Las intimidades de la máxima aventura de su carrera deportiva

Desafío helado

Gustavo Oriozabala unió las Islas Malvinas en febrero de 2006. El intento sirvió para rendir homenaje a los combatientes de ambos países de 1982, convirtiéndolo en el único nadador en el mundo en cumplir esta hazaña.

Diego Degano

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¿Gustavo Oriozabala le “suena”? Seguramente, ya que fue uno de los integrantes de la generación de aguas abiertas argentina que participaba cosechando logros y teniendo actuaciones descollantes en distintas maratones en la década del noventa.

Como dato, cabe mencionar que su mejor año en el circuito internacional fue en 1992, cuando ocupara como cuarto puesto su mejor clasificación en la Santa Fe – Coronda y se adjudicara el mítico cruce del lago San Juan en Canadá.

Después de esa etapa en la natación competitiva decidió encarar otros desafíos, vaya si los encontró, en la realización de nados individuales en condiciones extremas, como el que hoy vamos a contar y que fue la conclusión hasta ahora de su carrera deportiva.

Estamos hablando del cruce de las Islas Malvinas de febrero de 2006, el mayor de sus desafíos en términos de demanda física y mental, y de repercusión mediática.

El Proyecto

Cabe recordar que en 1982 Gustavo tenía solo 12 años, y desde entonces sentía que debía hacer algo por los ex combatientes y familiares de ambos países.

“La premisa fundamental del cruce era rendir tributo a los caídos en la guerra. La primera persona que supo fue Daniel Vila (empresario mediático de Mendoza), cuyo apoyo y aporte fue fundamental para la concreción del proyecto. Del mismo modo, otro de los incondicionales fue Roberto Iglesias, ex gobernador de la provincia. Ambos trabajaron para conseguir todo lo que hizo falta”.

Para que se hiciera realidad, había que comenzar a trabajar en los trámites protocolares con el Reino Unido. “Las gestiones las llevaron adelante Vila, Iglesias y Daniel Scioli, por entonces vicepresidente de la nación. A través de la Embajada en Argentina se pidió autorización a las máximas autoridades de aquella nación y a los Kelpers, las que tuvieron un resultado positivo y un gran apoyo logístico por parte de ellos, se portaron como unos verdaderos señores”.

Esta mega producción demandó casi tres años de arduo trabajo, y una inversión aproximada a los 250 mil pesos. La misma fue televisada para todo el país por el canal América.

Bien preparado

Una seguidilla de logros precedió a Malvinas, hasta que surgió la idea de unir las islas y cerrar su carrera con esta prueba, por trascender lo estrictamente deportivo.

Todos los entrenamientos y desafíos que había concretado en diez años le sirvieron para tener la experiencia suficiente de saber qué sensaciones iba a experimentar. “Hice cosas increíbles como entrenar en Mendoza en pleno invierno en lagunas al pie de la montaña, durante cinco años me bañé con agua fría, dormí con aire acondicionado, me resfrié miles de veces, hasta que llegué a un punto donde el frío no me dominaba ni física ni mentalmente”.

Gustavo mide 1.85 metros y debió aumentar diez kilos para generar una buena capa de grasa porque las aguas de Malvinas eran las más frías y el tiempo de permanencia en el agua sería superior. “Me tiré a nadar con 105 kilos, después de aumentar de peso comiendo sano y en mucha cantidad, aunque no fue tan difícil porque siempre tuve tendencia a ganar peso rápidamente”.

Un año antes

La visita a las islas fue necesaria para no dejar nada librado al azar, respecto de la estadía como de las aguas del estrecho de San Carlos, escenario de la futura proeza.

“Viajamos en abril de 2005 y el día del arribo nos recibió una nevada infernal. La idea era armar la logística, traerme todos los datos posibles, contratar las embarcaciones a utilizar, los hoteles, las comidas, calcular la inversión”.

