MUESTRA DEL ARTISTA JUAN MANNARINO

Identidades proyectadas

Identidades proyectadas

Son miradas y descubrimientos personales del artista plástico.

Foto: PINTURA JUAN MANNARINO

 

LIC. STELLA ARBER

El retrato evidencia una práctica común desde tiempos inmemoriales hasta nuestros días. Significa que alguien destacó un rostro particular, a veces captando el parecido y logrando desde la aguda observación, una identidad particular, determinando así una rúbrica de identificación con anclaje en la realidad. Recuperar la información almacenada de rostros propios y ajenos es el desafío de dejar plasmado en un individuo retratado las variadas simulaciones mentales de registros físicos reales, reconstruirlos, para luego organizar la trayectoria del proceso de realización de las obras, proyectando, imaginando y agregando dimensión humana a la percepción visual de este tan particular género artístico.

Los retratos que se presentan en el MAC son miradas y descubrimientos personales del artista plástico Juan Mannarino. Se trata de obras de mediano y pequeño formato, logradas con técnicas variadas dentro de lo pictórico y la utilización de la pintura acrílica, y si bien son rostros, no apuntan a determinar parecidos e interpretaciones de reflejo y reproducción de lo real, sino que apelan y dan importancia a los valores subjetivos de la identidad, para sí evidenciar en cada rostro, una serie de individualidades de una captación psicológica profunda, con valores subjetivos de análisis personales.

El artista recupera así una amplia gama de impresiones que tiene de sí mismo y de los demás. Debe realizar varias operaciones en el ejercicio de su imaginación, para equilibrar lo que proyecta y construye mentalmente, con el resultado de la imagen lograda, instalando así, al otro representado. Probablemente quien retrata proyecta el hecho en sí mismo y ancla en el yo propio complejas intenciones que son indudablemente implicadas en la generación de las imágenes.

EL “ALMA” DEL SUJETO

Juan Mannarino se observa a sí mismo, asociando y a la vez disociando la mirada integral que tiene de su yo, pasando por multitud de hechos primarios, garantizados desde un reducto interno que da como resultados “informes introspectivos únicos” de su propia historia, informes que suelen determinar “sesgos” subyacentes en la obra. Es probable, además, que muchos de los procesos responsables de imágenes finales sean inaccesibles también a la conciencia del propio autor.

En esta muestra el artista se ha preocupado por captar el carácter, personalidad y psicología de cada personaje, revelando aspectos del “alma” del sujeto. Muy elaborados en sus tratamientos pictóricos, pero con un grado de improvisación sostenido en casi todas las obras, el artista se concentró en la parte sustancial, las expresiones y su penetración psicológica y la modulación emocional en estado puro, desistiendo, de la función representacional del retrato.

En consecuencia es un ejercicio de imaginación profunda, es un proceso de múltiples variables y conocimientos, es una forma asombrosa de organizar la información almacenada y es en definitiva la recuperación de la propia existencia

BEATOS Y DIFUNTOS

Retratos de seres santificados y de difuntos conocidos pueblan las salas de este museo. Un despliegue cromático intenso y vital nos habla de la “conciencia” puesta al servicio del lenguaje pictórico. Forma, color, pasaje, contraste y línea entablan una armoniosa relación, adquiriendo una organización matérica sin estridencias, que dan carácter a sus retratados. La clave colorística está cargada del blanco que aliviana los puros, eliminando así la altisonancia del color, que usa para destacar sólo puntos claves de la imagen. Lejos de una gestualidad desbordante, hay un pensado tratamiento pictórico que se nota en cada pulsación de la pincelada.

El impacto es grande cuando nos enfrentamos a estos espectros, en sus tiempos criaturas feroces, o grandes virtuosos, intelectuales de fuste, también próceres junto a parientes directos o amigos, que están allí, como aparecidos, capturados para siempre en un retrato, que por momentos los baña de piedad y por otros deja ver su perversa existencia. Sufrientes o agonizando, salvados de las cenizas, es un conjunto de personajes que nos aproxima al desamparo y a la vez nos acerca a la morbosa curiosidad de lo que hay más allá.

DAR A LUZ

Habrá que atender a los rótulos, sólo en los títulos se podrá reconocer a los personajes y descifrar de quiénes se trata. El artista apela a la ironía cuando fusiona placer visual con referencias directas, su sarcasmo está plagado de inusitados sentimientos que pueblan cada rostro. A algunos los ha destacado desde el cariñoso y sincero augurio de que recuperen su salud, a otros los recuerda con todo el bagaje de la relación que los unió. Tenerlos en cuerpo presente es una manera de rescatarlos de las tinieblas, percibir entre sombras y dar a luz sus identidades.

Ensimismado en un sueño eterno, los muertos o por morir, son un repertorio de rostros que se encuentran en el entramado de este conjunto que Mannarino creó. Aquí están todos, mezclados e implicados, amigos o enemigos, hoy conviven en paz en estas salas. Eliminadas las intenciones, los odios y las angustias, el artista los hace erguirse, a todos juntos, capturados en reposo, para que así encuentren la paz.

Estas obras han sido un desafío para Juan Mannarino, él ha debido apaciguar sus propios fantasmas y, asediado por algunos de ellos, se lanzó a la increíble conjura de recuperarlos.

El artista se ha preocupado por captar el carácter, personalidad y psicología de cada personaje, revelando aspectos del “alma” del sujeto. oto: PINTURA JUAN MANNARINO

Identidades proyectadas