Navegando la historia
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El pasado fin de semana se realizó una nueva edición de la travesía náutica Cayastá – Santa Fe. El clima jugó un papel importante, obligando a suspender la última manga que tenía previsto unir Arroyo Leyes con Santa Fe.
El fin de semana pasado, a partir del mediodía del viernes 13, dimos inicio a la clásica travesía “Cayastá – Santa Fe”, aún cuando los pronósticos climáticos no eran alentadores.
Llegaban los primeros visitantes por sus propios medios, con sus botes, indumentaria, accesorios y provisiones, listos para ser trasladados. Amigos procedentes de Paraná, Córdoba, Rosario, Buenos Aires y Corrientes.
A media tarde partió el convoy de embarcaciones y palistas hacia la localidad de Cayastá, que fue recibido en el camping local para instalarse y pasar la noche allí, además de disfrutar de una cena de camaradería provista por la gente de dicha comuna. Alrededor de las 19.30 se desató una fuerte tormenta eléctrica con viento, lo que complicó un poco las cosas, dado que a la gran mayoría de los que hicieron noche en el camping, se les mojó parte del equipo.
Inicio desapacible
El sábado bien temprano, a partir de las 7 de la mañana, comenzamos a levantar campamento, desayunar y preparar equipo. Una hora más tarde, previa bendición del cura de la zona, 50 palistas nos hicimos al río con un día gris, inclusive algunas garúas leves nos avisaban que la jornada iba a ser especial. Si bien remar con lluvia no es lo ideal, lo que complica mucho las cosas es el viento, que soplaba a ritmo sostenido, pero no era tan peligroso dado que veníamos dentro del cauce del río, aunque crecido y desbordado en partes.
Quienes tienen embarcaciones y elementos de seguridad específicos para la práctica del canotaje de travesía, corren menos riesgo que los que vienen en piraguas o kayaks para la práctica diaria.
El grupo tenía una marcha inconstante y con interrupciones algo largas, producto de nivelar hacia abajo, lo que significaba ir al ritmo del más lento. De a ratos el grupo se estiraba, obligando a la lancha de los organizadores a patrullar constantemente la flota, con el fin de asistir a los más rezagados y, de ser necesario, frenar a los más rápidos.
Así da gusto remar
El viento transformó el gris del cielo en un celeste brillante. Sobre el mediodía estábamos disfrutando de un paisaje sin igual, con todo florecido y el color verde en su esplendor; pájaros de todas las variedades cantando para la visita, todos estaban maravillados de la naturaleza a pleno.
Durante la remada, se hicieron paradas sin bajarnos de la embarcación, juntándose las embarcaciones en lo que se denomina “hacer camalote”, donde los palistas intercambian comida y bebida de rehidratación, también se hacen paradas en tierra firme lo que permite elongar un poco, estirar las piernas y recuperar energías.
Entrada la tarde llegamos a Santa Rosa, donde el camping era solo nuestro. Acampamos, nos aseamos y nos esperaba la cena de camaradería, donde entre otras cosas, aprovechamos para intercambiar información de equipo y posibles nuevas travesías. La noche estaba estrellada y espléndida. Por ello, todo hacia pensar que nos esperaba lo mejor.
Clima negado
El domingo, último día de travesía, comenzamos nuestro derrotero con cielo cerrado y llovizna de a ratos. Recorrimos el río en busca de nuestro próximo destino: Arroyo Leyes, a cuyo arribo el sol, que amagaba hasta entrado al mediodía, nos regaló una postal increíble.
Ya en destino, nos esperaba una picada especialmente preparada. Mientras disfrutábamos del descanso, en el oeste se veían nubes que se dirigían hacia nosotros, y la calma de la postal se transformó una vez más en un día gris y muy ventoso, lo que hizo que todos debamos correr para acomodar equipo, abrigarnos y refugiarnos hasta que pase la tormenta.
Salir en esas condiciones al río era muy peligroso para intentar llegar a Santa Fe, en el último tramo por la laguna Setúbal, la que se torna innavegable con viento fuerte para los menos experimentados y sin el equipo específico.
Los organizadores hicieron las consultas con los referentes más experimentados de la zona y la decisión unánime fue dar por concluida la travesía, para no correr riesgos ni tener que lamentar pérdidas de ningún tipo.
Se procedió a realizar el traslado por tierra de embarcaciones y palistas desde Arroyo Leyes a Santa Fe, previo sorteo de obsequios y despedida entre camaradas.
Lo importante fue vivir una nueva experiencia para seguir aprendiendo y compartir con amigos momentos intensos y de camaradería.

Desapacible. Fue el inicio para los 50 palistas que participaron de una nueva edición de la travesía náutica.
Foto: HORACIO SCHOLTUS.
aventura
EL DATO
14 ediciones
14 ediciones... se cumplieron con esta del pasado fin de semana. El raid se realizó por primera vez en 1996.