CULTURA

La reina del pop

visitantes observan la obra “Dalila doble plataforma” , en la Feria de Arte Contemporáneo (ArteBA).

La reina del pop

Es inquieta, vanguardista, provocadora, artífice privilegiada de la vida cultural vernácula, pero fundamentalmente, quienes la conocen saben que Dalila Puzzovio es una artista por naturaleza y convicción. De su relación con el arte y el vestir, uno de los principales tópicos de su trabajo, compartió un tête à tête imperdible con Nosotros. TEXTOS. GEORGINA LACUBE.

Dalila Puzzovio nació en Buenos Aires y de chica manipulaba telas, pintaba y soñaba. Actuó siempre guiada por sus impulsos y nada la inhibió.

Así, entre los años 1955 y 1962 decidió tomar clases particulares de dibujo y pintura en los talleres de los maestros Baltazar Besares Soraire, Juan Batle Planas y Jaime Davidovich.

Uno de esos días, esta alumna participativa levantó su mano para hacer una pregunta y se fracturó uno de sus dedos, terminando en la sala del Centro de Traumatología del hospital Italiano. En ese contexto se puso a jugar con yesos ortopédicos y coronas mortuorias que, más tarde, integraron su muestra “Cáscaras” (1964), exhibida en el Museo de Arte Moderno de entonces. Una corona blanca de yeso con flores ídem y fragmentos de miembros en ese material y en perfecto estado de conservación fueron de la partida.

Su talento no pasó desapercibido por Romero Brest, jefe por aquellos días del mítico Instituto Di tella, quien -cautivado por su rica historia de vida y obra-, la reclutó para que integrara el famoso grupo pop argentino o del pop lunfardo. Una élite particularmente consciente de su genio, integrada por Charlie Squirru (su esposo), Delia Cancela, Pablo Mesejean, Edgardo Giménez, Marta Minujín, Alfredo Arias y Juan Stoppani.

Como no podía ser de otra manera, estos enfants terribles compartieron experiencias insólitas, siempre unidos por una misma fascinación y con la mirada puesta en el arte pop llegado a estas costas, casi en simultáneo con ese movimiento potente de Nueva York que tenía como principal exponente a Andy Warhol. Con licencia para transgredir y abrazando esa estética, supieron registrar la consigna de un arte perecedero, efímero, o descartable, que prendió con fuerza y que tuvo un objetivo claro: reflejar los objetos y las actitudes de la vida cotidiana de la época.

De tanto incursionar, en 1967 Dalila dio vida a sus conocidos y celebrados zapatos de doble plataforma en acero, acrílico, cuero y luces, que lanza al mercado auspiciada por Grimoldi, y que le valieron el premio Internacional Di Tella.

Siempre en acción, a sus incontables exposiciones se sumaron trabajos de vestuario para cine y teatro: en 1968 para Libertad Leblanc, actriz del film “Psexoanálisis” (Héctor Olivera), y en 1977 para el show televisivo “Con sabor a Pinky”, por citar a algunos.

También, entre 1960 y 1985, su fervor por la moda la llevó a desarrollar líneas de prêt-à-porter en tricot y tela.

Los vanguardistas sesenta

- Años 60, Argentina. El arte pop convulsiona y hace reir a la sociedad con sus obras revolucionarias para la época. El Instituto Torcuato Di Tella es la gran vidriera de la nueva ola creadora, y ahí estás vos y tus obras ¿Contame cómo era trabajar y cómo viviste aquellos tiempos de osadía y libertad creativa?

- Vistos ya desde el siglo XXI, estos años han pasado como una ceremonia excéntrica que parecieron perfectamente naturales, extrañamente indiferentes a lo que habían desencadenado en esos días. Trabajábamos sin medir lo que generábamos, en particular, tomándome los permisos sin pedirlos. Creo que cuando hay prohibiciones y uno transgrede, es cuando ocurren las vanguardias.

Ahora sé que la originalidad revela sentimientos de irrealidad, signos de una superioridad misteriosa, mezcla de talento, fuerza y riqueza que provoca efectos reales, superiores, reconocidos luego de años por los hombres. De otro modo no se explica el “Mito Di Tella”.

Se puede decir que fui revolucionaria en las imágenes e ilusionista con los materiales. Revolucionarios e ilusionistas, éso es lo que considero hemos sido los protagonistas del Di Tella.

Para nosotros, memoria y fantasía evocan un mundo perfecto, donde su lenguaje que parecía elitista, ahora en el siglo XXI es un estilo, una combinación de presente, pasado histórico e individualismo en un alerta continuo.

