EDITORIAL

Un asesinato y la rápida respuesta de las instituciones

El asesinato de la maestra Alejandra Cugno permitió poner en evidencia el dato obvio -pero muchas veces olvidado, subestimado o dejado de lado- que cuando las fuerzas de seguridad actúan de manera coordinada son eficaces y los criminales terminan entre rejas.

En el caso que nos ocupa, en menos de una semana la Justicia dio con el cuerpo de la víctima y el asesino. El hecho merece señalarse porque desde estas columnas en más de una ocasión hemos advertido sobre la ineficacia, ineptitud y, a veces, lisa y llana corrupción de las fuerzas de seguridad.

Sería un error suponer que la tarea de investigación fue sencilla. Por el contrario, la información disponible permite apreciar los esfuerzos logísticos y el despliegue de recursos humanos y tecnológicos con el propósito de cumplir rápidamente con los objetivos propuestos por la Justicia. También sería equivocado creer que todo ocurrió por generación espontánea. Tal como lo han confirmado funcionarios, profesionales y observadores, desde hace un tiempo se vienen realizando reformas importantes orientadas a capacitar a las fuerzas de seguridad en todos los terrenos.

La articulación entre los jueces y los jefes policiales es, en estos casos, decisiva para poder obtener resultados satisfactorios. Como lo señalara el doctor Zaffaroni, los jueces son responsables del accionar policial; y la experiencia demuestra que cuando esto ocurre, la acción de la Justicia es mucho más eficaz porque se reducen al mínimo los errores u otras anormalidades que, lamentablemente, han impregnado diversos casos en los últimos años.

La muerte de la señora Cugno provocó dolor, indignación y, en cierto sentido, miedo. Que una docente -querida, respetada por la comunidad- sea secuestrada por un delincuente, presuntamente violada y luego asesinada, genera un previsible sentimiento de inseguridad, además de despertar generosos sentimientos de solidaridad con la víctima y sus familiares.

Toda la provincia, y de alguna manera todo el país, siguió atentamente las alternativas de la investigación. El gremio docente hizo oír sus reclamos ante la Justicia para que el hecho se esclareciera lo más rápido posible. Los medios de comunicación se ocuparon por mantener informada a la ciudadanía sobre las alternativas de la investigación. La otra enseñanza que este lamentable episodio deja es que cuando la sociedad se moviliza y colabora con el suministro de datos y referencias, las alternativas de esclarecimiento se multiplican.

Por último, importa insistir en la valorable labor de investigación llevada a cabo por las fuerzas de seguridad de la zona. Es verdad que ni el esclarecimiento del caso, ni la detención y condena del asesino lograrán paliar el dolor de familiares y amigos de la docente asesinada, ni restablecer de un día para el otro el tejido social dañado por el crimen, pero se puede convenir que la eficaz resolución del caso reivindica, para tranquilidad de la sociedad, el papel de la Justicia.