A 150 AÑOS DE LA PUBLICACIÓN DE “EL ORIGEN DE LAS ESPECIES”

Darwin en Santa Fe: mate, indios y el “silencio fúnebre” de la llanura

Darwin en Santa Fe: mate, indios y el “silencio fúnebre” de la llanura

Santa Fe en tiempos de Darwin. El plano realizado por Marcos Sastre en 1824 muestra la ciudad que encontró el científico inglés a su paso por estos pagos una década después. Foto: Archivo El Litoral

 

El célebre naturalista inglés pasó brevemente por Santa Fe en 1833, en el marco de su famoso viaje de cinco años en el buque Beagle, con el que recorrió parte del mundo. En su “Diario”, publicado en 1839, deja sus impresiones sobre nuestro país y zona, algunas de notable actualidad. Este año se celebra en todo el mundo el siglo y medio de la difusión de su obra más famosa.

Estanislao Giménez Corte

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I

1833. Un joven naturalista inglés, de unos 24 años, ignoto y poco experimentado, que recorre parte del mundo embarcado en el Beagle, llega a las playas de lo que veinte años después sería la Confederación Argentina. Había zarpado dos años antes de un puerto de las islas británicas y atravesado, en ese tiempo, muy disímiles regiones, países y latitudes. El buque, al mando del capitán Fitz Roy, tenía como objeto desarrollar diversos estudios científicos y cartográficos. El joven tomaba notas, experimentaba, comparaba y escribía, todo el tiempo. Y, sobre todo, observaba: la fauna, las formaciones geológicas, los comportamientos.

Esos apuntes, muchos años después, en 1859, serán parte nuclear de la publicación de una obra monumental, no por su extensión ni complejidad, pero sí por la extraordinaria influencia que tuvo, y tiene, en el mundo occidental. “El origen de las especies por medio de la selección natural o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida”, es el título completo del volumen popularmente conocido como “El origen de las especies”, suerte de síntesis de los aspectos más relevantes de la teoría darwiniana, que alteró notablemente las nociones científicas sobre el origen y la evolución del hombre. Y puso a su autor, Charles Darwin (12 de febrero de 1809-19 de abril de 1882), con 50 años al momento de la publicación, en el pináculo de la consideración científica; aunque, por supuesto, quizás por el mismo fenómeno, aquel lugar no estuvo, ni está, tantos años después, exento de polémicas ni discusiones.

II

Al día de hoy se recuerda el escándalo, pero también el éxito, que supuso esa publicación, que fue discutida largamente y asumida posteriormente, aunque no en todos sus aspectos. A 150 años del lanzamiento, el mundo científico celebra en este 2009 una suerte de “año darwiniano” con conferencias, simposios, encuentros y publicaciones varias sobre la vigencia del pensamiento del biólogo, aunque, también, sobre las múltiples implicaciones, contradicciones, reformulaciones y aplicaciones que aún despierta Darwin.

III

Octubre de 1833. Darwin, proveniente del sur, de la Patagonia, y antes, de las islas australes, pasa por Santa Fe. Impiadoso, anota pensamientos varios sobre la naturaleza y la cultura local, que forman parte de su “Diario de viaje de un naturalista” (1839). Cualquier coincidencia con la Argentina de hoy puede sonar escandalosa, ya por su actualidad, ya por lo acertado de ciertos diagnósticos sobre la condición de las conductas y los habitantes de esta parte del mundo. De la Patagonia, opina: “Todo era silencio y desolación (...) el espectador se pregunta por cuántas edades ha permanecido así aquella soledad y por cuántas más perdurará en este estado”. Reggini (ver Fuentes) explica que, en “Días de Ocio en la Patagonia”, Hudson retoma las impresiones que le produjeron a Darwin las soledades del sur argentino. De esta forma: “Tiene un aspecto de antigüedad, de desolación, de paz eterna, de un desierto que ha sido un desierto desde los tiempos más remotos y que continuará siéndolo”.