Consideré cada una de mis obras realmente vanguardistas, por la originalidad, porque rompía esquemas, y proponía mundos de apertura. Jamás copié obra ajena. Siempre he tenido mucha capacidad de producir. Inclusive fui la que ayudó a Alberto Greco a concretar su “Vivo Dito” en Galería Bonino (1964). Junto a Antonio Gades, siendo yo muy chica, lo acompañábamos a que encargara telas, pinturas, música y trajes mientras le marcaba los tiempos.

- ¿Cómo es hoy un día de trabajo tuyo en relación a aquellos años vertiginosos?

- En el trabajo de hoy (arte, arquitectura o moda), aunque parezca que cambié, sobreviene siempre sin excepción una tozudez que yo llamo estilo. En cuanto a la rutina, es y será siempre distinta; huyo de lo siempre igual y aunque tengo muchísima disciplina, soy capaz de madrugar para tener tiempo para perder y perderme.

Dalila, doble plataforma

- ¿Cómo fue que surgió la famosa doble plataforma? ¿La concebiste como un objeto de arte o un objeto utilitario?

- El Instituto Di Tella instituía dos premios por separado, El Premio Nacional y el Internacional, ambos con jurados ultra internacionales y prestigiosos, presididos en ambos casos por Jorge Romero Brest, que era el encargado de seguir nuestras carreras e invitarnos. Si uno ganaba el Premio Nacional pasaba al año próximo a competir en el internacional, que fue mi caso en los años 66 y 67.

El hábitat del Instituto era tan moderno que sus metros cúbicos exigían obras de gran envergadura, lo que me llevó a buscar sponsor, hecho inédito en el mundo del arte en aquellos años. Mi deseo fue más allá, ya que anhelaba crear una obra de arte que no sólo funcionara como tal en el instituto. Deseaba un work in progress haciendo que el jurado, para completar de juzgar la obra, la viera primero como arte y luego como objeto de consumo, al verse obligados a recorrer las sucursales de Grimoldi, mi auspiciante de ese momento. En las vidrieras de las diversas sucursales (Florida, Av. Santa Fe, etc), mostraban mis dobles plataformas flúo en un contexto híper clásico y comercial.

Creo que las grandes afirmaciones necesitan grandes manifestaciones, aquí sí la idea fue convertir la obra de arte en una experiencia de consumo.

Fue un discurso interior que habitó todas las vidrieras del país. Esta obstinación, necesidad de audacia y deseos de no disociar creación e industria, materializó “Dalila, doble plataforma”.

- ¿Cómo fue ser parte del jurado o estar del otro lado, en el 2008, con motivo del concurso “Diseñalo vos. Y ganá una beca en Milán”, organizado por la empresa Grimoldi?

- De placer total, porque Alberto Grimoldi es un empresario superior con un concepto claro de modernidad para competir, no se pueden ganar mercados ni crear etiquetas nacionales sin el talento de los creadores; además de ser muy ingrato para el diseñador no contar con el apoyo de la industria para concretar sus ideas.

Mi padre fue un industrial visionario y me fascinan las industrias.

- En 1967, Romero Brest te coronó reina de las abejas pop-lunfardas, con la mención al Premio Internacional Torcuato Di Tella ¿Cómo fue ese momento de tu carrera?

- ¡Absolutamente exultante! No sólo por el premio, sino también por la posibilidad de concretar el sueño de la obra realizada tal como la había imaginado. Era mi película. Esa mayor resistencia que teníamos al estrés permitía que la obra se intensificara, volviendo misterioso lo cotidiano.

- ¿Qué cercanía o diferencias había entre el pop de Warhol y el tuyo? ¿Te conectaste alguna vez con él?

- A Warhol lo conocí en la casa del diseñador de modas Halston. El premio me permitió viajar a New York con Charlie Squirru, artista también y protagonista del Di Tella, que hizo toda su escuela de arte en esa ciudad así que estuve súper conectada.

Cuando Restany (crítico de arte) visitó Buenos Aires se encontró con un movimiento de una originalidad y calidad inconmensurable y no escatimó en elogios, siempre nos dijo que estábamos a la altura de New York y Tokio.

Francia no tenía nada tan vanguardista como el Instituto, esto te puede dar una idea de la fecha en que recién París logra un espacio similar: el Centro Pompidou se inauguró en 1997.

Arte y moda, amigos de la vida

- ¿Qué es para vos el arte?, ¿Y la moda?

- Un “Dalila insiste”. Ambos desencadenan en mí una actitud siempre famélica de ideas nuevas y una fidelidad a las imágenes que descartan lo demasiado obvio. Ambos me reconcilian con la vida.

- El vestir es uno de los tópicos principales de tu obra, pero ¿cuál es tu relación con la moda (consumo de diseño), seguís el trabajo de algún diseñador local o extranjero?

