Espacio central de las facultades de Humanidades y Arquitectura

El octógono, pausa de la

cotidianidad estudiantil

Está en el corazón de Ciudad Universitaria. Es un microsistema social donde confluyen esperanzas, pequeños triunfos y fracasos cotidianos. Y también disputas ideológicas.

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Luciano Andreychuk

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Rescatemos del ostracismo a nuestro viejo y querido “mataburros” y leamos: “Octógono: dícese del polígono de ocho ángulos y ocho lados”. ¿Cómo es que esta definición, pese a ser tan gélida e inanimada como la madre geometría que la parió, dé continente y contenido a un lugar físico donde se reproduce a diario la más cálida y humana cotidianidad de la vida universitaria? Misterios de la arquitectura moderna...

En este espacio del edificio compartido por las facultades de Humanidades y de Arquitectura de la UNL -en Ciudad Universitaria- llamado octógono, acontecen a diario los sueños estudiantiles, se celebran las pequeñas conquistas -un examen aprobado- y se lamentan los infortunios -un bochazo-; se ceba un mate compañero y fraterno, antes de la clase; se revelan íntimos secretos, se construyen amistades duraderas y fervientes amoríos. Por el octógono sucede, como si fuera una sucesión de fotogramas interminable, gran parte del paso por la universidad. Quizá una de las más lindas etapas de la vida.

Microsistema social

“Es un ámbito de socialización que nos hace bien a todos los integrantes de esta comunidad universitaria. Es habitual decir: “nos encontramos en el octógono’”, contó a El Litoral Mercedes, joven y bonita estudiante de Sociología. “Acá siempre los distintos grupos de compañeros hacemos “la previa’ antes de entrar a clases, o en los ratos libres”.

¿De qué se habla en el octógono? De todo, no sólo de aquello que refiere a la actividad académica. “Charlamos de cómo lleva cada uno su carrera, de las dificultades, de los buenos acontecimientos, como un examen aprobado, y de los malos (un aplazo). Pero también se organiza la salida del fin de semana, los asados, las peñas. Los chismes también circulan”, dijo Martín, de Arquitectura, con un gesto de picardía que lo delataba.

En este pequeño reducto de cerámicos marrones no falta la diversidad de perfiles: en un mismo entorno confluyen desde la desfachatez intelectualizada del estudiante de alguna carrera humanística, con sus ropas sueltas y zapatillas de lona, hasta el metodismo adusto y estructurado del futuro arquitecto. La “fauna” estudiantil es variada y pintoresca. También tienen fuerte presencia distintas expresiones de la militancia estudiantil; en el octógono las agrupaciones enarbolan sus arengas y banderas de lucha.

Espacio y disputas simbólicas

Pero describamos: en toda la amplitud del espacio central hay mucho ruido visual. Alrededor del octógono cuelgan desde lo alto los carteles, distribuidos anárquicamente, artesanales y precarios. Aunque predomina el desorden, las territorialidades se respetan: cada agrupación tiene su sector determinado.

Los carteles y pancartas esgrimen las propuestas y reclamos estudiantiles: defensa de la educación pública, boleto universitario, más becas de comedor y cantina, presupuesto para la autogestión que garantice una fotocopia barata, etc. Llevan los signos y colores representativos de cada agrupación, que también contribuyen a la disputa simbólica. Pues allí se desata un “tira y afloje” semiológico y discursivo. El octógono se tensiona con el enfrentamiento de convicciones ideológicas divergentes, siempre en clave de militancia estudiantil. Se ve alguna remera con el pasamontañas y la mítica pipa del subcomandante Marcos, y un esténcil con las gafas de Salvador Allende. “La imagen también comunica”, justifica al pasar un estudiante de Diseño, recordando esa máxima de su disciplina.

“Acá los chicos del centro de estudiantes hacen las asambleas, a veces se panfletea, hay alguna que otra discusión subida de tono”, comentó Alejandro, de Arquitectura. Pero este “folclore” de la militancia es saludable. “Se tratan temas que nos importan a todos los estudiantes desde la pluralidad de pensamiento. Y eso es democrático”.

Por esto y aquello otro, el octógono es un símbolo del imaginario colectivo de la comunidad universitaria. Allí lo cotidiano adquiere forma, se dimensionan las relaciones sociales y la política estudiantil tiene su arena. Todo en un pequeño espacio de tan sólo ocho lados y ocho ángulos.

Punto de encuentro en Ciudad Universitaria. Por el octógono -espacio compartido por las facultades de Humanidades y Arquitectura- transita la vida universitaria.

Foto: Néstor Gallegos

Toque de humor

La preocupación por el boleto de colectivo ha derivado en reclamos originales. En el octógono apareció un colectivo de cartón cuyas ventanillas dejan un espacio a través del cual los estudiantes pueden asomarse y sacarse una foto. Y dice: “Subí y sacate un foto en el único cole donde no te cobran boleto. El transporte es un derecho de todos”.