el cultivo cruzó la frontera sanjavierina

Se desparramó el arroz

Se desparramó el arroz

La escasez de tierras en la zona núcleo impulsó el retorno del cereal a lugares donde hacía décadas que no se sembraba. En Santa Rosa de Calchines, después de 20 años de ausencia, se sembraron casi 2.000 hectáreas.

 

Juan Manuel Fernández

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El crecimiento que el arroz viene experimentando en los últimos años hizo retornar el cultivo a zonas en las que se había dejado de producir desde hace décadas. En Romang volvió tras 40 años de ausencia gracias a la inversión de una sociedad que montó 700 hectáreas desde cero. Y en Santa Rosa de Calchines, entre la campaña pasada y la actual, se armaron nuevos campos arroceros hasta casi alcanzar las 2.000 hectáreas luego de dos décadas de retirada.

Ambos casos forman parte de la recuperación del cereal y de su expansión desde la “zona núcleo”, ubicada en San Javier, hacia los extremos del área arrocera provincial, que recorre 250 kilómetros de costa entre el Arroyo Leyes —donde la última siembra se hizo en 1985— y Romang.

Entre los nuevos emprendimientos, uno de los más recientes es el que llevan adelante dos medianos productores de San Javier, Mauricio Baumgartner y Douglas Morgan, quienes en los últimos días terminaron de instalar y sembrar 700 hectáreas sobre campos ganaderos de Santa Rosa de Calchines en sociedad con el propietario, quien contará con infraestructura de riego para sus animales una vez que termine el contrato de alquiler.

Efecto derrame

Los requerimientos de infraestructura que tiene el arroz demandan grandes trabajos y grandes inversiones. Se necesita montar una estación de bombeo sobre el río, hacer un cruce de ruta para el traslado del agua, valetones, canales y taipas, entre otras tareas. A Baumgartner y Morgan estos trabajos le demandaron más de 2.500 horas de retroexcavadora y una inversión, sólo en movimiento de tierra, cercana a $700.000. A eso hay que sumarle otro monto considerable en tubos plásticos, más la mano de obra y los insumos necesarios para la siembra (semilla, fertilizante, gasoil, etc).

Los beneficios no son sólo para ellos. También alcanzan, en primer lugar, al dueño del campo, que se verá beneficiado por la estructura de riego que garantizará bebida y pasto a la hacienda, si bien el arreglo es que ese monto se irá descontando del alquiler durante los 7 años pactados. Además, al ganadero le mejora la renta de su establecimiento ya que los 300 kilos/ha/año convenidos de alquiler son más útiles que los 40 o 50 kilos de carne/ha/año que puede conseguir en campos bajos como el suyo.

Asimismo la inversión se derramará sobre el comercio y los servicios de la región, porque los arroceros decidieron comprar y contratar todo en el lugar. “Trabajamos con el ferretero, con el que te vende la arena, la portland, la piedra... todo de acá de Santa Rosa”, comentó Baumgartner. A modo de ejemplo, el productor hizo el siguiente cálculo: si se diera el rinde esperado de 6.000 kilos la cosecha de las 700 hectáreas rondaría 4.2 millones de kilos que, divididos por los 30.000 que carga un camión, implicaría 140 viajes para los transportistas del lugar.

El destino de la producción, a su vez, es parte de otro acuerdo estratégico. Se embarcará en su totalidad hacia el Molino Ala, propiedad del Grupo Pilagá, empresa que les financió el 30% de la inversión en insumos.

Tendencia fluctuante

La historia reciente del cultivo, tanto en la provincia como a nivel nacional, muestra una gran caída en la década del 80 y una posterior recuperación en los 90, con un impulso mayor a partir del 2002.

La retracción más pronunciada se produjo debido a un sobrestock global del grano que tiró abajo los precios y en Argentina se sumó a una combinación fatal: una alta dependencia del mercado doméstico y un bajo consumo per cápita, que por entonces no superaba los 4 kilos anuales. Como es tradición, a estos fundamentos de mercado la política económica nacional se encargó de agregarle más dramatismo. En la década de 1980 el cultivo llegó a un piso inferior a 100.000 hectáreas, mientras hoy oscila entre 185.000 y 190.000.