- La moda para mí es un discurso continuo de dibujo, color, proporciones, texturas..., cada uno con una demanda provocadora, enigmática creadora de impulsos, enfrentamientos del ritual humano tratando de editar un vocabulario que nos presente, donde encontramos ilusión e individualismo. Es la oportunidad de expresar las excentricidades humanas, donde confort y utilidad muchas veces son concesión.

- Para vos, los creadores de hoy ¿hacen prendas para usar o comunicar?

- Ambas cosas. Si hablamos de ropa urbana creo que en el fondo tienen que ser ingenuas, porque en cada rincón tiene que esconder una utilidad.

Pero hay diseñadores que desean expresar las excentricidades o contradicciones humanas, que permiten encontrar un confort emocional.

- ¿En qué estás trabajando actualmente?, ¿proyectos?

- Prefiero concretarlos y después contarlos.

- Si tuvieras que definirte: ¿qué dirías?

- Un espíritu renacentista.

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Dalila Puzzovio fotografiada por mauro roll.

Autorretrato de Dalila Puzzovio.

Fantasías de infancia

- ¿Qué querías ser cuando eras chica?

- En ese lujo de tiempo que es la niñez se entremezclaban tantas fantasías. Me la pasaba dibujando los vidrios de la casa, inventaba sellos con la goma de borrar, con tinta modificaba el empapelado de mi cuarto ante el horror familiar, le hacía ropa a mis muñecos (soleros bordados en el verano y tejidos en invierno), mientras soñaba con ser bailarina. De hecho, una de las artistas que más me han conmovido y admiro es Pina Bausch.

En cambio, a la música la tenía un poco prohibida, ya que mi hermana creaba muchos conflictos mientras estudiaba piano en casa. Ese tema no se me hubiese podido ocurrir.

- ¿Qué consejo te hubiera gustado recibir cuando empezaste?

- Creo que ninguno, empecé muy chica y no hubiese tomado como consejo a los consejos, en cambio agradezco que mis padres siempre me hayan apoyado, con profesores, materiales y actitud pro, sin miedos a la palabra artista. Ese auspicio que significó que no intentara una carrera con diploma es lo más importante. De un modo muy sutil y con los años lo tomo como “consejo”.

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DALILA DOBLE PLATAFORMA- FOTOGRAFO-ALEJANDRO KUROPATWUA.JPG

“Dalila doble plataforma”. Fotografía de Alejandro Kuropatwua.


templo de humor, talento e ironía

En el año 1958, Guido y Torcuato Di Tella crearon la Fundación Di Tella y, a través de ella, el Instituto Torcuato Di Tella, con una clara misión: promover el estudio y la investigación de alto nivel, abarcando al desarrollo científico, cultural y artístico del país. Por supuesto, sin perder de vista el contexto latinoamericano donde estaba ubicada la Argentina.

En los años sesenta, el Di Tella (como se lo solía llamar en confianza) fue la meca cultural que contribuyó a la formación y promoción de artistas y académicos, entre ellos: Antonio Berni, Jorge de la Vega, Juan Carlos Distéfano, León Ferrari, Edgardo Giménez, Gyula Kosice, Julio Le Parc, Marta Minujín, Dalila Puzzovio y Luis Wells. Al final de la década se dificultó la continuidad de la institución y muchos de los centros que la integraban debieron cerrar sus puertas. Aún con viento en contra, el Instituto mantuvo su independencia intelectual y, actualmente, continúa produciendo conocimiento a través de los Centros de Investigación en Economía y Ciencias Sociales.

Fruto de esta experiencia cultural y la previa de SIAM Di Tella, en el año 1991 se crea la prestigiosa Universidad Torcuato Di Tella.

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“Yesos”, 1963, de Dalila Puzzovio.

 

en 3 frases

¿Qué es el estilo?

“La química que desencadenan los opuestos: lo femenino-masculino, lo delicado con lo estructurado, que dan una sensación devastadoramente moderna, atemporal y profética

¿A quién admiras?

“En relación al arte y a la moda, ¡a tantos! Lucio Fontana, Mark Rothko, Fantin Latour, Chanel, Norma Kamali, Rei Kawakubo...”.

¿El arte está de moda?

“Creo que compartir éstas experiencias vitales (ArteBA, por ejemplo, cada año convoca más público y su interior alberga trabajos de diseñadores de moda y artistas plásticos) da la seguridad de estar a salvo, de que no se está solo. Aunque la obra de arte nunca deja de ser menos expositiva al peligro que preanuncia, y creo que en la actualidad la moda se pliega a estos enunciados, convirtiéndose en mitos manufacturados”.