EDITORIAL

Las debilidades de la oposición

La reciente votación en la Cámara de Diputados de la Nación, en la que el oficialismo -gracias al apoyo de legisladores de centro izquierda- logró prorrogar por un año las facultades delegadas, debería dar lugar a una reflexión profunda por parte del arco opositor que el pasado 28 de junio recibió el aval de la sociedad para expresarse como tal.

En principio, está claro que mientras el oficialismo responde verticalmente a su máximo conductor, Néstor Kirchner, la oposición es un abanico heterogéneo de expresiones que van desde la derecha a la izquierda y que a menudo se muestran más preocupados por diferenciarse entre ellos para posicionarse con vistas al 2011, que en establecer estrategias comunes para acotar los desbordes del ex presidente.

La recurrencia de estas prácticas debilita sin dudas al polo opositor. Y una manifestación palpable de esa debilidad fue la votación de referencia, la primera importante luego de la elección del 28 de junio.

Es cierto que las reglas parlamentarias tienen su propia dinámica y que la oposición no está obligada a comportarse como si fuera un bloque unificado. El argumento es atendible siempre y cuando se acepte que todos los ciudadanos que votaron el 28 de junio por estas diversas expresiones lo hicieron para que ejerzan el rol de opositores; responsables, serios, pero opositores.

Justamente, uno de los temas centrales de la reciente campaña electoral fue el exceso de atribuciones del Poder Ejecutivo y la consiguiente concentración del poder en desmedro de la política y el sistema federal. Sin embargo, en la primera votación importante del año un número significativo de legisladores de la oposición votaron para prorrogarle al Ejecutivo facultades de excepción. En todos los casos, se invocó la cuestión de la gobernabilidad para dar este paso, pero ya se sabe que este argumento está más cerca del pretexto que de la verdad.

Que entre los legisladores de centro izquierda el tema se discutió y fue controvertido lo demuestra el hecho de que el propio Pino Solanas, el dirigente de este arco que más votos obtuvo en estas elecciones, no estuviera del todo conforme con el hecho de someter a sus legisladores a la voluntad del Ejecutivo. Por último, el argumento de votar con el oficialismo para no hacerle el juego al pool sojero no es muy diferente de la retórica del oficialismo acerca de la oligarquía terrateniente.

De todos modos, importa que hacia el futuro la oposición reflexione acerca de cuál será su rol y qué responsabilidades concretas le delegaron los votantes el 28 de junio. Por lo pronto está claro que la fragmentación es la realidad que impera en este sector. Y que poco y nada contribuyen a articular voluntades a favor de una oposición republicana las declaraciones belicosas de sus dirigentes. Hoy por hoy, pareciera más importante zanjar diferencias a veces pequeñas -con frecuencia levantadas como pretextos para pugnar por ambiciones estrictamente personales-, que responder a conciencia los reclamos de quienes los legitimaron con sus votos.