Apuntes de política provincial

Prudencia frente a la incertidumbre

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Hermes Binner y Angel Sciara.

Foto: Archivo El Litoral

 

Teresa Pandolfo

tpandolfo@ellitoral

En contraposición con anteriores posturas, esta vez ante los gremios estatales, el gobierno de Hermes Binner decidió tener una actitud prudente y ofreció un incremento salarial inicial del 7 por ciento, con la promesa de mejorarlo según el índice de Precios al Consumidor que elabora el Ipec.

El gobierno no podía ignorar que su propuesta del 7 por ciento iba a colisionar fuertemente con el 20 solicitado por los gremios estatales. Lo hizo sabiendo que en dos años había producido una recuperación real del salario público del 12,5 %, o sea que los sueldos estatales habían tenido una mejora concreta en su poder adquisitivo respecto de la inflación y que, para este año, si bien no anticipaba inflación estimada, con un 7 % tenía margen para llegar a abril o mayo y ver cómo se desenvolvían los ingresos de la provincia.

Los gremios no pudieron desmentir al gobierno sobre la real mejora del salario real y el único camino que les quedó fue enojarse y anunciar protestas. Posiblemente, habrá un tiempo de conflicto, pero la provincia debe pensar en otras necesidades, además de la de mantener los salarios de sus agentes.

La masa salarial prevista para este año sin el incremento del 7 % es de 7.755.340.700 pesos, según datos oficiales, en tanto el 49 % de ese monto corresponde a los ingresos que cobra la docencia, incluidos los aportes que van para la enseñanza privada. Estos subsidios también se orientan a sueldos.

Para el total de agentes públicos -sin contar las empresas del Estado-, el incremento del 7 por ciento representa $ 474.305.000, que a medida que pase el año será más por imperio de su ajuste conforme al Ipec.

Al gobierno se le ha disparado el conjunto de la masa salarial en estos dos últimos años por otras causas no atribuibles directamente a los aumentos de haberes. Los sueldos de los funcionarios políticos tuvieron una mejora superior a las demás categorías; hubo y se siguen concretando designaciones en cargos políticos, ampliándose las estructuras administrativas y, además, se ha disparado el número de reemplazantes en la docencia y no docencia. Algunos estudios privados sostienen que hay un 30 % de reemplazantes en el magisterio y esto también pesa en el conjunto de la masa salarial.

Incertidumbre

El año 2010 todavía aparece como un interrogante. Está la promesa de una buena cosecha y esto brindaría posibilidades de más recursos por coparticipación a la provincia y otra dinámica para las economías lugareñas que se traduce en tributos de recaudación propia. Asimismo, parecería que la Argentina se está recuperando poco a poco del impacto de la crisis internacional.

Pero en el pasivo del mismo análisis hay que colocar el interrogante del clima sobre la cosecha: tanta lluvia, ¿no perjudicará los rindes o directamente la malogrará en algunas zonas?

Otro factor que no es menor se relaciona con los ruidos en la política nacional que están frenando inversiones hasta que el panorama se calme. No es casual que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, a su regreso de México, se reúna con empresarios. Algunos de ellos han expresado preocupaciones concretas por los niveles de inflación que está exhibiendo el país.

Los “rojos” del presupuesto nacional inquietan de igual modo que las medidas intempestivas para tratar de obturarlos. Cuando se gasta más que lo que ingresa, todo se sale de madre: en la Nación, en la provincia y en las economías familiares. La conducción del presupuesto es un factor importantísimo en una economía como la argentina, que viene de pasar varias crisis.

El otro factor que hace que 2010 sea un interrogante y que obliga a la prudencia es qué va a pasar con el río Paraná, en este año húmedo por influencia de El Niño.

Los científicos advierten que, recién para mitad de año, El Niño alejaría su influencia. ¿Tantos meses con un río Paraná alto, con las cuencas saturadas, con aportes del río Paraguay también creciendo?

La capital de la provincia exhibe una larga y triste experiencia en materia de inundaciones y emergencias pluviales e hídricas. Además del dolor de sus consecuencias para miles de familias en todos los distritos costeros, la presencia de estos fenómenos implican recursos adicionales que se deben tener disponibles. La emergencia no espera que venza un plazo fijo y en esta circunstancia se espera la actuación del Estado, sea municipal o provincial.

Cuando hay inundación también se resienten las economías lugareñas y el ánimo para hacer negocios. La influencia del dolor y de la necesidad prima sobre todas las actividades hasta que la situación de desastre pasa y debe comenzar la reconstrucción.

Por eso, y volvemos al principio de “Apuntes...” , la actitud del gobierno ha sido prudente. Un poco obligado porque no cuenta con todos los recursos que preveía si se votaba la reforma tributaria que envió a la Legislatura, pero también porque se encuentra ante una situación incierta en cuanto a lo que sucederá en su territorio y por las alternativas que va presentando la política nacional.