La tragedia de Alpatacal

Andrés A. Andreis

En todas las épocas hubo accidentes, en mayor o menor cuantía, en el mundo ferroviario argentino. Entre los más graves que se recuerdan, está el ocurrido el 1º de febrero de 1970, cuando el tren El Mixto del F. C. Gral. Mitre que provenía de Tucumán a Retiro y que venía circulando a más de 100 km por hora, embistió desde atrás a un tren local que había partido de Zárate con destino a Retiro y que se hallaba parado por desperfectos mecánicos en la locomotora entre las estaciones Benavídez y Pacheco. El encontronazo produjo 200 muertos y 500 heridos, generando una conmoción general en todo el país. Otro, también de características espectaculares fue el sucedido el 25 de febrero de 1978, cuando el tren Estrella del Norte de la misma empresa procedente de Tucumán, embiste a un camión con acoplado que trasponía el paso a nivel en la Ruta 19 -con alarma y semáforo funcionando en perfecto estado -en la localidad de Sa Pereyra de nuestra provincia, con un saldo de 55 personas fallecidas y 56 heridos.

Pero el accidente que paso a narrar, casi olvidado en estos tiempos, fue el sucedido el 7 de julio de 1927 en la estación Alpatacal situada en la provincia de Mendoza, límite cercano a San Luis y perteneciente por entonces al Ferrocarril Pacífico. La particularidad del accidente -aunque menor en pérdidas de vidas que los citados anteriormente- es que involucra a un tren en que viajaban 200 cadetes, 14 oficiales y 48 integrantes entre banda de música y personal de servicio de la Escuela Militar de Chile. El motivo de este viaje de la delegación chilena a Buenos Aires es el hecho de poder asociarse al pueblo argentino con motivo de la celebración del 9 de Julio de aquel año y participar del desfile militar. Por entonces, gobernaba el país el Dr. Marcelo Torcuato de Alvear.

La comitiva chilena viajó desde su país a través del Ferrocarril Trasandino el día anterior, fijando su arribo el tren a Mendoza a las 20.20 hs. para combinar con el Ferrocarril Pacífico. Lo cierto que el Trasandino se atrasó y arribó a eso de las 23.40 hs. Los agasajos que brindó el gobernador de la provincia a los huéspedes, hizo que el tren especial a Buenos Aires partiera a la 1 del día 7 con 2 locomotoras de remolque y 15 vehículos, incluido el vagón jaula que transportaba los caballos para el desfile.

El accidente

Por orden de la Oficina de Movimiento, en la estación Alpatacal debía efectuarse el cruce entre el especial 3092 que había partido de Mendoza y que conducía a los cadetes chilenos, con el tren 3, un rápido que salió de Retiro con destino a Mendoza y San Juan y que aproximadamente a las 4 de la mañana se iba acercando a la estación Alpatacal a ritmo lento para poder ingresar por vía 2ª, dando paso al especial de tropa. Simultáneamente en el otro extremo de entrada a la estación, este último, lejos de aminorar su velocidad y detenerse para permitir el cruce con el otro tren, continuó su marcha rauda a unos 60 kilómetros por hora colisionando al otro tren que permanecía aún sobre la vía principal pese a tener señal baja para entrar por vía secundaria. Fue tal la violencia del choque que las tres locomotoras saltaron de las vías destrozándose vagones, produciéndose descarrilamientos, para culminar con un pavoroso incendio.

Cabe acotar que la mayoría de los cadetes estaban entregados al reposo al producirse el choque. Gritos desgarradores por doquier hacían patética la escena en la intensa oscuridad de la noche. Se organizaron de inmediato los trenes de auxilio con médicos desde Justo Daract y Mendoza. El penetrante frío y la oscuridad de la noche hacían más conmovedora la situación al dificultarse el salvamento de los heridos que eran difíciles de localizar. El saldo fue tremendo, con 20 muertos, 3 desaparecidos y 51 heridos entre cadetes chilenos y operarios ferroviarios. El incendio, consecuencia del choque, provocó la pérdida de toda la caballada y el equipaje de la delegación chilena, como así parte de los equipajes, encomienda y correo postal del tren que se dirigía a Mendoza. Los fallecidos de la Escuela Militar fueron trasladados a la capital mendocina donde se velaron y luego fueron transportados a Chile. Debemos tener en cuenta que de esta cifra de muertos, 15 pertenecieron al personal ferroviario de locomotoras, coches comedores y camareros- entre otros-, siendo 8 los muertos entre oficiales y cadetes chilenos.

Varias horas después y pese a todo, los sobrevivientes continuaron su viaje a Buenos Aires donde la población le brindó su afecto y reconocimiento al participar en el desfile de aquel 9 de Julio de 1927.

Se tejieron muchas conjeturas de las causas reales de este luctuoso accidente. Desde la falla humana protagonizada por el auxiliar de la estación, el frío que contraía el alambre de las señales quedando semibajas, hasta la supuesta creencia que los maquinistas del tren especial de tropa habían bebido durante el agasajo en Mendoza antes de partir de la estación central.

Personalmente y sin abrir juicio de este lamentable accidente, ejerciendo en distintas oportunidades la función de auxiliar de estación en el Ferrocarril General Belgrano y con un sistema de vía libre seguro y eficaz, que perduró hasta nuestros días, como así el manejo de señales y cambios desde la estación, requiere de una atención absoluta en la entrada y salida de los trenes, porque al menor descuido se pueden provocar accidentes irreparables al margen de las fallas técnicas.

Luego de este accidente la estación Alpatacal pasó a denominarse Cadetes de Chile, y a la anterior, que llevaba el nombre de Sopanta, se la llamó por Maquinista Levet en homenaje al conductor del tren que llevaba a la delegación chilena, trágicamente fallecido en ese accidente.

Fuente: La Razón-Historia Viva-1905-1980

Revista Todo Trenes- Julio 2007