casa, en el agua
El caso de Patricia es diferente al de Sandra: Fiama, su tercera hija, nació el pasado 30 de diciembre, luego de que ella hubiera pasado por dos cesáreas anteriores. Sus experiencias fueron muy malas con esas cirugías mayores: “No tenía privacidad, no había respeto institucional ni profesional ya que entraba y salía gente de la sala de parto; además del trato agresivo que padecieron mis hijos al nacer”, recordó.
Sin embargo, con su última hija todo fue diferente: “Busqué un profesional que me dijera que no iba a tener que ir a una cesárea luego de mi tercer embarazo, con mi nueva pareja, ya que existe un protocolo de la OMS que admite que esto puede suceder en ciertas circunstancias. Además, sin mi esposo no hubiera podido haber tenido este tipo de parto, en mi casa. Fue una experiencia maravillosa, para mi orgullo y satisfacción personal. Yo saqué a Fiama del agua y la apoyé en mi pecho cuando nació”, concluyó emocionada.
