Guillermo O”Donnell, politólogo

“La política corre el riesgo diabólico

de enamorarse demasiado del poder”

El especialista disertó anoche en el paraninfo de la UNL. Dijo que uno de los grandes dilemas de la democracia es que los ciudadanos sepan defender su condición de agentes generadores de un poder ascendente.

De la redacción de El Litoral

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Cómo resolver el dilema de delegar el poder pero a su vez controlarlo; cómo hacer realidad el desafío de la concepción ascendente del poder, y cómo ejercer el derecho de exigir un estado auténtico e inteligente, fueron los ejes centrales de la disertación del politólogo Guillermo O’Donnell, en el marco del 9º Congreso Nacional de Ciencia Política. El evento, que se extenderá hasta el 22 de agosto, quedó inaugurado ayer en el Paraninfo de la UNL, con la participación de más de mil inscriptos. El tema del Congreso es “Centros y periferias: equilibrios y asimetrías en las relaciones de poder”, y es organizado por las UNL y UCSF, y la Sociedad Argentina de Análisis Político (Saap).

O”Donnell inició su exposición planteando que el poder, de cuyo estudio se ocupa la Ciencia Política, conlleva un dilema “central e insoluble”: cómo constituir poderes capaces de proveer un foco de identidad colectiva (“somos todos argentinos, somos todos de Colón o del mismo sindicato”) y de tomar decisiones para resolver problemas comunes, ejerciendo al mismo tiempo un control sobre ellos para que no se vuelvan sobre la sociedad de manera arbitraria.

“Éste es el dilema en el cual vivimos enterrados; los poderes que nosotros delegamos y que sin nosotros no podrían existir, tienen una tendencia demoníaca a autonomizarse, a olvidarse de su origen y a servir sólo a los que mandan, explotando a los que quedamos reducidos a la condición de súbditos. Por eso, también queremos controlar ese poder. Entonces estamos continuamente en esta búsqueda y sabiendo que nunca habrá un equilibrio estable”, afirmó.

Origen del poder

El politólogo consideró necesario reparar en la condición “ascendente del origen del poder”, que se instaura y articula legalmente en la democracia. “Esto significa que el poder que ejercen los gobernantes no es de ellos, sino nuestro -recordó-; de ciudadanos y ciudadanos que se lo prestamos para que lo ejerzan y busquen versiones sinceras y razonables de algún aspecto del bien común. Pero para que esa concepción ascendente se instaurara fue necesario que se implantara una concepción del ser humano que fue la que le dio sentido. Ésta es llave maestra y a la vez el talón de Aquiles de la democracia moderna. Se trata de una concepción del ser humano en sociedad, que implica una relación directa y necesaria entre ser portador de un derecho y ser agente. Ese agente es portador de razón práctica y de discernimiento moral, y son esas condiciones las que le dan sentido a la asignación de derechos”, expresó.

O”Donnell hizo especial hincapié en un derecho de los ciudadanos, que a su criterio, ha sido olvidado por la Ciencia Política contemporánea. “Tenemos derechos participativos como el de votar, pero el régimen democrático nos asigna legal y universalmente otro derecho aún más significativo: tenemos derecho a tratar de ser electos, de participar en decisiones estatales que son vinculantes para el conjunto de la sociedad. Se nos imputa la capacidad de asumir esa enorme responsabilidad, y nos constituimos en agentes portadores de esos derechos”, sentenció.

Talón de Aquiles

Para el especialista, esta capacidad de elegir pero también de ser elegidos constituye uno de “los grandes valores” de la democracia moderna, pero también su talón de Aquiles, insistió. “Porque el grado de legitimación que le da a gobiernos y Estado poder invocar que el poder de ellos deviene de todos, puede ser peligrosísimo -fundamentó-. Así volvemos al dilema de quienes dicen hipócritamente que gobiernan para todos”.

Se trata, a su criterio, de una “potenciación de legitimación que puede expropiar el sentido auténtico de un poder que es nuestro y lo prestamos pero no para que se actúe en beneficio de quienes ejercen ese poder. Ésta es la eterna lucha de la democracia. Y no hay ninguna que esté vacunada contra esta expropiación del sentido propio del sistema”, aseguró.

Frente a esto, O”Donnell consideró que el gran desafío de la ciudadanía es “recordar exigentemente a los poderes del Estado que ellos son nuestros y que por lo tanto son para nosotros. No es fácil -advirtió-, sobre todo cuando la ciudadanía coexiste en sociedades terriblemente desiguales. Pero se trata de un ejercicio de autopedagogía colectiva mediante el cual decimos a los poderes que seguimos siendo su único origen y justificación posible”. .

Buen Estado

Por último, Guillermo O’Donnell destacó el derecho “fundamental” que tenemos como ciudadanos de exigir un buen Estado.

“Se trata de un Estado donde cada una de sus instituciones sean auténticas, porque automáticamente, los gobiernos de turno suelen decirnos que lo que hacen y dejan de hacer es por el bien de todos. Creo que nuestro derecho a un buen Estado es el derecho a la autenticidad. Y esa demanda de un buen estado es un proverbio natural de que estos poderes que ellos ejercen son nuestros; nosotros los prestamos pero no los dejamos en sus manos para que ellos decidan”, reiteró. “Porque a veces la política corre el peligro de enamorarse de los poderes; es el riesgo diabólico de enamorarse demasiado de ellos. Entonces hace falta un momento de retracción y mirar esto críticamente”, aseveró.

Por último, sostuvo que un buen Estado implica demandar “un Estado inteligente, que reclute gente capacitada y que perfeccione a su personal. Esto -aseguró- va humanizar los poderes en contraposición con las cosas terribles que se vivieron en algunas épocas en nuestro país con prácticas que se ejercieron también desde el Estado”, concluyó.

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El disertante Guillermo O’Donnell, especialista en ciencia política.

Foto: Flavio Raina

/// EL DATO

Jóvenes

Guillermo O”Donnell cerró su exposición saludando la numerosa presencia de jóvenes en el auditorio, y les dejó un mandato especial. “Los jóvenes tendrán una enorme responsabilidad. A ustedes les toca ejercer esta mirada crítica sobre el poder que puede desarrollarse desde las Ciencias Políticas”, expresó.

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Un auditorio colmado en el Paraninfo de la UNL escuchó la disertación.

Foto: Flavio Raina