Un nuevo puente virtual

El Programa de Apoyo Escolar asistido por computadoras nació dentro del plan de “Salud y Educación para todos” de la agrupación Los Sin Techo, fundada y sostenida por Atilio Rosso.

Un nuevo puente virtual

La organización “Los Sin Techo” inauguró un ambicioso programa para facilitar el uso de tecnología informática en 10 barrios carenciados de la ciudad. La capacitación corre a cargo de referentes locales formados por la misma ONG.

TEXTOS Y FOTOS. FEDERICO AGUER.

Alto Verde, Arenales, Barranquitas, Centenario, Chaqueño, Hipódromo, Las Lomas, Loyola, Pompeya y San Lorenzo. Realidades parecidas de carencias, pobreza y olvido. Las caras de la otra Santa Fe que convive con el “centro”, pese a vivir de una manera muy diferente. Barrios que, gracias al trabajo de particulares nucleados en ONG’s, pueden acceder a oportunidades que la vida no les da.

El Programa de Apoyo Escolar asistido por computadoras nació dentro del plan de “Salud y Educación para todos” de la agrupación Los Sin Techo, con vistas al bicentenario.

Se trata de un sistema educativo de carácter no formal, que apoya y acompaña al sistema formal de educación y que tiene como objetivo “ofrecer apoyo escolar a todos los niños que viven en barrios marginados y especialmente a los que presentan dificultades cognitivas, utilizando como estrategia de enseñanza el uso eficiente de la computadora”, dice José Luis Albornoz, analista de sistemas y profesor de computación, quien se encarga de llevar adelante la parte relacionada con las máquinas. “Las tareas se focalizan en elevar la condición académica del alumno para que pueda continuar con normalidad en el sistema educativo formal y evitar la deserción”, continúa.

Lo interesante es que el 70% del personal que desarrolla tareas educativas frente al aula son habitantes del mismo barrio. Ellos fueron capacitados por el Movimiento Los Sin Techo y hoy continúan con la tarea educadora como capacitadores. El 30% restante son personas que poseen una educación terciaria, cuya tarea es la de planificar y coordinar todas las actividades para cumplir con los objetivos establecidos.

La gente

Soledad es la coordinadora del programa en el barrio Centenario. “La Soledad”, como se la conoce, allá donde

la calle Oroño se funde con la Mar Argentino, es además, madre. Por eso, dentro de la sala no vuela una mosca. “Acá es tranquilo, a los jóvenes que ahora andan por la calle yo los conozco desde chiquitos. Por eso tratamos de contenerlos en esta sala donde aprenden y juegan”, nos cuenta.

En época escolar tienen dos turnos de taller. De 9 a 11 para los que van a la escuela a la tarde y de 14 a 17 para los que cursan a la mañana. “Está bueno atraer a los chicos, pero hay que ser un poco de todo. Preparar las clases, pegar afiches y planificar actividades”, nos dice Soledad, mientras barre el salón y reparte órdenes que se cumplen en medio de las risas de los chicos.

El programa permite, mediante un sistema de teleconferencias, la televisación en directo a los barrios de los contenidos a través del sistema IPTV (Internet Provider Televisión). Mediante un sistema de telefonía por IP, los chicos discan con el teclado o el mouse y a través de los auriculares perciben el audio. Actualmente están ajustando los detalles técnicos (streaming de video) para poder verse con el emisor, ya que disponen del ancho de banda para lograrlo.

El financiamiento del programa llegó gracias al apoyo del Ayuntamiento de Gijón (España) y a la Agencia Española de Cooperación y Desarrollo, que apunta a un programa de tres años.

“Lo maravilloso de esto es que los chicos vienen solos, sin ninguna clase de estímulos extra”, destaca Luciano Zóccola, director del Canal Sí TV, soporte técnico que emite la señal a los barrios. “Para lograr una igualdad de oportunidades es necesaria una discriminación positiva, y poner todos los recursos disponibles”, agrega.

Para Zóccola, igualdad es sinónimo de corregir el déficit alimentario con el que nacen estos chicos. Y agrega: “la capacitación de nuestras docentes va en contra de todos los manuales pedagógicos, pero en la villa la realidad es así”, ya que son las propias madres que como Soledad, se encargan de supervisar el desarrollo de las clases. Además, es importante destacar que el programa se desarrolla en un contexto de marginalidad total (hechos de violencia, carencias de servicios primordiales, graves problemas familiares y desnutrición).

Allí donde es muy difícil llegar con las herramientas educativas tradicionales, es donde -gracias al compromiso social y al uso eficiente de los recursos tecnológicos- logran una cuantiosa matrícula de alumnos, los cuales asisten con gran interés. El programa se basa en objetivos de trabajo que se construye sobre contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales.

