Al margen de la crónica
Una “estampa rural” con vigencia
Al margen de la crónica
Una “estampa rural” con vigencia
“Se demora la lluvia, que es la varita mágica para el verdor que se va y no vuelve. Y el campo muere calcinado por el sol implacable. Se agosta la semilla, se hace incierto el fruto, se calla el canto y todo duerme con el sobresalto de la angustia. Estamos cansados de luchar contra el tiempo, dicen los colonos. Siempre el viento secador, el que aleja la lluvia. Dan ganas de abandonar, de irse, para no estar en este paisaje de desolación, de miseria, de fracaso”. Este fragmento pertenece a “La postergada lluvia”, uno de los textos del libro “Cielo verde: estampas rurales”, del periodista y escritor Antonio A. Terragni, que fue publicado a mediados de la década del setenta.
Pero la cuidadosa descripción que se desprende de su prosa, bien podría ser una postal de actualidad: es que la sequía y sus efectos siguen acosando a parte de los productores de la provincia, sobre todo en el norte, donde desde el año pasado la actividad agropecuaria está en jaque y cada vez con mayores complicaciones.
Y por si eso fuera poco, el largo y desgastante conflicto con el gobierno nacional, tan sólo sirvió para caldear los ánimos y para desalentar aún más al sector. Como si el efecto de las condiciones climáticas no fuera suficiente. A este cuadro se suma la no menos difícil situación de algunas pequeñas poblaciones del norte, donde los problemas para el consumo de agua potable en condiciones son prácticamente crónicos.
Sin embargo, es sabido que históricamente la vocación del hombre de campo es la de encarar los momentos más duros mirando hacia adelante. Y ese sentir ya lo reflejaba el citado escritor hace más de tres décadas: “Ahora mismo puede amarse la esperada tormenta de agua y viento. Agua para la gleba, para la semilla, para el pasto, para los animales, para el prometido fruto, la ansiada cosecha y el viento para el arrullo de las espigas redivivas”.