No menos asombrosas son las notas de Darwin sobre nuestra zona. Sobre el entonces gobernador de Santa Fe, Estanislao López, escribe: “Lleva diecisiete años en el poder. Esta estabilidad se debe a sus procedimientos tiránicos; la tiranía parece adaptarse mejor a estos países que el republicanismo”. Y, sobre el lugar y sus propias experiencias: “El silencio fúnebre de la llanura, los perros alertas, y el gitanesco grupo de gauchos haciendo sus camas en torno del fuego, han dejado en mi mente un cuadro imborrable de esta primera noche, que nunca olvidaré”. Más brutal, más terrible, acaso por la verosimilitud que de ellas se desprenden, son estas otras menciones sobre el territorio nacional: “Casi todos los funcionarios públicos pueden ser sobornados” y “...en otros cincuenta años no quedará ni un indio salvaje al norte del Río Negro”.

IV

1833/34. Fue Robert Fitz Roy, capitán de la embarcación, el iniciador de las gestiones para que el joven aceptase ser parte de la tripulación. El científico, que regresaría a Inglaterra ya siendo una celebridad -debido a que enviaba escritos regularmente a su patria a medida que avanzaban sus investigaciones-, permanece en territorio argentino entre julio de 1833 y junio de 1834. Durante esa famosa estadía conoce, en agosto de 1833, a Juan Manuel de Rosas (1793-1877) y recorre diversas zonas de nuestro país. Héctor Palma (ver Fuentes) refiere que “en los capítulos sobre la actual provincia de Buenos Aires, Santa Fe, norte de la Patagonia y Uruguay abundan los relatos acerca de la presencia y la amenaza de los indios, preocupación constante de los gauchos y soldados con los que convivía. Relata varias situaciones en las cuales, si bien finalmente no pareció correr riesgo alguno, se perciben con claridad el temor sufrido y la obsesión por el ataque aborigen”.

V

2009. Esas investigaciones y sus anotaciones serían la base fundamental de muchos de sus desarrollos teóricos posteriores, cuyo resultado más famoso es “El origen...”, pero que dio pie a otros volúmenes más extensos y menos conocidos. Por caso, “El origen del hombre y la selección en relación al sexo”, publicado en 1871, también con enorme éxito. En él, Darwin sostiene, a contramano de las ideas y teorías tradicionales, e inclusive de lo hasta ese momento aceptado sobre la relación entre la naturaleza y el hombre, que el ser humano es una especie más del reino animal, mostrando la continuidad entre las características físicas y mentales. Una frase sintetiza, quizás, ese pensamiento, tan revolucionario como polémico, que se recuerda y que se estudia hasta hoy: “Todo hombre sigue cargando en su condición corporal el sello indeleble de su modesto origen”.

Fuentes:

-Darwin, Ch. “El origen de las especies” (en www.bibliotecasvirtuales.com y Google Libros. 2004, LongSeller).

-Makinistian, Alberto (antropólogo; docente de la UNR), entrevista con El Litoral (2009).

-Palma, Héctor A. “Darwin. Secretos de una travesía”. Revista Nómada, número 13 (2008).

-Reggini, Horacio. “Eduardo Ladislao Holmberg y la Academia”. Boletín de la Academia Argentina de Letras, tomo LXXI (2006) (págs. 275-300).

-Wikipedia (artículos sobre Charles Darwin y otros).

Aves

Una de las cosas que llamó la atención del naturalista

al transitar nuestra provincia fue el cambio de la avifauna respecto de Buenos Aires, pese a ser provincias vecinas y, por el este, compartir el río Paraná. Aquí, aves acuáticas dibujadas por Florián Paucke, SJ, a mediados del siglo anterior en la costa santafesina.

Foto: Archivo El Litoral

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DEL HOMENAJE TRAS SU MUERTE

Sarmiento y el naturalista

“Partiendo de la base de que los animales no han sido creados a un tiempo, mediando millares de siglos entre las diversas formaciones geológicas, el expositor (Sarmiento) pisa el terreno firme de la ciencia demostrada por la anatomía comparada y la embriología en los diversos grados de la creación animal (...) La América es la primera página del libro de la humanidad desdoblada, y por uno de aquellos rasgos originales propios de Sarmiento, el cacique Manuel Grande, construyendo un corral de ramas en Martín García, es el corolario de la afinidad entre el hombre salvaje y el gorila (...)”.

