En Londres los turistas salen a la caza de Jack “el destripador”

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Nota que el criminal envió a Scotland Yard y que constituye una de las pocas pistas concretas que dejó el famoso asesino.

Foto: Archivo El Litoral

 

Pedro Alonso

(EFE)

Aunque parezca insólito, Jack “el destripador” atrae cada noche a cientos de turistas que aún buscan la secuela invisible de sus crímenes en Whitechapel, el barrio de Londres donde el famoso asesino aniquiló sin piedad a sus víctimas.

Más de ciento veinte años después de aquel sobrecogedor “Otoño del Terror” de 1888, cuando “El destripador” perpetró asesinatos horrendos que conmocionaron a la sociedad victoriana, la verdadera identidad del autor de las atrocidades continúa siendo un misterio.

El alias con que ha pasado a la historia el siniestro personaje proviene de una carta enviada a la Agencia Central de Noticias con la firma “Jack, The Ripper” (“Jack, el destripador”) que, según Scotland Yard, resultó ser una broma de mal gusto de un periodista.

Esos paseos tras las huellas de “El destripador”, guiados a veces por prestigiosos “ripperólogos”, como se conoce a los detectives que investigan los desmanes del mítico asesino, se han convertido en un lucrativo negocio por el que pugna más de una decena de empresas.

Muchas de esas caminatas, que cuestan unas seis libras (7,5 euros, 11 dólares), empiezan en la estación de metro de Tower Hill, como la que ofrece Donald Rumbelow, uno de los más reputados “ripperólogos”, quien convoca a los visitantes al anochecer.

Seguido de una tropa de turistas con cámaras de fotos en ristre, el experto se adentra en Whitechapel, que en 1888 era un barrio mísero con casi un millón de habitantes que malvivían en sus calles, donde abundaban las tabernas pestilentes y el sexo barato. “Podías comprar una prostituta por una rebanada de pan”, cuenta Rumbelow, encaramado a un banco para que nadie lo pierda de vista.

Con un silencio reverencial, roto a veces por la bocina de algún taxi, los “excursionistas del crimen” escuchan a Rumbelow pasar revista a los llamados asesinatos “canónicos”, es decir, los cinco crímenes que los “ripperólogos” atribuyen oficialmente a Jack.

Las víctimas fueron Mary Ann Nichols, de 43 años y muerta el 31 de agosto de 1888 en Buck’s Row (hoy, Durward Street); Annie Chapman, de 47 años y cuyo cadáver apareció el 8 de septiembre en Hanbury Street; Elizabeth Stride, de 43 años y asesinada el 30 de septiembre en Berner Street (hoy, Henriques Street), y Catherine Eddowes, de 46 años y atacada el 30 de septiembre en Mitre Square. La última víctima -y la más mutilada- fue Mary Jane Kelly, de 25 años, cuyo cuerpo se encontró en un antro de Dorset Street.

“Todos los asesinatos ocurrieron a primera hora de un viernes, un sábado o un domingo. Además, Jack actuaba con rapidez y tenía conocimientos anatómicos”, explica Rumbelow. Como no podía ser de otra manera, la pregunta más habitual de los turistas es “¿Quién fue Jack el destripador?”, a la que el respetado “ripperólogo” contesta siempre con un franco “No lo sé”.

Múltiples teorías han apuntado a numerosos sospechosos: desde un barbero polaco llamado Aaron Kosminski hasta el príncipe Alberto Víctor, nieto de la Reina Victoria, o el pintor Walter Sickert. Pero Rumbelow no concede crédito “ni a los grandes nombres ni a las grandes teorías“: “Creo -esgrime- que fue alguien que vivía en la zona. Alguien muy ordinario, como un carnicero o un marinero”.

Los tours tras la pista de “The Ripper” acaban cerca del pub victoriano “Ten Bells”, frecuentado por las víctimas y -supuestamente- por el propio asesino en serie. Tras dos horas de paseo, los “excursionistas del crimen” suelen refrescarse con una cerveza en el pub, que aparece en “From Hell“ (2001).