Necesita una notebook para poder seguir estudiando

Discapacidad: el difícil camino para acceder a la educación

A través de una carta que envió al correo de lectores de El Litoral, Gisela Menegueti, mamá de un niño discapacitado, dio a conocer las dificultades que debe enfrentar su familia para que el pequeño pueda comenzar la escuela primaria.

De la Redacción de El Litoral

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Sentado en su silla, Franco Boassi escucha atento lo que su mamá dice de él. Gisela le cuenta a El Litoral que su hijo de siete años tiene una parálisis cerebral que afecta sus miembros superiores, inferiores y la motricidad fina. “Por su discapacidad, tiene una dificultad en su mano derecha que le impide escribir. El año pasado terminó pre-escolar en el jardín Don Bosco donde hacía adaptaciones y la integración pero ahora debe ingresar a la primaria”, dice la mamá.

La tecnología es la alternativa para que Franco continúe, al igual que todos, su educación; él podría ir a la escuela y aprender a través de una notebook con programas especiales y software adaptados que reemplazaría al tradicional cuaderno y lápiz. Pero los costos alejan esa posibilidad para un papá albañil, Pedro Boassi y una mamá ama de casa. “No camina y tiene un retraso en el aprendizaje pero con una maestra integradora que lo acompañe en el grado y la compu va a poder cursar en una escuela común”, asegura Gisela.

Los papás tienen que enfrentar también la dificultad de encontrar una escuela que reciba a su hijo. “Otro de los problemas es ubicar a Franco en una institución que le brinde la atención que merece. Nos rechazan porque no tienen las condiciones edilicias para la silla de ruedas o porque no tienen maestras integradoras o porque las que tienen están desbordadas”, relata la mamá.

Como el cuaderno y el lápiz

La licenciada en Tecnología Educativa, Lucía Sastre acompaña a Franco desde hace un tiempo en su proceso educativo. “Para ingresar a primer grado necesita sí o sí una notebook y la obra social se la rechazó”, menciona la especialista en integración escolar. Según Sastre, cuando el niño comenzó el tratamiento de rehabilitación con la computadora que ella le aportaba logró avances significativos en los dispositivos básicos del aprendizaje: atención, memoria, lenguaje, comprensión y organización del pensamiento e ideas.

Sobre las dificultades que se presentan en las instituciones para recibir a chicos con diferentes discapacidades mencionó la falta de capacitación de los docentes y el nombramiento en los cargos.

“Los docentes comenzaron a capacitarse sobre integración y atención de la diversidad recién en 2005, ahí comenzaron a conocer que una enfermedad y la discapacidad no es lo mismo”, destaca la especialista y agrega que “hay muchos docentes que todavía considera al discapacitado como un “pobrecito’ o que no puede”.

A esa situación se le suma la resistencia a la tecnología por desconocimiento: “Creen que le puede pasar algo, caerse, romperse o dispersar al resto de los chicos, pero en los casos que conozco no es así”.

—¿Cómo trabaja la maestra integradora?

—El niño concurre a una escuela común y es evaluado por una para niños especiales. La docente integradora no está todo el tiempo en el aula, lo que hace con la maestra del grado es un apoyo, un análisis sobre las estrategias que va a utilizar, los contenidos, las actividades. El problema es que la demanda de atención de estos niños es cada vez mayor y el Ministerio de Educación no crea los cargos; las maestras integradoras que hoy trabajan se fueron sacando de las escuelas especiales y pasando al programa de inclusión, entonces se genera el problema en otro lado.

—¿Cómo hacían los padres antes, cuando no existía la posibilidad de integrar a los chicos a las escuelas comunes?

—Iban a las especiales pero lo cierto es que hay chicos que, por ejemplo, tienen una parálisis cerebral y un intelecto normal, y logran comunicarse perfectamente con la computadora pero tienen que seguir en la escuela especial porque no consiguen una para integrarse. Por otro lado, hay padres que según sus expectativas buscan e insisten en mejorar la educación de sus hijos; una mamá o papá profesional va a querer que su hijo se escolarice y continúe estudiando, en los niveles más bajos eso es diferente”.

—¿Cualquier niño puede ser integrado?

—No. El chico que tiene una discapacidad, efectivamente la tiene y eso tiene que quedar muy claro, por eso hay que evaluar bien a cada uno pero es importante que se entienda que “discapacidad’ no es mala palabra, el chico sigue siendo un sujeto como cualquier otro, con necesidades educativas.

A pesar de la historia de Franco, Sastre destacó que el proceso de inclusión en la provincia evoluciona constantemente. “Hoy existe una legislación que ordena y certifica la integración. La necesidad es abrir el debate en la comunidad, con las escuelas y en los institutos de profesorados”, resaltó la docente.

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Durante toda la charla, Franco hizo morisquetas a la cámara. “Me gusta ir a la escuela a trabajar”, aseguró.

Foto: Amancio Alem

+ solidaridad

Para colaborar con Franco se puede comunicar al teléfono celular de su mamá Gisela: 342-154277195.

Un teclado adaptado y un mouse cuestan alrededor de 1.500 pesos. Los diseña el licenciado Luis Campo en Buenos Aires.