Hay que prender velas para clasificar y luego poner a alguien que ayude a Diego...

Argentina no da indicios de que pueda ser un equipo

Brasil, con individualidades, es cierto, pero con un gran sentido colectivo, nos ganó en Rosario y puso en jaque el pasaporte a Sudáfrica 2010.

Argentina no da indicios de que pueda ser un equipo

Luis Fabiano recibe el abrazo de Lucio, en tanto que Agüero y Sebastián Domínguez tienen la mirada perdida en la impotencia de la derrota. Fue el tercero de Brasil, que selló el partido.

Foto: AFP

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Rosario)

A esta altura, la sensación que tenemos todos es que hay que prender velas para clasificar y, una vez consumado esto que ya tiene gusto a suplicio, buscar a alguien que le dé una mano de verdad a Maradona para que el equipo tenga lo que no creo que con Diego se consiga: funcionamiento como equipo.

Mientras tanto, a Maradona se lo seguirá ovacionando porque no hay un solo argentino perdido en algún recóndito lugar de este bendito país que no quiera a Maradona y que no desee que a Diego le vaya bien. Pero la realidad, hoy, golpea a nuestro equipo de la forma más dura y cruel. Porque ni siquiera estamos en la posición de Chile o de Paraguay, que con técnicos argentinos (Bielsa y Martino) se encuentran a un paso de la clasificación para el Mundial de Sudáfrica, mientras que nosotros, con todo el universo de entrenadores argentinos a disposición, hacemos cuentas y elucubramos chances matemáticas a tres fechas del final y con dos partidos (Paraguay y Uruguay) como visitantes.

Brasil es la contrapartida. Alguna vez, allá por fines de los ‘60 o principios de los ‘70, se decía que el día que Brasil tenga un buen arquero y una buena defensa, iba a ser imbatible. Esa selección de Pelé, Tostao, Gerson, Jairzinho y Rivelinho, tenía un pésimo arquero (Félix) y una defensa regular. Pero le sobraba tanto en los otros lugares de la cancha que fue, quizás para muchos, el mejor equipo de la historia.

Hoy, Dunga dispone de un excelente arquero, de una defensa muy firme y confiable y, lo que es mejor, de jugadores aplicados tácticamente. Con esto, el “discutido” entrenador ha conseguido rodear a las individualidades (Kaká, Robinho y Luis Fabiano) de un verdadero equipo. Nosotros no podemos decir lo mismo de Messi, Tevez, Agüero y compañía.

El problema de Argentina no es que Messi, supuestamente, no rinda como en el Barcelona. El problema de nuestra selección es que Messi precisa ser “Rambo” cada vez que recibe la pelota. Ayer, se evidenció algo que el Turco Mohamed, en una charla informal, me comentaba hace algunas semanas en la concentración de Colón en Paraná. Decía el entrenador sabalero que la diferencia es que Messi, en el Barcelona, recibe la pelota para encarar mano a mano a un último defensor, ya sea por el medio o por algún costado; en cambio, en la selección se la dan con cuatro o cinco rivales en el trayecto hasta encontrarse con el arquero adversario. Así, no hay forma de que Messi meta los goles que se cansa de convertir en el Barcelona.

El problema de Argentina, en consecuencia, es el propio entrenador. Que tiene sus excusas, pero que no sirven a la hora de medirse con esta clase de rivales, porque tampoco Dunga cuenta con los jugadores para poder trabajarlos con el tiempo adecuado para que se entiendan entre ellos y comprendan lo que, como estilo y estrategia, pretende el entrenador.

Con un mediocampo como el de ayer, el único capaz de imponer pausa y claridad es Verón. Los otros están para otra cosa. Mascherano —que perdió toda la noche con Kaká— es un abanderado de la lucha y la recuperación, pero se desespera cuando se queda solo en la función y, encima, tiene a un jugador como el “10” brasileño, tan desequilibrante. Dátolo y Maxi Rodríguez tienen dinámica pero cuando tienen que darle claridad al juego, no siempre lo consiguen. En el caso del volante de Atlético de Madrid, su rendimiento fue muy flojo; en el del actual mediocampista del Nápoli, metió un golazo tremendo desde afuera del área cuando muchos pedían a gritos su salida.

Brasil tuvo el partido muy claro desde el primer minuto. Luis Fabiano metido por el medio entre los centrales, Kaká detrás suyo y Robinho abierto por izquierda para complicar la posible salida de Zanetti, que no se proyectó casi nunca. Dunga liberó a Heinze sabiendo que, por allí, Argentina no iba a tener claridad. Los tres del medio esperaron pegaditos a la línea de cuatro y así se formó un vallado de seis o siete jugadores que le quitaron espacios a los volantes y delanteros argentinos.

Ni qué hablar de jugar por arriba frente a jugadores de gran altura como Lucio, Luisao y Maicon. Fue imposible, salvo alguna jugada aislada, cabecear en el área de Brasil. Sin embargo, ellos abrieron el partido con un frentazo de Luisao, llamativamente solo en una maniobra de pelota quieta.

Pareció que el equipo se despertaba con la entrada de Agüero. Mucho más cuando Dátolo metió ese zapatazo impresionante. Fue apenas un gesto de ilusión el que nos hicieron. A los pocos minutos del 2-1, Kaká arrancó como un tren y metió un pase estupendo para la corrida de Luis Fabiano, cuya definición estuvo a la altura de la excelente habilitación de su compañero: 3-1 y asunto terminado.

