en el límite paraguayo brasileño

El milagro de los peces y

los piragüistas de Itaipú

Empezó siendo un canal artificial en la enorme represa que permitía el paso de los peces aguas arriba o abajo del Paraná, pero el ingenio de los especialistas brasileños lo convirtió en una cancha de piragüismo como hay muy pocas. Se trata de la mayor planta hidroeléctrica del mundo en operaciones.

Carlos A. Moreno

Agencia EFE

Un canal artificial que comunica la represa de la hidroeléctrica de Itaipú con la parte baja del río Paraná permite que los peces salven el obstáculo que representa esta obra de ingeniería para su reproducción y, de paso, es utilizado por los piragüistas sudamericanos para la práctica del deporte.

“El canal fue construido originalmente para permitir el tránsito de peces entre la parte alta y la baja del río Paraná, interrumpida por la muralla de Itaipú, pero después vimos que tenía las condiciones ideales para la práctica del piragüismo”, explicó a EFE Domingo Rodrígues Fernández, coordinador del proyecto conocido como Canal de la Piracema.

Este inclinado canal de diez kilómetros de longitud fue inaugurado en 2002 por la dirección de Itaipú, la mayor hidroeléctrica del mundo en operación, que es compartida por los gobiernos de Brasil y Paraguay.

El río artificial les permite a los peces evadir una mole de 12,6 millones de metros cúbicos de concreto construida sobre el río Paraná en 1974 y superar los 120 metros de desnivel entre la parte baja de la muralla y la represa.

El atajo se convirtió en un canal de comunicación entre los peces que habían quedado aislados en un trecho del río Paraná, entre la hidroeléctrica de Itaipú y la de Yaciretá (en la frontera entre Paraguay y Argentina) y los que estaban en el tramo entre Itaipú y la central brasileña de Puerto Primavera.

Actualmente, 132 especies diferentes de peces, pertenecientes a 25 familias, atraviesan el río artificial tanto hacia el alto Paraná para reproducirse, como hacia el bajo Paraná para buscar alimentos, según los responsables de la iniciativa.

Ello significa que cerca del 70 % de las especies conocidas en la región pasa por el canal, que utiliza parte del lecho del río Bela Vista y cuenta en la actualidad con un caudal promedio de 12,4 metros cúbicos de agua por segundo.

“Se trata de la mayor herramienta con la que contamos para garantizar la diversidad genética de las especies del río Paraná”, explica Rodrígues Fernández, un veterinario especialista en Ictiología.

La construcción de la presa en un río generalmente provoca un aislamiento genético y tiende a homogeneizar las especies de peces que quedan aisladas, explicó.

“Teníamos que hacer algo para garantizar la diversidad debido a que, entre más heterogéneas, las especies tienen más capacidad para resistir a enfermedades y a condiciones ambientales adversas”, agregó el funcionario.

Además de la mezcla de peces, el canal también garantizó la repoblación de algunas especies que Itaipú tenía amenazadas de extinción debido a que no podían llegar a sus lugares de desove en el alto Paraná.

El canal fue bautizado Piracema debido a que éste es el nombre que se le da en Brasil al período en el que los peces nadan río arriba para reproducirse.

Para garantizar el funcionamiento del canal, Itaipú cuenta con equipos de radiotelemetría que implanta en algunos ejemplares (36.000 hasta el momento) con el fin de poder establecer las rutas de los peces.

“Algunos de los ejemplares llegan a subir hasta la hidroeléctrica de Puerto Primavera, es decir, a cerca de 660 kilómetros de Itaipú”, según el responsable por el Canal de la Piracema.

El canal ha beneficiado, además, a algunas aldeas indígenas en el Paraná alto que, con el aumento de la población de peces, se dedicaron a la cría de los animales en tanques acuáticos.

Como Itaipú permite regular el paso de agua por el canal, así como su caudal (desde cinco hasta doce metros cúbicos de agua por segundo), la Federación de Piragüismo de Brasil descubrió que podía ser utilizado también para la práctica de ese deporte.

Parte del río artificial fue convertido en el 2006 en el llamado Canal de Aguas Bravas de Itaipú, que ya ha albergado el Campeonato Mundial de Piragüismo de Eslalon, los Panamericanos y el Sudamericano de la modalidad, así como el clasificatorio de Sudamérica para los Juegos Olímpicos de Beijing.

El Canal de Aguas Bravas cuenta con un circuito principal de 430 metros de extensión, un desnivel de 7,2 metros y obstáculos naturales y artificiales, y fue construido bajo la orientación de los mejores piragüistas brasileños y algunos especialistas mundiales.

El milagro de los peces y los piragüistas de Itaipú

La enorme mole de cemento que cortaba en dos el Paraná era una barrera insalvable para la población ictícola del río. Para evitar ese inconveniente se construyó un río artificial de 10 kilómetros de largo, que ahora también se utiliza como pista de piragüismo y ya aloja varias pruebas internacionales.

Foto: Archivo El Litoral

La represa

La represa hidroeléctrica de Itaipú (“piedra que suena”, en guaraní), la primera en tamaño en operación del mundo, es un emprendimiento binacional entre Paraguay y Brasil. Está ubicada sobre el río Paraná en la frontera entre estos dos países.

El área implicada en el proyecto se extiende desde Foz do Iguaçu, en el Brasil, y Ciudad del Este, en el Paraguay, al sur, hasta Guaíra (Brasil) y Salto del Guairá (Paraguay), al norte. El lago artificial de la represa consta de 29 millones de m3 de agua, con unos 200 km de extensión en línea recta, y un área aproximada de 1.400 km2.

La potencia instalada en la represa es de 14.000 megawatts (14 gigawatts) con 20 turbinas generadoras de 700 mw cada una. En el 2000, la represa tuvo su récord de producción (93,4 mil millones de kw/h), siendo responsable del 95 % de la energía eléctrica consumida en el Paraguay y del 24 % de toda la demanda del mercado brasileño. La construcción comenzó en febrero de 1971. El 17 de mayo de 1974, fue creada la entidad binacional Itaipú, para la administración de la construcción de la represa. El inicio efectivo de las obras ocurrió en enero del año siguiente.

El 5 de mayo de 1984, entró en operación la primera turbina de Itaipú, y se prosiguió con la instalación al ritmo de dos a tres por año.