Perfil de dirigentes

Biolcati: “Tengo unas vacas lecheras”

El titular de la Sociedad Rural Argentina es un “tano pasional”, como lo expresan sus colaboradores. Su reciente mensaje sobre la pobreza lo colocó en el centro de un escenario jamás imaginado.

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Hugo Biolcati. Pasado, presente y futuro de un dirigente agropecuario.

Foto: José Vittori

Julia Izumi (Corresponsalía Buenos Aires)

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Hugo Biolcati resultó ser el hombre ideal para conducir a la Sociedad Rural en un período en el que la exposición mediática constituye el elemento esencial de la estrategia de confrontación del sector ruralista: campechano y portador de un apellido que no responde al modelo de familia patricia característico de los titulares de la SRA, tiene la virtud (?) de poseer una lengua filosa que no registra límites a la hora de expresarse. Aún cuando sus excesos lo obliguen a retractaciones y pedidos de disculpas, Biolcati es de esos dirigentes que en la jerga periodística- se diría que “tiran títulos” cada diez palabras.

“El Estado es un predador insaciable”; “Cuando quieran hacer asumir a Eva se van a dar cuenta que está muerta y que es Nacha (Guevara) disfrazada”; “Yo creo que ustedes se equivocan o no han ido a mirar el color de la piel de los que están haciendo el piquete”, son apenas algunas de las frases que lo convirtieron en el más mediático de los dirigentes de la Mesa de Enlace, algo que debe dejar satisfecho al consultor Felipe Noguera, quien lo asesora en el cuidado de su imagen y la construcción de su futuro político.

Porque Biolcati, “un tano pasional” según lo definen algunos de sus colaboradores, se imagina ocupando una banca en el Congreso, acaso alentado por la experiencia recogida en la pelea con el gobierno nacional: “Si termino bien, creo que un cargo legislativo estaría bien para poder volcar mi experiencia y es más tranquilo que algo ejecutivo: la responsabilidad es muy grande, pero compartida”, confesó recientemente en una entrevista.

Al asumir la conducción de la SRA en reemplazo de Luciano Miguens, se comprometió a otorgarle a la entidad un perfil moderno. Tal vez por ese motivo, y por sus aspiraciones políticas, provocó revuelo cuando en el discurso que pronunció al inaugurar la tradicional Exposición Rural que se realiza todos los años en el predio del barrio porteño de Palermo, se apropió de un tema ajeno para la mayoría de los representantes de la oligarquía local: la pobreza.

“No necesitamos el dengue para ir a descubrir la pobreza estructural en Formosa como descubrió la presidenta este verano, nosotros estamos en convivencia permanente. Conocemos mucho más de cerca la pobreza que mucha gente de la ciudad”, dijo el hombre que desde que rige el sistema de compensaciones a los productores agropecuarios recibió subsidios del Estado “predador” por 750 mil pesos, a raíz de la producción lechera de sus tambos El Broquel y Estancias La Dorita, de Carlos Casares, localidad ubicada en el oeste de la provincia de Buenos Aires.

Su referencia al tema fue tan inesperada que hasta el sacerdote Nicolás Alessio, de la parroquia San Cayetano, de Córdoba capital, reaccionó con incomodidad: “Que Biolcati hable de la pobreza es casi una inmoralidad, ellos fueron cómplices en los 90 de la exclusión más tremenda que sufrió la Argentina”, respondió el religioso.

Producción

Biolcati es uno de los principales productores tamberos de la Argentina. Además de la estancia La Dorita posee otro campo en el sur de Córdoba, en la localidad de Canals y sus vacas de ordeñe premiadas y reconocidas por su calidad- suman en total unas 7.000.

Aunque se recibió de abogado en la Universidad Católica Argentina, dedicó toda su vida a trabajar en la producción lechera a partir de la empresa familiar SA Luis Magnasco y Cía, fundada por su abuelo materno, llegado a la Argentina como tantos inmigrantes a mediados del siglo XX. En los años ‘80 Estancias La Dorita se convirtió en un imperio lácteo: llegó a producir 120.000 litros de leche por día y fue el tambo que individualmente más leche entregaba a la multinacional Nestlé en todo el mundo, aseguró el diario La Nación.

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Dibujo de cola

La empresa heredada por Hugo y sus hermanos Jorge y Héctor, se dividió hace algunos años, y Biolcati decidió luego compartir el negocio con sus hijos a quienes les adelantó la herencia. De su primer matrimonio tiene una hija de 37 años y dos varones de 30 y 36. La más pequeña, de apenas 11 años, es fruto de segundo matrimonio con Dolores Alberdi.

Gracias a la rentabilidad que logró en los últimos años, este descendiente de napolitanos se compró un avión para agilizar sus traslados de un campo a otro. Admite que gracias a ese transporte ganó “horas de vida”, aunque es reacio a reconocer públicamente la adquisición de una avioneta Piper Navajo que, sugestivamente, tiene una vaca holando-argentina dibujada en la cola.

Algunos aseguran que durante el conflicto del campo llegó a un piquete en Coronel Suárez en esa avioneta bimotor cuyo alquiler -si acaso fuese cierto que no es de su propiedad- roza los 1.400 dólares diarios. Su pasión por los aviones es indisimulable: su mujer, uno de sus cuatro hijos y él mismo, son pilotos aficionados.

El periodista Horacio Verbitsky aseguró recientemente que durante el conflicto por las retenciones móviles el Estado no interrumpió el otorgamiento de compensaciones a los tambos de Biolcati y que inclusive en junio de 2008 cuando instó a los vecinos del barrio de Martínez, en el norte bonaerense, a cacerolear frente a la quinta presidencial de Olivos- la Oncca le asignó subsidios por 91 mil pesos. ¿Habrá pensado Biolcati ceder alguna parte para dar la batalla contra la pobreza que reclamó en la Exposición Rural?

Desde que rige el sistema de compensaciones a los productores agropecuarios, recibieron subsidios del Estado “predador” por 750 mil pesos, a raíz de la producción lechera de sus tambos El Broquel y Estancias La Dorita, de Carlos Casares.