Ya hoy no se discute si hay que jugar con los chiquitos arriba, si tiene que haber un “9” de área con potencia y altura para pelear en el mano a mano con delanteros como, por ejemplo, tiene Brasil; ni siquiera si tiene que estar o no Riquelme en este equipo. Hoy lo que preocupa es que no hay indicios de que este equipo pueda funcionar, no hay plan de juego, no existen las variantes, se depende mucho de las individualidades y se hace muy previsible jugar contra Argentina.

El único que se puede llevar una imagen relativamente positiva es Juan Sebastián Verón. Es que la “Brujita” consiguió, en Rosario, el afecto popular que no tuvo en la cancha de River, cuando lo silbaron y aún le cuestionan aquel córner que fue a patear caminando en el partido contra Inglaterra en el Mundial de Corea-Japón. El resto de los jugadores, salvo algunos chispazos de un Messi obligado a dejar medio Brasil en el camino, estuvo por debajo de lo que puede dar. Sin individualidades, no hay equipo. Pero cuando esas individualidades no saben qué tienen que hacer, para convertirse en equipo, la cosa se complica más todavía. Y en ese punto estamos.

/// SÍNTESIS

Argentina.....................1

Brasil............................3

Cancha: Rosario Central.

Árbitro: Oscar Ruiz (Colombia).

Recaudación: 4.602.000 pesos.

Argentina: Andújar; Zanetti, Sebastián Domínguez, Otamendi y Heinze; Maxi Rodríguez, Mascherano, Dátolo y Verón; Messi y Tevez. AS: Carrizo. Estuvieron en el banco: Schiavi, Coloccini, Gago y Papa. DT: Diego Armando Maradona.

Brasil: Julio César; Maicon, Lucio, Luisao y André Santos; Elano, Gilberto Silva, Felipe Melo y Kaká; Robinho y Luis Fabiano. AS: Víctor. Estuvieron en el banco: Miranda, Lucas y Baptista. DT: Dunga.

Goles: en el primer tiempo, a los 23 min, Luisao (B), y a los 29 min, Luis Fabiano (B). En el segundo período, a los 19 min, Dátolo (A), y a los 22 min, Luis Fabiano (B).

Cambios: en el segundo tiempo, al comenzar, Agüero (A) por Maxi Rodríguez; a los 23 min, Ramires (B) por Elano, Alves (B) por Robinho y Milito (A) por Tevez; a los 32 min, Adriano (B) por Luis Fabiano.

Argentina no da indicios de que pueda ser un equipo

La “Brujita” Verón fue el único que se salvó en Argentina. Kaká, mientras tanto, fue una de las dos grandes figuras de un verdadero equipo.

Foto: AFP

 

¿Va o no va el Turco?

En las averiguaciones que hizo El Litoral, nadie pudo dar un indicio concreto de que Diego Maradona esté pensando firmemente en convocar a Antonio Mohamed para formar parte de su cuerpo técnico.

Lo que se dice en el entorno de Maradona, es que él quiere sí o sí a Ruggeri, pero que Grondona ya le bajó el pulgar y no habrá marcha atrás en esta decisión tomada por el pope afista.

Más allá de la insistencia de Diego y de las visitas de Ruggeri a las prácticas en Ezeiza, nadie puede solucionar este tema. Ni siquiera Bilardo, quien sólo se mete si lo consultan o si le piden opinión, pero jamás intercederá para solucionar un problema mayúsculo como la negativa rotunda de Grondona a permitir que Ruggeri, otro campeón del mundo, ingrese en el cuerpo técnico.

El hombre apuntado por Grondona y por el entorno del presidente de la AFA, es Antonio Mohamed. Al Turco, Maradona le tiene un especial cariño, pero como por su mente y deseo sólo pasa el Cabezón Ruggeri, es imposible que piense en una alternativa y hasta dice que no cuando se lo comentan por lo bajo, sólo por no dar el brazo a torcer.

Paso a paso, como dice el refrán. Primero, habría que clasificar. Después llegará el momento de las discusiones y el convencimiento, para uno u otro lado. Si algo es cierto, es que Maradona necesita alguien al lado que lo ayude en lo táctico y estratégico para preparar el equipo. El quiere a Ruggeri, la AFA propone a Mohamed y el tiempo dará su veredicto.

Posiciones eliminatoria.pdf

/// eliminatorias

Miércoles

 

 

16 Bolivia-Ecuador, Héctor Baldassi (Argentina).

18 Venezuela-Perú, Carlos Viera (Ecuador).

20 Paraguay-Argentina, Salvio Fagundes (Brasil).

22 Brasil-Chile, Jorge Larrionda (Uruguay).

22 Uruguay-Colombia, Carlos Torres (Paraguay).

7

santafesinos

dentro de los 28 jugadores convocados por Maradona para los partidos ante Brasil y Paraguay por las Eliminatorias. El 25 por ciento es de nuestra provincia, contra sólo 3 de Córdoba. Los coterráneos son Carrizo, Papa, Mascherano, Maxi Rodríguez, Battaglia, Messi y Lavezzi.

 

Sólo Verón

En la calificación individual, Verón es el único que hizo lo suficiente para merecer un puntaje aceptable. El resto estuvo muy por debajo de su nivel, con algunos que llamaron la atención por lo bajo que estuvieron (Mascherano y Tévez) y otros que anduvieron más cerca del aplazo que de otra cosa (Zanetti y Heinze). Debajo de Verón, por el gol y por las ganas, se lo puede ubicar a Dátolo, quien de todos modos no tuvo mucha claridad en su juego. Messi fue bien marcado, más allá de que en algunas jugadas consiguió sacarse esas marcas de encima pero sin inquietar a Julio César.