OPINIÓN

Cosecha de agua: la materia pendiente

Eloy Rodriguez

[email protected]

La materia pendiente en el noroeste santafesino, en el corazón agreste de los bajos submeridionales, sigue siendo cosechar agua para afrontar una sequía cuya duración se estima entre 10 a 15 años, de los cuales recién transcurrieron cuatro.

En los últimos dos meses del año pasado y lo que va de enero de 2010 se han registrado precipitaciones que el productor agropecuario debería aprovechar pensando en la perdurabilidad de la sequía. Casi 250mm en noviembre de 2009, aproximadamente 200mm en diciembre pasado y alrededor de 90mm en los primeros 20 días del corriente mes de enero de 2010, exhiben 540mm en el transcurso de tres meses, cuando la media anual para este clima subtropical con estación seca exigen 760mm.

La sequía no terminó ni mucho menos, pero sería positivo no repetir errores anteriores en cuanto a la realización de canales sino en la construcción de reservorios que permitan “guardar” el agua que se pueda para afrontar el invierno que, estadísticamente, se ha mostrado con escasísimas lluvias y hasta nulas en algunos meses, como por ejemplo mayo.

Existen razonamientos de expertos en el tema, como Roberto Marano, investigador y docente de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Litoral, quien afirma que “para que infiltre el agua se necesitan lluvias de baja intensidad y cultivos que aumenten la rugosidad del terreno (maíz, sorgo o vegetación nativa). En el suelo puede infiltrar cierta cantidad de agua y si cae más en el mismo tiempo, no puede penetrar. Esta situación se agrava en épocas donde llueve muy frecuentemente, debido a que los suelos tienen muy poca capacidad para seguir acumulando agua”.

No repetir errores significa no construir canales para el rápido escurrimiento, que se vuelven contraproducentes durante el resto del año, en épocas de menores precipitaciones, ya que no retienen el agua sino que, justamente, aceleran su deslizamiento.

La superficie de los bajos submeridionales presenta escasos 20 cms. de declive cada 1.000 metros con un escurrimiento mantiforme demasiado lento, que podría ser aprovechado para cosechar agua.

Según Marano “ya que el agua no la podemos disponer a voluntad. Hay que buscar la manera de usarla lo mejor posible”.