Crisis y territorio

La perspectiva del Desarrollo Local (*)

Fabio Quetglas

La crisis es analizada como “producto de un exceso”; y se pone énfasis en las consecuencias (incuantificables) de un manejo incontrolado de la liquidez durante los pasados años. En pocos casos, se refiere a la misma como un problema sistémico. Siempre se tiende a “poner fuera del debate” las visiones menos apegadas a las ortodoxias (ya sea clásica, ya sea keynesiana).

Es bueno señalar, que tal liquidez, no ha sido un “hecho de la naturaleza”; se han conjugado la nula vocación de la Administración Bush y la FED de controlar la expansión del crédito y la persistente inversión en títulos de deuda americanos por parte de los países con superávit comercial creciente (sobre todo China). Por tanto, el sistema económico mundial consolidó un modelo de productores/ahorradores/prestamistas por un lado, mutuamente funcionales a consumidores/gastadores/tomadores de deuda, por otro. Un modelo, que al tiempo que es imposible de sostener, tiene altos costos para ser modificado.

Tal modelo refleja un proceso de re-configuración de la geografía económica mundial, sin otra perspectiva que la rentabilidad de corto plazo. Dicho superávit comercial, se basó en dos “ventajas competitivas” chinas: mano de obra abundante, barata y disciplinada y un orden político autocrático, con vocación de liderazgo y capacidades técnicas crecientes.

Al ya estudiado “desbalance global”, hay que añadirle otro menos nombrado: el equilibrio roto entre capital y trabajo. Según Richard Freeman (1), basado en datos de la Penn World Tables, coincidentes con la OIT; la fuerza de trabajo a nivel mundial pasó de 1.080 millones de trabajadores poco antes de 1990 a 2.930 millones en los primeros años de este siglo (se multiplicó casi por 3). Obviamente, antes de 1990 los chinos existían, pero estaban relativamente fuera del mercado mundial. Tal desbalance empeoró la posición negociadora de los trabajadores de los países desarrollados y de los de desarrollo intermedio. Y en ello se funda el amesetamiento del proceso de distribución de la riqueza de muchos de los países centrales (especialmente los de mercado de trabajo más flexible); tal excedente no distribuido (y acumulado en Asia) es causa del exceso de recursos que da lugar a la liquidez.

Sumando ambos desbalances, uno puede concluir, que la “globalización ingobernada”, como experimento territorial, ha resultado, interesante pero al menos- riesgoso. Si no se ha detenido, no es porque sus riesgos no se conocieran, sino porque existía una “alianza de ganadores” demasiado amplia (industriales con inversiones en el sudeste asiático, la banca prestando en el primer mundo, los consumidores primermundistas “viviendo el momento” de inflación controlada por productos baratos y crédito abundante) y los perdedores resultaban inaudibles.

La actual crisis, no es sólo económica; si tenemos claro que aún siendo conocidos los datos, el sistema de decisiones no llevó adelante ninguna medida correctora o preventiva antes de su estallido. Y en las respuestas que se ensayan, poco se dice del re-equilibrio territorial.

No hace falta ser un gurú, para darse cuenta de que la salida de este entuerto no será exclusivamente una cuestión de confianza; porque aún restablecida la misma; las causas de la crisis seguirán persistiendo; y no hay superación de una crisis hasta que no se asumen los aprendizajes sobre el origen de la misma y la forma de evitarlo.

El relato histórico simplificado, de la superación de la crisis del 29; soslaya que tal salida en definitiva- se fundó en un cambio de paradigma económico. Una compleja revisión teórica fundó las nuevas políticas públicas. No se trató sólo de confianza: se complejizó el estudio del ciclo económico y se reconoció cierta incapacidad de reversión automática del mismo (justificando la inversión pública), se asumieron las imperfecciones de mercado, se creó la figura del prestamista de última instancia, se hizo más palpable que una oferta masiva requiere siempre de demanda sostenida, etc.

¿Cuál es la revisión teórica que explicará la superación de esta crisis?, ¿qué nuevas ideas sobre desbalances, sobre controles a flujos de capitales, sobre asignación global de la renta hemos escuchado?, ¿o puede ser tratado el crédito como un “bien público global”? Sin dudas, estamos ante un escenario de insuficiencia teórica preocupante.

Quizás sea hora de enriquecer la mirada económica. La perspectiva del Desarrollo Local, al centrar su visión en la denominada “competitividad sistémica del territorio” agrega al análisis de los resultados económicos, cuestiones soslayadas, aun ante la evidencia de su importancia. Es tiempo de redescubrir el territorio en términos económicos y de revisar las frases repetidas. Un sistema económico mundial más equilibrado, más sostenible, más gobernable; no puede fundarse en una visión de la economía como una ciencia “levitante”. Se necesita de una perspectiva territorial, del reconocimiento de tal complejidad. Y así como la salida de la crisis del 29 nos legó muchos aprendizajes, ésta al menos nos permitirá abandonar el uso abusivo del término “global”, su absurda asimilación, como sinónimo de homogéneo y otros lugares comunes del sinsentido planetario.

(*) Resumen de la ponencia del 5to. encuentro de la Red de Desarrollo Local de América Latina: “Crisis Mundial y Desarrollo Territorial” Rafaela, Santa Fe, 7 de mayo ‘09.

(1) The Great Doubling: The Challange of the new global labour market. Agosto 2006.

Un sistema económico mundial más equilibrado, más sostenible, más gobernable; no puede fundarse en una visión de la economía como una ciencia “levitante”. Se necesita de una perspectiva territorial, del reconocimiento de tal complejidad.