Luego, en los años 90, con la formación del Mercosur y la consolidación de Brasil como mercado demandante fueron mejorando los precios al productor y con ello la recuperación del área sembrada; pero debido a la política cambiaria convenía exportar el arroz cáscara en lugar de procesarlo en el país y se fundieron varios molinos.

A partir de 2002 la devaluación le devolvió rentabilidad a las plantas procesadoras nacionales y en la costa santafesina el impulso final llegó con el tendido de la red eléctrica de alta tensión que bajó considerablemente los costos para los productores. Rodolfo Vicino, titular de la delegación San Javier del Ministerio de la Producción, precisó que “el bombeo eléctrico redujo el costo de riego un 30%”, ya que los $300/ha que requería hacerlo con motores a explosión disminuyeron a $70 o 90. En 2002 la superficie implantada apenas alcanzaba a 6.500 hectáreas, mientras que en la presente campaña se calculan entre 31.000 y 32.000.

Desafíos de la novedad

Baumgartner y Douglas, que en San Javier explotan campos de 200 y 400 hectáreas propias, decidieron incursionar en Santa Rosa de Calchines por dos motivos concretos: la escasez de tierra en su zona y los elevados precios de los alquileres.

Pero el cambio de escenario, además del riesgo propio de la inversión, les plantea nuevos desafíos en virtud de la localización de los terrenos y de su virginidad.

“El problema acá es que se nos venga el agua de atrás”, explicó Baumgartner, quien junto a su socio tuvo que levantar defensas para estar prevenidos, ya que —según le dijeron los pobladores— en crecidas importantes puede llegar a haber 1 metro de agua adentro del campo o 50 centímetros si es normal.

Además, como los lotes antes eran pajonales tienen mucha materia orgánica y eso los obliga a “jugar mucho con el riego para inundar muy bajito por el tema de vaneo fisiológico del grano en floración”.

La necesidad de recortar gastos impulsó a los productores a estudiar el planteo agronómico. “Estamos echando un poco menos de semilla que el año pasado, entre 80 y 100 kilos por hectárea, con lo que más o menos esperamos unas 150 plantas en el metro cuadrado; y según nos indican los análisis de suelo aplicaremos 50 kilos de urea en prerriego”, detalló Mauricio, y agregó que por el alto contenido de materia orgánica sólo en algunos lotes fertilizarán con la siembra.

La cosecha de las 700 hectáreas rondaría 4.2 millones de kilos que, divididos por los 30.000 que carga un camión, implicaría 140 viajes para los transportistas del lugar

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A nivel. El arado taipero siempre es un protagonista en el arranque de la campaña, más aún si se trata de campos nuevos.

Foto: Juan Manuel Fernández

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Foto: juan manuel fernández

“Como son campos nuevos con mucha materia orgánica vamos a tener que jugar mucho con el riego para inundar muy bajito por el tema de vaneo fisiológico del grano en floración”.

Mauricio Baumgartner

Productor arrocero

/// en relación

Arroz familiar

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Aplanando. El “land plane” es una de las herramientas fundamentales para nivelar el terreno.

Foto: Juan Manuel Fernández

El Instituto para la Pequeña Agricultura Familiar (IPAF) del INTA organizó una jornada sobre arroz agroecológico en la Casa de Itatí de Avellaneda para el próximo 29 de octubre, destinada a todos los pequeños productores interesados.

En la oportunidad se informará sobre el proyecto de fabricar una máquina transplantadora de plantines basada en un modelo japonés, cuyo prototipo será fabricado por el INTA Reconquista. La herramienta se basa en el uso de patines que se deslizan en el barro impulsado a mano o con un motor.

También se informará sobre el diseño y construcción de una descascaradora de pequeña escala, también orientada a los pequeños productores arroceros.

/// el dato

Perspectivas

Para la presente campaña, el área proyectada con arroz en Santa Fe oscila entre 31 y 32.000 hectáreas, el doble de lo que se sembró hace dos años atrás y casi cinco veces más que las 6.500 de 2002.

Según las estimaciones de la delegación San Javier del Ministerio de la Producción, el avance de la labores orilla el 35% gracias a que los productores aprovecharon las últimas lluvias.

Hoy el precio del arroz cáscara es de $0.85/Kg y los especialistas dan por descontado que —por lo menos— se va a mantener por las dificultades que tienen para producir en Brasil y Corrientes a raíz de la falta de caudal en los ríos.