Al margen de la crónica
La guerra del cerdo
En 1969, Adolfo Bioy Casares publicó “Diario de la guerra del cerdo” -casi 30 años después de su célebre “La invención de Morel”-. En aquella novela el autor ahonda sobre los sentidos de la vejez en un contexto de anárquico desorden social.
El relato narra las peripecias de don Isidro Vidal, hombre entrado en años que sobrevive a las desventuras del tiempo en una pequeña pieza alquilada, entre el mate amargo de la mañana y las eternas partidas de truco con otros ancianos (“los muchachos”, según los refiere el héroe de la historia).
Ese transcurrir tristemente apacible en la pobreza se ve sobresaltado por el ataque -primero con amenazas y persecuciones, luego con asesinatos- de grupos de jóvenes movilizados por el odio hacia “los viejos”, a quienes tratan de “cerdos” y “búhos”. La gerontofobia desata una cacería generacional descripta con un crudo realismo por Bioy, que va del miedo de las víctimas -los ancianos- a la pulsión asesina de los jóvenes.
Los parangones entre ficción y realidad ayudan a reflexionar. Un relato literario puede interpelar lo real, representar situaciones de singular actualidad. Hoy vemos con pavor reiterados casos de agresiones -cada vez más brutales- contra personas mayores. Basta con hojear las páginas de sucesos policiales -en nuestra ciudad y el país- para tomar noticia de ataques contra ancianos indefensos en situaciones de robo, de violencia, y hasta de abusos sexuales.
En una sociedad alienada, fragmentada y azorada por pasiones violentas y retrógradas, los abuelos se han convertido en grupos de riesgo, un blanco de la ignominia y la barbarie. Detrás de estos ataques hay -como en la novela de Bioy- mucho de desprecio generacional: la vejez se ve hoy como un estigma, hasta como una carga social, y el rechazo por aquello que es “viejo” adquiere un carácter socialmente “residual”. Esta percepción preocupa y da miedo. Es una deformación de nuestro cuerpo sociocultural -otra entre tantas- sobre la que deberá hacerse un serio llamado de atención.