“Y terminó (Sarmiento) con estas palabras: “Honor y gloria a los trabajadores de toda nuestra América, para ayudar al progreso de la ciencia humana, hasta que por el Mississipi, el Amazonas y el Plata, como el triunvirato del activo movimiento moderno, descienda al viejo océano una nueva raza americana armada de máquinas para suplir la falta orgánica de garras, y vibrando el rayo que ha hecho suyo, devuelva a la vieja tierra, su madre, en instituciones libres, y en pasmosas aplicaciones de las ciencias al trabajo, los rudimentos que elaboraron egipcios, griegos, romanos, y sajones para nosotros, y nos trajeron puritanos y castellanos’”. (*)

(*) Fragmentos de la crónica publicada en “La Nación” el 20 de mayo de 1882, tras los homenajes a Darwin realizados en el Teatro Nacional de Buenos Aires. Citado por H. Reggini en “Eduardo Ladislao Holmberg y la Academia”. Boletín de la Academia Argentina de Letras, tomo LXXI (2006); págs. 391 y ss.

DARWIN TEXTUAL

Sobre Rosario y Santa Fe

“Rosario es una gran ciudad, edificada en una meseta horizontal levantada sobre el Paraná unos 18 metros. El río aquí es muy ancho y tiene numerosas islas, bajas y frondosas, como también la opuesta ribera. La vista del río parecería la de un gran lago, a no ser por las islitas en forma de delgadas cintas, únicos objetos que dan idea del agua corriente.

“Por la mañana llegamos a Santa Fe. Allí me sorprendió observar el gran cambio de clima, producido por la diferencia de sólo 3 grados de latitud, entre este lugar y Buenos Aires. Así lo evidenciaban el vestido y la complexión de los hombres, el mayor desarrollo del ombú, el gran número de nuevos cactus y otras plantas, y especialmente de las aves. En el transcurso de una hora observé media docena de las últimas que nunca había visto en Buenos Aires. “Considerando que no existen fronteras naturales entre las dos regiones y que el carácter del país es muy semejante, la diferencia dicha era mayor de la que podía esperarse”.

Del “Diario de un naturalista” (1839).

 

 
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Flora

Otro de los registros que obra en los apuntes de viaje del joven Darwin

es la diversidad de cactus hallados en el camino de Buenos Aires a Santa Fe. Antes, esa manifestación de la naturaleza le había llamado la atención a Paucke, que nos legó una serie de dibujos acuarelados sobre las plantas cactáceas de la región.

Foto: Archivo El Litoral

UNA TEORÍA POLÉMICA Y ACTUAL

En pocas líneas

-Postuló que todas las especies de seres vivos han evolucionado con el tiempo a partir de un antepasado común mediante un proceso denominado selección natural.

-Planteaba la descendencia como la ramificación de un árbol evolutivo, en el cual “es absurdo hablar de que un animal sea más evolucionado que otro”.

-Encontró homologías que indicaban que mínimas alteraciones morfológicas permitían a los organismos cumplir nuevas funciones en nuevas condiciones

-Sostuvo que, puesto que las especies siempre se reproducían en cantidad mayor que los recursos disponibles, las variaciones favorables mejorarían la supervivencia de los organismos transmitiendo las variaciones a su descendencia, mientras que las variaciones desfavorables se perderían. Esto acabaría dando como resultado la formación de nuevas especies...

-Escribió: “Como de cada especie nacen muchos más individuos de los que pueden sobrevivir, y como, en consecuencia, hay una lucha por la vida, que se repite frecuentemente, se sigue que todo ser, si varía, por débilmente que sea, de algún modo provechoso para él bajo las complejas y a veces variables condiciones de la vida, tendrá mayor probabilidad de sobrevivir y, de ser así, será naturalmente seleccionado”.

Darwin en Santa Fe: mate, indios y el “silencio fúnebre” de la llanura

Darwin y el tiempo. La pintura de la izquierda muestra al muchacho que pasó por Santa Fe en busca de los secretos de la naturaleza. A la derecha, un retrato del viejo sabio cuando ya había alumbrado su revulsiva teoría sobre la evolución de las especies. Foto: Agencia EFE

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