Señal de ajuste

Sos un grosso, Ricky

Sos un grosso, Ricky

Heredero. Fort se declaró el sucesor de Sandro. En el primer programa, una amiga de su mamá lo puso más arriba: es como Jesús, dijo la señora.

foto: archivo el litoral

 

Roberto Maurer

¿Por qué no velar a Ricardo Fort en el Congreso Nacional, cuando se muera? Y si aparecen obstáculos, hay plata para alquilar un recinto que ha dado pruebas de debilidad ante banelcos y valijas. Es más fácil entrar al Congreso dentro de un ataúd, que ingresar vivo a la televisión, y con un show propio. Ricardo Fort lo hizo. Hacia mediados del año pasado, nadie sabía de su existencia y, hoy, los pibes lo tratan como a un superhéroe y lo esperan a la salida con sus madres para decirle “sos un grosso, Ricky”.

En América, los domingos a las 22 ha comenzado a emitirse “Fortshow” (El Programa de Ricardo Fort), tal vez concebido como una aproximación al mundo íntimo del millonario, pero que resultó un frío monumento plastificado erigido por él mismo para saciar su hambre de fama. No es el reality de las estrellas que suele verse en la señal E!, sino una descarga del narcisismo infantil que se aloja en ese pedazo de carne tatuada que llamamos Ricardo Fort. Al parecer, en Argentina el capital produce freaks con imagen de actor de películas porno gay.

DESDE EL TRONO

Si bien en el primer programa condujo de smoking, al siguiente salió con esa ropa indescriptible que usa, entre sentado, trepado, esparrancado y tirado en un gigantesco sillón blanco, en el cual se puede leer la soberbia de un trono real. Desde ese lugar fue anunciando secciones. Por ejemplo, “Fort de paseo con sus hijos” fue el título de una vulgar visita al acuario, donde las destrezas de los delfines y un lobo de mar, como es de suponer, se robaron la atención.

El capítulo “Una noche en Mansión Fort” fue presentado como “una reunión con los amigos y una guitarra, simplemente, una noche para recordar”, que consistió en un semicírculo de personas alrededor de Ricardo Fort, que cantaba un tema de Serra Lima: más que íntimos, parecían los pasajeros de un colectivo que acababan de ser presentados por el chofer. No se veía un vaso de agua, siquiera, como si la heladera de Fort no guardara un solo porrón. La cámara sólo lo enfocaba a él, y excepcionalmente ofrecía un plano general del resto del pasaje. Un grupo de linyeras bajo un puente obtiene diversiones que no parecen encontrarse en la Mansión Fort, que más bien, es una casa con ambientes amplios.

Casi todo el tiempo, Fort aparece acompañado por esa novia que tiene, quien a puro chillido puede echar a perder cualquier situación, aún al lado de Richard Burton. Como se sabe, Fort no es como Sandro, un enamorado de señoras grandes y discretas, ya que le gustan las chimbas baratas.

Como entrevistador, Fort logró momentos intensos con Jorge Rial y Carmen Barbieri, a quien definió exageradamente como “la única megadiva de este país”. Fort ha sido pródigo al referirse a su historia familiar, a la cual, visiblemente, ha sabido analizar. A ese terreno llevó a sus reporteados, quienes revelaron situaciones traumáticas de la infancia y su relación con los progenitores, incluyendo violencia física, y que, en el caso de Barbieri, la llevaron al llanto.

Menos terrible fue el capítulo de un regreso a casa de RF, cansado y con el estómago destruido porque, informa a los allegados, esa madrugada a la salida de Esperanto, el lugar de encuentro de la especie, se comió veinte churros con dulce de leche. “Fort visita a Los Pumas” fue otra prueba de su popularidad, ya que fue ovacionado por los 40.000 forofos que habían concurrido al estadio donde se disputaba un partido internacional.

SIN FORTUNA

También se vieron los ensayos de “Fortuna”, la comedia que preparó en una sala marplatense, donde sus compañeros destacaron que “es un personaje impresionante, hiperkinético, divertido, perfeccionista, un niño grande, todo lo que genera es fantástico”. La emisión estuvo fuera de lugar, ya que la nota había sido grabada antes de que “Fortuna” se desintegrara, cuando se produjo una revuelta por la falta de ensayos, a los cuales Fort no se presentaba porque, seguramente, estaba empachándose de churros con dulce de leche.

Ante el fenómeno, mucha gente no se ha recuperado de su incredulidad, y busca explicaciones. Fort no está solo: ahora todos hablan de los hermanos Patronelli, los que andan en unos ridículos carritos playeros, y a quienes nadie había oído nombrar hasta hace quince días. Y podría apostarse a que a mediados de año los Patronelli estarán cantando, bailando y compitiendo con Fort en el show de Tinelli.

Ricardo Fort se ha declarado el heredero de Sandro. En el primer programa, una amiga de su mamá lo puso más arriba: es como Jesús, dijo la señora.