Gustavo soñó muchas veces con el objetivo después de embarcarse y chequearlo. “Solo tomé la temperatura y metí la mano porque lo que más me importaba era conocer los puntos de salida y posible llegada y tener una imagen del trayecto, para poder visualizarlo y comenzar una etapa de preparación mental”.

La estadía en Malvinas

Un solo vuelo semanal de cinco horas llega a Puerto Argentino desde Santiago de Chile con escala en Punta Arenas. La expedición entonces fue de sábado a sábado.

“Paramos en un alojamiento tipo obradores porque alojarse en Malvinas era más caro que en Nueva York. Durante los días previos mi actividad se centraba en nadar en la pileta climatizada de la isla, ocuparme de los últimos detalles previos, comer y descansar”.

Durante esa semana, los Kelpers los trataron como unos señores, cortesía que fue correspondida. “Ninguno de ellos creía que podía nadarlo y una vez logrado me convertí en la persona más famosa de Puerto Argentino. Me agradecían a cada momento porque siempre dejé en claro que el intento era por las víctimas de ambas naciones”.

“Con posterioridad al desafío hicimos las tomas necesarias para ilustrar lo mejor posible el verdadero sentido del cruce, visitando el cementerio de Darwin, la Bahía de Gansos, las trincheras en los campos de combates, entre otras locaciones que el equipo de América televisión tomó como referencia”.

EL EQUIPO

Médicos, deportólogos, nadadores, buzos, productores, traductores, camarógrafos, choferes, además de la decena de contratados de las mismas islas, integraron la delegación.

“Quienes me acompañaron debían tener un compromiso total de lo que estábamos haciendo y actitud positiva ante todo, por las adversidades que pudieran presentarse. Además íbamos a representar a toda una nación, por lo cual el comportamiento debía ser excelente”.

Respecto de la producción televisiva, el equipo de América era de diez personas, acompañados por mil quinientos kilos de equipo entre cámaras, equipos de buceo, trípodes, isla de edición, entre otros elementos. Cabe destacar el gesto de la compañía aérea, que no les cobró exceso de equipaje. “Cuando llegamos a la isla, estuvimos dos horas siendo rigurosamente inventariados por las autoridades aeroportuarias, quienes tenían una lista de lo autorizado por la embajada británica”.

A TODO O NADA

Al mediodía del 25 de febrero de 2006 comenzó el cruce de isla Soledad a Gran Malvina, sobre una distancia de 8 kilómetros.

El día fue un verdadero infierno para nadador y tripulantes a bordo de las embarcaciones escoltas: los siete grados de temperatura ambiente y cinco del agua eran acompañados por ráfagas de viento de hasta setenta kilómetros por hora con rompientes de tres metros de altura. “Me metí al agua desde la embarcación, ya que nunca pudimos tocar costas porque el mar estaba muy enojado, no me quería adentro ese día… Nadé en línea recta, corrigiendo constantemente el curso, acompañado de delfines y pingüinos”.

Para definir los riesgos que se corren en este tipo de desafío, la palabra atinada es la muerte. Con cada minuto, el frío es mayor, progresivo, indescriptible e interminable, donde más partes del cuerpo se van quedando sin sensibilidad, sensación que no se recomienda a nadie. El ritmo de nado fue siempre controlado. La segunda mitad fue más rápida que la inicial, porque después de los 45 minutos aparecieron síntomas de hipotermia con vómitos, mareos, pérdida de sensibilidad en su cuerpo y temblor permanente.

“El pensamiento que me guiaba era que había mucha gente haciendo fuerza por este logro, y que iba a ser la única oportunidad que se me daría en la vida, por lo que no la desperdicié, era a todo o nada, ya que además significaba mi despedida de este hermoso deporte”.

Después de este logro, seguramente que habrá cosas que le llamarán la atención de intentar, pero por ahora no hay nada que se compare a esto.

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EN NÚMEROS

1h 48´ NADÓ GUSTAVO

El 25 de febrero de 2006 para unir los 8 kilómetros que separan a las islas Soledad y Gran Malvina, con el agua a una temepatura de 5 grados centígrados.