Presentes

La asistencia del alumno a las salas de capacitación en un factor clave para el éxito del proyecto, por eso cuentan con un sistema de control informático y una base de datos con toda la información del alumno, para asentar la asistencia diaria. El sistema alerta cuando algún chico posee muchas faltas y ayuda al capacitador a actuar rápidamente en la reincorporación efectiva. De hecho, de los 723 chicos que participan, el porcentaje de deserción es muy escaso.

“Existe un seguimiento muy serio del proceso de aprendizaje, este control se hace efectivo en dos evaluaciones: una en julio y otra en noviembre y diciembre, en donde se fortalecen las actividades de apoyo localizando los temas que cada alumno necesita repasar, acompañándolo en el estudio para las evaluaciones finales del sistema formal de educación”, agrega Zóccola.

Las evaluaciones están diseñadas para cubrir las nociones básicas de cada área y niveladas según el grado escolar. El método evaluativo es: prueba escrita y observación directa, continua y personalizada. Este proyecto también contempla un curso de capacitación de utilitarios informáticos para adolescentes y adultos, con el objetivo de cubrir las exigencias del campo laboral.

Actualmente, y hasta el reinicio de las clases, los contenidos están orientados a cursos de capacitación. Mientras se ajustan los últimos detalles y se pone a punto el programa, se inició un taller de manualidades y pintura. La encargada del mismo es Alicia Alassio. Artista plástica, miembro del taller “La Laguna”, se muestra muy entusiasmada por la infinidad de posibilidades que encierra el programa. “Por ahora, las chicas están con algunas dudas, estamos armando arreglos navideños y dibujos en general. Pero quiero conocerlas personalmente, es una actividad que me encanta”, dice en referencia a sus nuevas alumnas, con quienes conversa a través de la PC.

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Luis Albornoz, analista de sistemas y profesor de computación, se encarga de las máquinas.

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El 70% del personal que desarrolla tareas educativas frente al aula son habitantes del barrio. Soledad es una mamá coordinadora del Centenario.

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“Lo maravilloso de esto es que los chicos vienen solos, sin estímulos extra”, destaca Luciano Zóccola.

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El sueño realizado del padre Rosso

Atilio Rosso nació en Leones, Córdoba. Llegó a Santa Fe con el sueño de estudiar Química. Y así lo hizo. En medio de los turbulentos años de la lucha por la escuela laica o libre, cuando las ideas se dirimían a palazos, supo “debatir” con sus contrincantes. Sin embargo, luego de diplomarse de doctor en Química, recibió un llamado que le cambiaría la vida. A partir de allí abrazó la vocación sacerdotal desde una óptica muy especial: debía trabajar por los pobres. Para él, el sacerdocio es una misión que se dirime cada día ayudando a quienes más lo necesitan.

“La superación de la pobreza y la desigualdad de oportunidades están fuertemente asociadas a la posibilidad de acceso al conocimiento, donde la computadora se habría convertido en una bisagra fundamental, no sólo porque se asocia con la educación, sino también porque mediante su correcto uso da el poder para cambiar el destino propio y ajeno”, dice el fundador de Los Sin Techo.

La imperiosa necesidad de los sectores marginados de incluirse al mundo globalizado muestra a la computadora como un “puente” válido con el cual podrán facilitar las exigencias académicas, mejorando la calidad de vida y aumentando las oportunidades en el campo laboral.

El mismo concepto de puente, ése que en una ciudad rodeada por el agua, sirve para unir y conectar. El que usan desde Los Sin Techo para acercarle las oportunidades a quienes no las tienen, ya sea porque el Estado no los tiene en cuenta o porque la ciudad los mira con desconfianza.

El programa da la pauta de que el bajo rendimiento escolar puede ser mejorado, en gran parte, con el seguimiento y apoyo personalizado de capacitadores idóneos que utilicen eficientemente programas digitales educativos cuidadosamente seleccionados según las distintas edades.

Para los fundadores del proyecto, permite comprender los problemas, abordarlos con la ayuda de la tecnología y canalizar las necesidades primordiales hacia una respuesta positiva que construya una vida más acorde con las exigencias planteadas por la sociedad. Por último, permite crear y fomentar actitudes favorables para la autosuperación frente a la ignorancia. Un nuevo puente, que permite a chicos pobres cruzar hacia una vida con objetivos y posibilidades para su futuro, nada menos.

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Alicia Alassio, artista plástica, coordina un taller de manualidades y pintura.