ENTREVISTA CON ALBERTO MORLACHETTI

“La ternura tiene una fuerza transformadora extraordinaria”

Es el coordinador general del Movimiento Los Chicos del Pueblo. Llegó a Santa Fe esta semana para comandar una nueva marcha, en el marco de la campaña “El hambre es un crimen”. El Litoral dialogó con él, justamente el día en que la presidenta anunciaba la asignación por hijo, un viejo reclamo de los integrantes del colectivo.

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“Los pibes le pusieron, al hambre, su cuerpo, cuando tendrían que haber sido los adultos. Esto fue arrancado (la asignación por hijo anunciada por el gobierno nacional), no fue una generosa concesión, a partir de un trabajo sistemático y con mucho esfuerzo”, dice Morlachetti.

Foto: Archivo El Litoral

 

Estanislao Giménez Corte

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La tarde infernal del jueves, previa a la marcha del viernes, El Litoral dialogó largamente con Alberto Morlachetti. La “obscenidad” del hambre, las características del movimiento que comanda y el anuncio del gobierno nacional de la asignación por hijo caracterizaron una conversación atravesada por la pasión de un hombre que, pese a los logros obtenidos, no ceja en su idea de erradicar las situaciones de abandono que sufren especialmente los más chicos, a partir de la idea clave de que el chico “deber ser amado”.

—¿Puede hacerse una síntesis de cómo nació el Movimiento y cuáles son sus líneas esenciales?

—El Movimiento se inició en 1987. Veíamos la necesidad de impulsar un movimiento social que específicamente tratase la niñez y la juventud (...) era muy difícil pensar, en ese entonces, que los chicos pudieran ser protagonistas de la historia. Recorrimos casi todo el país. Íbamos a ver qué pasaba. Ahora, ¿qué nos dio aquella mirada, aquellos recorridos con mi querido Carlitos Cahal?: vimos los chicos que se morían...

—Supongo que en aquel momento esos temas no estaban en la agenda política.

—Nadie prestaba atención. El hambre era como un hecho inexistente en la Argentina, no habitaba el imaginario de la gente, estaba fuera.

—No se hablaba tampoco...

—No se hablaba. Para el imaginario social, en la Argentina no existía el hambre. Pero nosotros recorrimos el país, y lo hicimos porque pudimos comulgar con aquel verbo de tratar de cumplir con nuestra misión en el paso por esta tierra. Y justificar nuestra vida: porque la vida nos es dada para transformar el mundo en que vivimos en algo hermoso y más digno. Cada persona que nace debe agregarle algo a este mundo.

—¿Qué pasaba cuando ustedes, tratando de construir el movimiento, buscaban adeptos... organizaciones sociales, políticos?

—Empezamos a descubrir cosas maravillosas, casos de gente que ayudaba desinteresadamente, que tenía amor por el prójimo. Eso fue jalonando la historia del movimiento. Nos encontramos, de pronto, en la década del ‘90, con que el país fue deteriorándose más y más. El movimiento fue creciendo mucho, con marchas y propuestas.

—¿Qué pasa cuando ustedes van con un planteo concreto a un funcionario, o a un organismo, o a un partido político? ¿Están abiertos a escucharlos?

—Si en el imaginario el hambre era desconocida, los políticos estaban aún mucho más ausentes. La clase política tiene acceso a bienes de consumo que mucha gente no tiene. Pero nuestras ventanas dan adonde están los chicos pobres. Donde la gente vive y muere de cualquier manera. Pero encontramos una recepción en la CTA (...) ya en esos años -’96 y ‘97- comenzamos a advertir que venía a marchas y congresos mucha más gente de la que esperábamos.

—¿Puede decirse que la clase política siempre está trabajando sobre otras cuestiones, más o menos urgentes, y no sobre el problema de fondo?

—Nosotros pensábamos, en ese entonces, que los chicos que estaban en la calle eran hijos de desocupados, por las privatizaciones de los noventa, que generaron una marea humana de desocupados. Entonces empezamos a pensar en las marchas nacionales. Y la gente venía, y sigue viniendo, porque las habita un sentimiento, y es que el hambre es un crimen; hay que terminar con eso (...) ahí comenzamos a impulsar fuertemente la asignación familiar.

—Justamente se anunció hoy (jueves 28/10/09) la asignación por hijo.

—Sí, no es universal, está focalizada, pero yo lo entiendo como un paso adelante. Ahora, esto es el inicio.

—La pregunta que cae de maduro es ¿por qué no se hizo antes? ¿No había recursos antes?

—El gobierno era un fuerte opositor a estas medidas y, además, antes había mucha más plata, en 2004 y 2005. Es una cuestión de ver la política social como una estrategia. Nosotros decíamos ¿cuál es la prioridad-país, la única materia no renovable?: nuestra infancia. Un país que no tenga un proyecto específico para su infancia es un país mutilado. En 2005, Kirchner lo recibió a Ginóbili y no a nosotros, que llevábamos un documento. Estaba enojado por las marchas que hacíamos y porque la marcha decía “Hambre, hambre, hambre”. Acá, denunciar el hambre era peligroso. Nos ha tocado vivir momentos muy difíciles. El movimiento, ¿qué hizo?: lanzó el problema, plantó la cuestión (de la asignación), con marchas de los chicos con sus educadores. Nosotros creemos que la ternura tiene una fuerza transformadora extraordinaria. Nosotros decimos, con ternura venceremos. Cuando hoy veía a la presidenta en la televisión, decía “Muchachos, valió la pena haber caminado todo el país”.Yo ya estoy viejo, pero ves los resultados y nuestros planteos se han transformado en la agenda común de la clase política. Luego vienen los otros planteos futuros, pero hoy es un día de celebración.

Más información:

En la agencia de Noticias Pelota de Trapo: www.pelotadetrapo.org.ar.

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“El hambre es un crimen” es el dramático lema de la campaña que el Movimiento Los Chicos del Pueblo lleva a toda la Argentina, con el propósito de despertar conciencia sobre la grave situación que atraviesan muchos menores en nuestro país.

Foto: Amancio Alem