NADÓ GUSTAVO

desafío helado

Gustavo consumando la hazaña en las aguas del estrecho de San Carlos. El semirígido lo acompaña durante el esfuerzo, con periodistas y médico a bordo.

Foto: gUSTAVO oriozabala

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1. La pileta pública de Malvinas que Gustavo usó para su puesta a punto, aún cuando el agua tenía 30 grados y él debía días más tarde meterse en el mar a 5 grados.

2. Los kelpers adoptaron el nombre de esta alga marina gigante q merodea las costas de la isla y que Gustavo sostiene en una de las tanta playas de arena blanca cargadas de minas.

3. El documental de América. La captura de imágenes como la del cartel indicador que conduce al cementerio argentino fué una de las actividades necesarias para armar el video.

4. Momento groso. Así definió Oriozabala el minuto de silencio en honor a los caidos después del cruce. El equipo formado por argentinos y kelpers lo decidió en forma unánime.

5. Historia viva. Las raciones de nuestros combatientes y los mensajes que salían desde el continente, forman parte del museo de la guerra en Puerto Argentino.

6. Trofeos de guerra. La bandera argentina, las armas y otros elementos de combate utilizados por nuestros soldados se exhiben en el museo.

7. Tarea cumplida. De regreso en la embarcación madre, con personal de América y un detalle, la estufa a gas que servía para devolver a Gustavo la temperatura corporal.

Gustavo Oriozabala

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Fecha evento distancia/tiempo temp. agua record Septiembre ´93 Canal de la Mancha 8h 59´ 17º

Diciembre ´93 Río de la Plata 10h 14´ 26º Mundial

Marzo ´94 Paraná - Rosario 186km/20h 14´ 26º Mundial

Agosto ´94 Doble cruce Est. de Gibraltar 47km/14h 17´ Mundial

Febrero ´97 Canal de Beagle 2km/23´ 5º Mundial

Febrero ´98 Triple cruce Canal de Beagle 6km/1h 18´ 5º Mundial

Noviembre ´98 Lago Titicaca (4200 msnm) 25km/5h 25´ 10º Mundial Enero ´03 Estrecho de Magallanes 5km/51´11” 4º Mundial

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LA SEMANA EN IMÁGENES

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HALL DE LA FAMA

Estos fueron los logros que permitieron su ingreso

al Salón Internacional de la Fama en natación

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OPINIÓN

Eduardo Alonso (*)

La responsabilidad es mayúscula cuando se trata de la vida de cualquier deportista, principalmente cuando es tu amigo.

Además de los índices físicos, existe un aspecto que es el factor psicológico. En el caso de Gustavo, como buen vasco, tiene una fe ciega -casi maníaca- de lograr el objetivo propuesto.

Por suerte yo soy un poco más prudente y trato de actuar con conductas más lógicas para cada ocasión.

La entrada al agua fue fundamental, porque se podía producir un cuadro vagal, una disminución brusca de la frecuencia cardiaca o un paro respiratorio, por la gran diferencia de temperatura entre cuerpo y agua.

Durante y después del nado la hipotermia es su principal enemigo.

Por ello se le colocó una capa protectora de vaselina con lanolina en el cuerpo, y una capucha de neopreno de 5 mm en la cabeza, porque en el cerebro está el centro de la termorregulación del cuerpo.

Debido al agua salada que a veces se ingiere, el frío y las olas, tuvo varios episodios que lo obligaron a detenerse por instantes y le producían una mezcla de tos con nauseas a los que no estaba acostumbrado, asustándolo un poco, por eso había que esperar que pasen y luego continuábamos.

Nuestro trabajo continúa cuando abandona el agua, por eso acondicionamos el camarote del barco con calefactores (tipo sauna) para devolverle su temperatura corporal, controlamos sus signos vitales, mientras le damos infusiones calientes. En el transcurso del regreso a puerto que nos llevó alrededor de 2 horas ya estaba recuperado y por supuesto todos felices y festejando.

medico.psd

(*) Médico personal de Gustavo,

responsable de su salud en

todos sus desafíos.